Rubén
Darío
Poeta
nicaraguense (1867-1916)
Es
algo formidable que vio la vieja raza:
robusto
tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje
y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera
el brazo de Hercúles, o el brazo de Sansón.
Por
casco sus cabellos, su pecho por coraza,
pudiera
tal guerrero, de Arauco en la región,
lancero
de los bosques, Nemrod que todo caza,
desjarretar
un toro, o estrangular un león.
Anduvo,
anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,
le
vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
y
siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.
"El
Toqui, el Toqui!" clama la conmovida casta.
Anduvo,
anduvo, anduvo. La aurora dijo "Basta",
e
irguiose la alta frente del gran Caupolicán...
José
Santos Chocano Gastañodi
Poeta
peruano (1875-1934)
"El
Cantor de América"
Ya
todos los caciques probaron el madero.
"¿Quién
falta?", y la respuesta fue un arrogante: "!Yo!"
"!Yo!",
dijo; y, en la forma de una visión de Homero,
del
fondo de los bosques Caupolicán surgió.
Echose
el tronco encima, con ademán ligero,
y
estremecerse pudo, pero doblarse no.
Bajo
sus pies, tres días crujir hizo el sendero,
y
estuvo andando... andando... y andando se durmió.
Anduvo,
así dormido, vio en sueños al verdugo:
él
muerto sobre un tronco, su raza con el yugo,
inútil
todo esfuerzo y el mundo siempre igual.
Por
eso, al tercer día de andar por valle y sierra,
el
tronco alzó en los aires y lo clavó en la tierra
!como
si el tronco fuese su propio pedestal!
Pablo
Neruda
Poeta
chileno (1904-1973)
En
la cepa secreta del raulí
creció
Caupolicán, torso y tormenta,
y
cuando hacia las armas invasoras
su
pueblo dirigió,
anduvo
el árbol,
anduvo
el árbol duro de la patria.
Los
invasores vieron el follaje
moverse
en medio de la bruma verde,
las
gruesas ramas y la vestidura
de
innumerables hojas y amenazas,
el
tronco terrenal hacerse pueblo,
las
raíces salir del territorio...
De
Caupolicán el Toqui es la mirada
hundida,
de universo montañoso,
los
ojos implacables de la tierra,
y
las mejillas del titán son muros
escalados
por rayos y raíces.
EL EMPALADO (CAUPOLICÁN)
Pablo Neruda
EL EMPALADO (CAUPOLICÁN)
Pablo Neruda
Pero
caupolicán llegó al tormento.
Ensartado
en la lanza del suplicio,
entró
en la muerte lenta de los árboles.
Arauco
replegó su ataque verde,
sintió
en las sombras el escalosfrio,
clavó
en la tierra la cabeza,
se
agazapó con sus dolores.
El
Toqui dormía en la muerte.
Un
ruido de hierro llegaba
del
campamento, una corona
de
carcajadas extranjeras,
y
hacia los bosques enlutados
sólo
la noche palpitaba.
No
era el dolor, la mordedura
del
volcán abierto en las visceras,
era
sólo un sueño del bosque,
el
árbol que se desangraba.
En
las entrañas de mi patria
entraba
la punta asesina
hiriendo
las tierras sagradas.
La
sangre quemante caía
de
silencio en silencio, abajo
hacia
donde está la semilla
esperando
la primavera.
Más
hondo caía esta sangre.
Hacia
las raíces caía.
Hacia
los muertos caía.
Hacia
los que iban a nacer.
Caupolicán (o Quepolicán,
literalmente pedernal pulido) fue un líder mapuche. Su
principal esposa conocida fue Fresia, también denominada Güeden o Paca por
otros autores. Su principal hijo conocido fue Lemucaguin, también llamado como
Caupolicán el Joven.
Luchó desde su juventud contra los conquistadores españoles por la libertad de
su territorio. Caupolicán fue elegido toqui (jefe militar) de los
mapuches por su gran fortaleza física y valentía, era de rostro severo y tuerto
desde la niñez. Según cuentan las tradiciones, Caupolicán tuvo que demostrar su
fuerza ante los caciques, entre los que se encontraba Tucapel y Rengo,
presididos por el cacique Colo Colo (de “cod cod”, la huiña o gato montés.
