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miércoles, 29 de febrero de 2012

JOY MILLS



"EN UNA ÉPOCA DE AVANCES SIN
PARALELO DEL CONOCIMIENTO,
ES NECESARIA UNA SABIDURÍA
QUE LIBERE EL ESPÍRITU ANTES QUE
DESTRUYAMOS LA RAZA HUMANA¨


 JOY MILLS




martes, 28 de febrero de 2012

HOMOSEXUALIDAD

HOMOSEXUALIDAD



     Es probable que en todos lados se produzcan comportamientos homosexuales, pero definir a las personas por su conducta o preferencia sexual no es un dominio universal de significado para todos los pueblos, y la moderna noción europea y norteamericana de que todos los que practican un comportamiento homosexual son “homosexuales”, una “especie”  distintiva con rasgos únicos, no es aceptada universalmente.

     R. Burton, distinguió las relaciones homosexuales en las cuales el compañero de mayor edad penetra al más joven de aquellas en las que un compañero masculino penetra a una persona del mismo sexo que desempeña el papel femenino. Estas dos homosexualidades estratificadas por edad y por género se presentan en áreas culturales distintas, sin una conexión visible con el tamaño ni con la complejidad de las sociedades en las que las encuentra. En las sociedades industrializadas urbanas, se ha vuelto cada vez más importante una organización igualitaria/gay de las relaciones homosexuales.

     Estos tres tipos son ideales. En un mismo sitio pueden presentarse simultáneamente casos de todos ellos. La tipología parece abarcar la variación observada en los esquemas societales de relaciones sexuales entre personas del mismo sexo para las mujeres, así como para los varones. No parece haber cientos, ni decenas siquiera, de diferentes principios de organización de las relaciones homosexuales en las sociedades humanas. Además, uno de estos tipos tiende a figurar de manera más prominente en el “discurso dominante” (y a predominar en las explicaciones a las personas de fuera que preguntan por las relaciones del mismo sexo). Por ejemplo, la homosexualidad graduada por edad era la forma normativa en el discurso ateniense antiguo, y se lexicalizaba con un término, kinaidos, mientras que la homosexualidad definida por género y camarería no lo era. De manera similar, el papel de dos-espíritus/berdache entre muchos pueblos indígenas norteamericanos estaba lexicalizado, mientras que las relaciones sexuales entre dos guerreros no lo estaban.



     En las sociedades en las cuales la homosexualidad se define por la edad la norma es que los hombres “asciendan” al papel del penetrador, dejando por entero de actuar como receptor, aunque en las sociedades con estructuras de homosexualidad definidas por edad se “gradúan” de la “fase” homosexual. En algunas sociedades del África subsahariana, por ejemplo, una élite mantenía “muchachos esposas” que realizaban labores femeninas y constituían una salida sexual para sus “maridos”. Más tarde, los muchachos acostumbrados a una homosexualidad exclusivamente receptiva, pasaban, ya mayores, a papeles de “maridos” y tomaban a su vez “muchachos esposas” de una nueva generación. En algunas culturas melanesias para llegar a ser varón y guerrero tienen que pasar varios años de homosexualidad receptiva exclusiva con varones físicamente maduros. La inseminación “ritualizada” está masculinizada para ambos participantes; de hecho, es parte central de un culto a la masculinidad (Herdt; Herdt y Stoller). En muchas sociedades musulmanas contemporáneas, igual que en la antigua Grecia, la “sumisión” de los adolescentes a la relación sexual con mayores no engendra necesariamente un afeminamiento de toda la vida ni impide las relaciones heterosexuales posteriores.

     Las sociedades primitivas presentan una amplia gama de actitudes hacia la homosexualidad. Algunas, como la de los siwans en el norte de África, suponen que todos los hombres jóvenes y los muchachos practican la sodomía homosexual. Los grandes nambas de las Nuevas Hébridas han institucionalizado la homosexualidad como lo hicieron los zuños. Los manus de Nueva Guinea constituyen un grupo típico de la actitud indiferente hacia la homosexualidad.

