LOS
CHANEQUES
Tomás
Uscanga Constantino
“De
Tierra y Agua: Narraciones, mitos y leyendas de Catemaco”
Yo los vi, compadre. Y no es cosa de que
'biera' yo 'andao' borracho. Noooo. En mi'meritito' juicio. Me interné en el
monte buscando palos 'pa' hacer leña y me 'jui' más lejos que de costumbre.
Entré por el camino de Solotepec y cuando me di cuenta ya estaba yo en el mero
corazón de la selva como que una 'juerza' misteriosa me empujó hacia
allá".
¡Qué lugar tan bonito, compadre! con
decirle a 'usté' que hasta me quité el sombrero en señal de respeto y de miedo
también, porque la 'verdá' sea dicha me dio miedo compadre, me entró como un
escalofrío y hasta calambre me dio. Había un silencio como de muerte. El sol
colaba sus rayos entre los espesos árboles y bajaba en tiras de luz esparcidas
igual que como las que pintan en las estampas de la Divina Providencia. Los
bejucos que colgaban de los árboles parecían culebras que caían hasta el suelo;
las flores de pitahaya y lengua de mujer se abrían tan grandes como nunca las
había visto y deslumbraban de tan preciosas. Una mancha de pico 'e canoa rompió
el silencio y se paró entre los árboles, pintándolos más con el arcoiris de sus
picos.
Ay compadre, qué cosa tan bonita.... un
airecito suave, blandito, se pegaba al cuerpo como acariciándolo, y las
mariposas, 'desas grandototas' azules que poco se ven en el pueblo, pintaban el
aire con su polvo brillante azul turquesa. Con decirle a 'usté', compadre, que
hasta me olvidé de a lo que iba. Me acurruqué junto aun tronco viejo y me quedé
mirando, mirando esa bendición de Dios. Pero tuve que volver a mis cabales,
compadre, porque la 'necesidá' obliga... ya le digo a 'usté' que iba a cortar
leña y empecé con el primer tronco seco que estaba más cerca de mí. Ya 'bía' yo
'levantao' el machete, compadre, cuando oí unos quejidos como de criatura
enferma; muchos compadre, muchísimos, en coro, como si les estuvieran dando
tormento... los sentí tan pegados a mis oídos que parecía que se me venían
encima, apretados y juntos como un zumbido de avispas. Entonces mi miedo
aumentó.
Dejé 'tirao' el machete
y salí despavorido.... corrí como mejor pude, abriendo brecha entre el monte
con mi propio cuerpo. Corrí, corrí, compadre, como alma que lleva el diablo, y
va 'usté' a creer, compadre, que el ruido ya no era de llanto sino de risas...
eran risas, compadre, carcajadas que aumentaban a medida que yo más corría.
Entonces cavilé -han de ser los cabrones
chaneques que me quieren jugar una mala pasada- y procuré calmarme a ver si
ellos también se calmaban. Ya no corría; caminé con 'tranquilidá' buscando
encontrar algún camino, pero cuando me di cuenta ya andaba por la laguna
encantada.
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