El cacique acostumbraba usar una piel de huiña para cubrir su cabeza),
sosteniendo un grueso tronco de árbol sobre sus hombros durante dos días y dos
noches sin desmayarse antes de ser elegido toqui; Caupolicán fue el
vencedor entre otros candidatos tales como Paicaví (del mapuche paica y ví que
al unirse significan: juntarse para encontrar la paz), Lincoyán (ejército,
grupo armado) y Elicura (de lug, transparente y kura, piedra: piedra
transparente). Alonso de Ercilla lo inmortalizaría en La Araucana:
"Con un desdén y muestra confiada, asiendo el tronco duro y nudoso, como
si fuera vara delicada, se lo pone en el hombro poderoso: la gente enmudecía
maravillada de ver el fuerte cuerpo tan nervoso. El color de la Lincoya se le
muda poniendo en su victoria mucha duda... El bárbaro, sagaz despacio andaba, y
a toda prisa entraba el claro día; el sol las largas sombras acortaba, más él
nunca decrece en su porfía; al ocaso de la luz se retiraba, ni por eso flaqueza
en él había; las estrellas se muestran claramente, y no muestra cansancio aquel
valiente".
Los mapuches es un pueblo que resistió estoica y bravamente la conquista española
del sur de Chile. Junto con Lautaro (de “lev”, rápido y de “traro”, aguilucho:
aguilucho veloz).fue uno de los conductores de los araucanos en las guerras del
siglo XVI.
Cooperó con Lautaro en la toma del fuerte Tucapel y en la
batalla de Tucapel, donde es derrotado el ejército conquistador y muere Pedro
de Valdivia. Su nombre es símbolo de la resistencia indígena.
Mientras aún se retiraban los mapuches supervivientes, una avanzada al mando de
Pedro de Avendaño llegó a Pilmaiquén, y en la Batalla de
Antihuala (5 de febrero de 1558) capturó a Caupolicán, quien preparaba una
contraofensiva. Según Ercilla, cuando era conducido por un piquete atado hacia
el fuerte de Tucapel le salió al paso una mapuche iracunda, de nombre Fresia,
con un bebé en brazos; era hijo del derrotado toqui. La mujer le enrostró
el hecho de haberse dejado capturar vivo y le arañó el rostro dando alaridos de
rabia, y en un ataque de furia tomó al infante de apenas un año y lo destrozó
al lanzarlo sobre un peñasco. La marcha continuó en silencio su rumbo. Fue
llevado ante el veterano Alonso de Reinoso, quien lo condenó a morir en la
pica, una muerte terrible por empalamiento. Caupolicán fue subido y amarrado a
una tarima que tenía una punta de madero cortado a forma de pica en el centro;
Caupolicán, mostrando gran serenidad, miró soberbiamente a la multitud de
españoles que lo contemplaban y dijo:
«Pues el hado y
suerte mía me tienen esta suerte aparejada, vean que yo la pido, yo la quiero,
que ningún mal hay grande y es postrero».La Araucana
Dicho esto, alzó el pie derecho aún con las amarras puestas y dio una gran
patada al verdugo, que rodó de la tarima; hecho esto, él mismo se sentó en la
pica y, sin dar ninguna muestra de dolor, murió por perforación intestinal.
Caupolicán, sin duda, fue un bravo guerrero, aunque no obtuvo ni las victorias
ni poseía el genio militar de Lautaro.
Actualmente, Caupolicán es reconocido por sus proezas, fuerza e inteligencia en
todo Chile mediante el nombramiento de calles, teatros, parques y monumentos en
su honor.
"Ha
cambiado la historia para nosotros, claro. Los "libros oficiales"
dicen que son otros los que la hicieron y la siguen haciendo por nuestros
pueblos. Los héroes de esta historia, en un mundo "civilizado" en el
que ya no debería haberlos, son los invasores. Mas Caupolicán empalado,
enfrentándolos, representa el suplicio de nuestro pasado, que entra ardiendo en
nuestros corazones. Lautaro es el futuro que vislumbramos, detrás de la cortina
del misterio y del compromiso, y que saldrá como la luz de nuestros ojos".
Elicura
Chihuailaf
Poeta chileno
mapuche
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