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sábado, 3 de marzo de 2012

CAUPOLICÁN Líder mapuche




CAUPOLICÁN
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado



Rubén Darío
Poeta nicaraguense (1867-1916)

Es algo formidable que vio la vieja raza:
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo de Hercúles, o el brazo de Sansón.

Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,
pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,
desjarretar un toro, o estrangular un león.

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,
le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.

"El Toqui, el Toqui!" clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo "Basta",
e irguiose la alta frente del gran Caupolicán...




José Santos Chocano Gastañodi
Poeta peruano (1875-1934)
"El Cantor de América"

Ya todos los caciques probaron el madero.
"¿Quién falta?", y la respuesta fue un arrogante: "!Yo!"
"!Yo!", dijo; y, en la forma de una visión de Homero,
del fondo de los bosques Caupolicán surgió.

Echose el tronco encima, con ademán ligero,
y estremecerse pudo, pero doblarse no.
Bajo sus pies, tres días crujir hizo el sendero,
y estuvo andando... andando... y andando se durmió.

Anduvo, así dormido, vio en sueños al verdugo:
él muerto sobre un tronco, su raza con el yugo,
inútil todo esfuerzo y el mundo siempre igual.

Por eso, al tercer día de andar por valle y sierra,
el tronco alzó en los aires y lo clavó en la tierra

!como si el tronco fuese su propio pedestal!


Pablo Neruda
Poeta chileno (1904-1973)

En la cepa secreta del raulí
creció Caupolicán, torso y tormenta,
y cuando hacia las armas invasoras
su pueblo dirigió,
anduvo el árbol,
anduvo el árbol duro de la patria.
Los invasores vieron el follaje
moverse en medio de la bruma verde,
las gruesas ramas y la vestidura
de innumerables hojas y amenazas,
el tronco terrenal hacerse pueblo,
las raíces salir del territorio...
De Caupolicán el Toqui es la mirada
hundida, de universo montañoso,
los ojos implacables de la tierra,
y las mejillas del titán son muros
escalados por rayos y raíces.


EL EMPALADO (CAUPOLICÁN)
Pablo Neruda


Pero caupolicán llegó al tormento.
Ensartado en la lanza del suplicio,
entró en la muerte lenta de los árboles.
Arauco replegó su ataque verde,
sintió en las sombras el escalosfrio,
clavó en la tierra la cabeza,
se agazapó con sus dolores.
El Toqui dormía en la muerte.
Un ruido de hierro llegaba
del campamento, una corona
de carcajadas extranjeras,
y hacia los bosques enlutados
sólo la noche palpitaba.
No era el dolor, la mordedura
del volcán abierto en las visceras,
era sólo un sueño del bosque,
el árbol que se desangraba.
En las entrañas de mi patria
entraba la punta asesina
hiriendo las tierras sagradas.
La sangre quemante caía
de silencio en silencio, abajo
hacia donde está la semilla
esperando la primavera.
Más hondo caía esta sangre.
Hacia las raíces caía.
Hacia los muertos caía.
Hacia los que iban a nacer.