     Se consideran endémicas las prácticas homosexuales en muchos países del mundo, especialmente en las zonas del Mediterráneo y del Lejano Oriente.

     En la organización de la homosexualidad definida por género se espera que el compañero sexualmente receptivo escenifique algunos aspectos del papel femenino: comportarse, hablar o vestirse de maneras apropiadas, en esa sociedad, para las mujeres. El papel prototípico definido por el género es el “pasivo”, difundido en las áreas culturales del Mediterráneo y de América Latina. El varón “activo” en la cópula homosexual no es visto oficialmente como “homosexual”. Pero los varones en papeles y ocupaciones femeninos retienen ciertas prerrogativas masculinas. También se dice con frecuencia que hacen el “trabajo de las mujeres” mejor que las mujeres mismas. En los cultos afrobrasileños algunos varones pasivos ejercen poderes espirituales y obtienen el prestigio concomitante. A los chamanes trasvestidos a ambos lados del Pacífico norte, e incluso en Indochina se les atribuía también importantes poderes. Los que desempeñaban ese papel eran vistos con un temor reverente…emoción ambivalente, sin duda.

     Algunos grupos permiten prácticas homosexuales,  pero rechazan la sodomía, y otros prohíben todas las prácticas homosexuales. En las comunidades donde hay poca homosexualidad se advierten presiones dirigidas contra su manifestación abierta. Algunas sociedades reconocen a una clase de hombres que tienen un status intermedio de mujer-hombre y pueden vestirse como mujeres, casarse con hombres y hacer los trabajos femeninos, como en el caso de los alyhas, de los berdaches o de los chamanes.

     No está claro si existe una organización definida por profesión, como algo distinto de la definida por género. El debate se centra en si hay autoselección por parte de quienes buscan un nicho para el deseo homosexual o la incapacidad (de base biológica) para desempeñar el papel masculino, o si la socialización sexual produce papeles como el de los chamanes, los jóvenes bailarines, los cantantes trasvestidos y las personas que practican prostitución con gente de su mismo sexo.

    En tiempos recientes ha adquirido prominencia, en ciudades de todo el mundo, una organización gay de la homosexualidad. Lo especial en este caso es la conciencia grupal de una diferencia, con una subcultura separada basada en papeles sexuales igualitarios que acepta la posibilidad de relaciones exclusivas (no bisexuales) del mismo sexo. 

     Para la mayoría de las culturas los datos sobre la conducta homosexual y la reacción societal a la misma son tan escasos, recientes e incompletos que poco puede decirse sobre los cambios. En Europa, Japón y posiblemente también en China a finales del siglo XVII se produjo una transformación de edad a género. Durante las décadas de 1960 y 1970 las zonas urbanas de Estados Unidos las distinciones de género o “variaciones” pasaron de ser normativas a ser estigmatizadas, y el modelo gay predomina cada vez más en las ciudades de todo el mundo.

     Las “visiones nativas” acerca del cambio de género y la pederastia que registraron exploradores, misioneros y antropólogos presuntamente “objetivos” tienden a ser prescripciones de élite que pueden tener poco que ver con regularidades estadísticas de comportamiento, por no hablar de la gama de la variación intracultural. En la mayoría de las etnografías no se menciona siquiera cuál es la visión normativa/societal dominante de la homosexualidad. Cuando se ha señalado algo acerca de la homosexualidad se refiere por lo general a normas o descripciones de papeles, más que cómo experimentan la homosexualidad quienes están involucrados en ella. Lo que Simon y Gagnon (1986) llamaron “guiones culturales” para generar significado sexual está interaccional e intrapsíquicamente adaptado en todas las culturas. Los modelos normativos pueden canalizar las percepciones de los otros y la concepción de uno mismo, pero no las determinan y pueden ni siquiera ser compartidos. Lo que la gente hace sexualmente, en contraste con lo que dice, es poco conocido y difícil de investigar.

