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lunes, 12 de marzo de 2012

KITSIL BAK O YALEM BEK´ET, DEMONIO TZOTZIL

KITSIL BAK O YALEM BEK´ET
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

     Entre los tzotziles los brujos con gran poder pueden convertirse en  “dioses de la muerte” adoptando la forma llamada Yalem bek´et (el descarnado) o Kitsil bak (huesos ruidosos). Según algunos mitos de Chamula, Larraínzar, etc., hace muchos años, nadie sabe cuántos, algunos brujos –hombres y mujeres- querían andar solamente con su esqueleto, dejando atrás su carne. Para esto, buscaban cruces dentro de una cueva, en lo alto de un cerro o en el camino a un cementerio. Cuidando que éstas no estuvieran cerca de un manantial o de una laguna, porque aquí el que se atreve a pedir a Dios corre el gran peligro de perder todos sus poderes de brujo. De noche, una vez en la cruz, de rodillas piden permiso a los dioses del lugar, luego se levantan y mueven el cuerpo como si trataran de sacudirse la carne o se cuelgan de la cruz y dicen: “¡Yalem bek´et!” Al decir estas palabras, su carne se cae al suelo y sólo queda su esqueleto que se va volando muy bajo por arriba de los árboles de los caminos y por los parajes. Y al ir volando aquel esqueleto, va dejando caer “de su materia” una especie de llovizna que desciende lentamente en forma de rocío sobre los lugares por donde va pasando, y  claramente se oye que los huesos, durante su vuelo, van haciendo un ruido acompasado. Su presencia se interpreta aun como un presagio de muerte inminente. Cualquier ser, animal o persona, que vea el esqueleto, que le caiga una pequeña porción de la llovizna o que oiga el ruido de sus huesos afuera de su choza, seguramente morirá sin remedio posible. Solamente se salvan de la muerte, los que al verlo no experimenten ningún temor. El Kitsil bak va de una casa a otra y, en donde encuentra enfermos o enemigos suyos, deja caer más abundante llovizna con la finalidad de que el enfermo o enemigo tenga una muerte inminente y más rápida.  Para esta transformación, los brujos, sólo disponen de aproximadamente una hora, pues se realiza de 11 a 12 de la noche y si regresan por su piel después de cinco minutos después de la medianoche, su piel ya no les obedecerá, por lo que no pueden recobrar su forma humana, por lo que atemorizados y llorosos vuelan o corren a buscar una cueva para protegerse, pero como no pueden volar tan alto, ni grandes distancias, la mayoría caerá inevitablemente al suelo. Es entonces cuando el dios maligno, que le dio tales poderes de transformación, y es, por ello, su dueño, viene a recoger los huesos (su alma), antes del amanecer, con el fin de cobrarse la deuda y de que la gente no se de cuenta de lo que ha sucedido.  Los que lograron salvarse, llegando a la cueva, aún vagan por la noche en estos parajes como lo hacía un dios de la muerte muy semejante entre los antiguos mayas. La manera de exterminar a los Kitsil bak es localizar la carne abandonada al pie de la cruz orinar sobre la carne y arrojarle tabaco silvestre molido (muí), ajo, sal, aguardiente o una mezcla de estas sustancias.  Así cuando regrese el esqueleto, se cuelgue de la cruz y ordene a su carne  que se levante para cubrir sus huesos, ésta no pueda levantarse porque esté “curada”, viendo entonces que está muerto, el Kitsil bak se vaya llorando. Holland (1978: 129-130), Moscoso (1991: 93-98).

     Extraído de mi libro "Los Tuxtlas, nombres geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca". Analogía de las cosmologías de las culturas mesoamericanas. El cual incluye un diccionario de localismos y mexicanismos.

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