Caupolicán (o Quepolicán, literalmente pedernal pulido) fue un líder  mapuche. Su principal esposa conocida fue Fresia, también denominada Güeden o Paca por otros autores. Su principal hijo conocido fue Lemucaguin, también llamado como Caupolicán el Joven.
     Luchó desde su juventud contra los conquistadores españoles por la libertad de su territorio. Caupolicán fue elegido toqui (jefe militar)  de los mapuches por su gran fortaleza física y valentía, era de rostro severo y tuerto desde la niñez. Según cuentan las tradiciones, Caupolicán tuvo que demostrar su fuerza ante los caciques, entre los que se encontraba Tucapel y Rengo, presididos por el cacique Colo Colo (de “cod cod”, la huiña o gato montés. El cacique acostumbraba usar una piel de huiña para cubrir su cabeza), sosteniendo un grueso tronco de árbol sobre sus hombros durante dos días y dos noches sin desmayarse antes de ser elegido toqui; Caupolicán fue el vencedor entre otros candidatos tales como Paicaví (del mapuche paica y ví que al unirse significan: juntarse para encontrar la paz), Lincoyán (ejército, grupo armado) y Elicura (de lug, transparente y kura, piedra: piedra transparente). Alonso de Ercilla lo inmortalizaría en La Araucana:
     "Con un desdén y muestra confiada, asiendo el tronco duro y nudoso, como si fuera vara delicada, se lo pone en el hombro poderoso: la gente enmudecía maravillada de ver el fuerte cuerpo tan nervoso. El color de la Lincoya se le muda poniendo en su victoria mucha duda... El bárbaro, sagaz despacio andaba, y a toda prisa entraba el claro día; el sol las largas sombras acortaba, más él nunca decrece en su porfía; al ocaso de la luz se retiraba, ni por eso flaqueza en él había; las estrellas se muestran claramente, y no muestra cansancio aquel valiente".
     Los mapuches es un pueblo que resistió estoica y bravamente la conquista española del sur de Chile. Junto con Lautaro (de “lev”, rápido y de “traro”, aguilucho: aguilucho veloz).fue uno de los conductores de los araucanos en las guerras del siglo XVI.  
    Cooperó con Lautaro en la toma del fuerte Tucapel  y en la batalla de Tucapel, donde es derrotado el ejército conquistador y muere Pedro de Valdivia. Su nombre es símbolo de la resistencia indígena.
     Mientras aún se retiraban los mapuches supervivientes, una avanzada al mando de Pedro de Avendaño llegó a Pilmaiquén,  y en la Batalla de Antihuala (5 de febrero de 1558) capturó a Caupolicán, quien preparaba una contraofensiva. Según Ercilla, cuando era conducido por un piquete atado hacia el fuerte de Tucapel le salió al paso una mapuche iracunda, de nombre Fresia, con un bebé en brazos; era hijo del derrotado toqui. La mujer le enrostró el hecho de haberse dejado capturar vivo y le arañó el rostro dando alaridos de rabia, y en un ataque de furia tomó al infante de apenas un año y lo destrozó al lanzarlo sobre un peñasco. La marcha continuó en silencio su rumbo. Fue llevado ante el veterano Alonso de Reinoso, quien lo condenó a morir en la pica, una muerte terrible por empalamiento. Caupolicán fue subido y amarrado a una tarima que tenía una punta de madero cortado a forma de pica en el centro; Caupolicán, mostrando gran serenidad, miró soberbiamente a la multitud de españoles que lo contemplaban y dijo:
 «Pues el hado y suerte mía me tienen esta suerte aparejada, vean que yo la pido, yo la quiero, que ningún mal hay grande y es postrero».La Araucana
     Dicho esto, alzó el pie derecho aún con las amarras puestas y dio una gran patada al verdugo, que rodó de la tarima; hecho esto, él mismo se sentó en la pica y, sin dar ninguna muestra de dolor, murió por perforación intestinal. Caupolicán, sin duda, fue un bravo guerrero, aunque no obtuvo ni las victorias ni poseía el genio militar de Lautaro.
     Actualmente, Caupolicán es reconocido por sus proezas, fuerza e inteligencia en todo Chile mediante el nombramiento de calles, teatros, parques y monumentos en su honor.
     "Ha cambiado la historia para nosotros, claro. Los "libros oficiales" dicen que son otros los que la hicieron y la siguen haciendo por nuestros pueblos. Los héroes de esta historia, en un mundo "civilizado" en el que ya no debería haberlos, son los invasores. Mas Caupolicán empalado, enfrentándolos, representa el suplicio de nuestro pasado, que entra ardiendo en nuestros corazones. Lautaro es el futuro que vislumbramos, detrás de la cortina del misterio y del compromiso, y que saldrá como la luz de nuestros ojos".
Elicura Chihuailaf
Poeta chileno mapuche


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