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lunes, 12 de marzo de 2012

TUKÁKAME, DIOS DE LA MUERTE HUICHOL


TUKÁKAME
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

Imagen de Internet

     Según Lumholtz (1986: 40, 94-96) y Benitez (1968: 226), este es el dios de la muerte de los huicholes. Anda dando vueltas por todas partes en la noche, buscando a algún huichol  para comérselo. Sólo se alimenta de carne humana y jamás bebe agua. A veces aparece en figura de lobo y a veces en figura de esqueleto. En tamaño es tan grande como un huichol, pero es muy negro y sucio porque nunca se baña. Tiene orejas largas,  erectas y con los bordes aserrados; cada oreja representa el hueso mellado con el cual los shamanes acompañan su cántico para la cacería del venado. La nariz es larga y prominente, con los ollares esculpidos como en los animales. De su boca sobresale una lengua cortada de dos piezas como hoja de palma. Tiene el occipucio plano con dos incisiones horizontales a cada lado que forman dos anaqueles en forma de terraza. El dios carga a los muertos sobre estos anaqueles. Se le ven las tripas, el corazón y los riñones como a través de un cristal. Inicia sus rondas al caer el sol, todo manchado de sangre, y su única vestimenta es el collar formado con huesos de sus víctimas que le cuelgan por todo el cuerpo, y que al caminar producen un sonido que se oye a gran distancia como de carracas (instrumentos de madera). El Abuelo Seliakami y el Abuelo Yoawi tratan de impedir que salga de la tierra para devorar gente. El infierno es un sitio de tormentos espantosos. De día, los muertos caen enfermos y de noche se alivian y participan en siniestros aquelarres. Todo ocurre allí al revés de la tierra. El caldo es sangre, el maíz, estiércol, la carne excrementos, el agua está agusanada y podrida. Sus fajas, sus sombreros, sus vestidos sufren parecidas transformaciones. Se dice que el principal servicio de la abuela Métsa’ka (La Luna) es ayudar al  Tau (Sol) a proteger a los huicholes contra Tukákame. Los huicholes le temen mucho, al igual que los shamanes más poderosos. Sin embargo, mientras disfruten de buena salud, nunca lo ven; se aparece a los enfermos de gravedad; su aparición presagia una muerte temprana. Véase Kitsil bak.
     Guzmán y Anaya (2007:417-8) comentan sobre el mismo personaje, al que denominan Tikakame: Diablo. Divinidad de la muerte e inframundo. Existe un solo diablo. Es prieto, con cuernos. Vestido de negro, monta un caballo negro. Cambia de sexo a voluntad y de indígena a teiwari (mestizo) o de animal a persona. Anda de noche. Vive en un lugar escondido, en una cueva pero anda en los cinco rumbos del mundo. En Wilikuta (región más sagrado, hábitat del peyote) robó la ‘uxa (arbusto espinoso, Berberis trifoliata, se extrae pigmento amarillo canario). Se alimenta de ventosidades humanas. No se conoce su principio. Induce al mal. Si una persona hace el mal a otros, el diablo lo protege a cambio de que siga induciendo el mal. Si no cumple, el diablo le corta los “guevos” y con ellos se alimenta. Si es mujer le corta las “chichis”. Protege a los que quieren hacerse ricos por medio de la maldad. Para ahuyentarlo se utilizan símbolos sagrados, muwieri (don divino, flecha con plumas) y otros. Un tecolote blanco, que vuela muy alto, Kwixi, es el mensajero del diablo. Cuando se escucha o se intuye su presencia, la persona dice “neiyari patsiwi, soy corazón amargo”. Al cantar el gallo se ahuyenta el diablo. Enseña a curar a los malos para ganar dinero. Un mito relata que un pobre lo buscó; a los cinco días lo encontró. El diablo le dijo: “utiliza xakuamari, caldo de nixtamal para curar. Del dinero de las curaciones compras animales en parejas: pollo y polla; chivo y chiva. Te consigues trabajadores, hombres y mujeres, los alimentas. Te espero en 5 años, a ver cómo te va”. El hombre se hizo rico de curar gente. Llegado el tiempo, el hombre enriquecido, con esposa y trabajadores, tuvo que rendir cuentas al diablo. El hombre se entristeció porque sabía que el diablo “…se lo iba a chingar”. Su mujer lo notó. Él le explicó el pacto. Ella le dijo que le ayudaría a burlar al diablo. El día fijado, como a las diez de la noche ella le dijo al diablo que ni preguntara por él. Se levantó la falda y le dijo: “mira, yo era hombre y aquí me mochó”. El diablo se asustó y escapó. Una versión asegura que el diablo surgió como contrapeso, lado malo de Cristo.

     Extraído de mi libro "Los Tuxtlas, nombres geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca". Analogía de las cosmologías de las culturas mesoamericanas. El cual incluye un diccionario de localismos y mexicanismos.


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