     En los comienzos de la república romana las relaciones homosexuales entre los hombres libres estaban penadas incluso con la muerte por la ley Scantinia. Parece que legislaba contra ciertas formas de contacto sexual, como la pederastia que era considerada una práctica griega degenerada y como tal generalmente reprobada, y también contra aquellos casos en los que un ciudadano ejercía un papel pasivo en la práctica del sexo anal. Por lo que en realidad no prohibía todas las prácticas homosexuales, no haciendo ninguna restricción legal al uso sexual de los esclavos varones por parte de su dueño, ni aquellos casos en los que el hombre libre ejerciera el papel activo.

     A mediados de la república, los actos homosexuales eran ampliamente aceptados si el activo era un romano y el pasivo un esclavo o un no-romano.

     Aunque fue la norma en Grecia y Roma que el eromenos, miembro joven de la pareja, fuera el pasivo y el mayor, o erastés, fuera el activo, existen (especialmente en el periodo romano) evidencias de que había hombres mayores que preferían el papel pasivo. Una vez unido a su amante, el eromeno recibía las armas que le hacían igual a los guerreros, entre los cuales era admitido. Constituía un honor para un mocito tener varios pretendientes y un deshonor para un hombre no ser aceptado por ningún chico. La vida de estos guerreros tenía analogías con la de los caballeros de la Edad Media. En honor a su eromeno, los erastés llevaban a cabo verdaderas proezas, como siglos después los caballeros por su dama. Igual susceptibilidad, el mismo puntillo de honor, idéntico heroismo aventurero.


     Flaubeurt, hablando de los mercenarios de Cartago, dice en Salambó; "En su vagabundaje perpetuo a través de toda suerte de países, crímenes y aventuras, se formaban extraños amores, uniones obscenas, tan serias como matrimonios, donde el más fuerte defendía al más joven en medio de las batallas, le ayudaba a salvar los precipicios, secaba de su frente el sudor de las fiebres, robaba alimentos para él; y el otro pagaba esta devoción con mil cuidados delicados y con complacencias de esposa".

     El color verde fue durante siglos un código para los homosexuales. A los hombres afeminados se les llamaba galbinati, precisamente por su supuesta afición por el color verde.

     En el siglo 1 Suetonio y Tácito constatan la generalización de matrimonios entre hombres sin trabas ya que el matrimonio en la sociedad romana era un contrato privado. El emperador Nerón fue el primer emperador romano que se casó con otro hombre, y lo hizo en tres ocasiones. Suetonio en su obra Las vidas de los doce césares, confirma que de los doce primeros emperadores solo a Claudio le interesaban exclusivamente las mujeres, por lo que fue objeto de crítica por su parte. Todos los demás tuvieron chicos u hombres como amantes.

     Con la llegada del cristianismo al poder, aunque quizá un poco antes, cualquier expresión de amor homosexual se convirtió en tabú y se proscribió su práctica. En 390 Teodosio I proclamó una ley prohibiendo definitivamente todas las relaciones sexuales con los del mismo sexo, castigándolas con la pena de muerte. Y la condena se mantendría en la legislación de Justiniano I.

     Durante muchos años, se ha debatido si la homosexualidad es biológica o el resultado de una elección personal. La influencia externa, la educación, la cultura y las amistades son muy determinantes de la personalidad de un individuo desde su nacimiento. Muchos expertos sitúan a la orientación homosexual en este contexto. Al no ser considerada la homosexualidad una enfermedad, no requiere tratamiento y tampoco puede corregirse. La homosexualidad en si misma no es un problema sino que los problemas son creados por los prejuicios sociales homofóbicos dando cuadros de mayor ansiedad, depresión e intentos de suicidios que entre heterosexuales.

       Si bien hay homosexuales con vidas afortunadas y felices, hay otros que acuden a un terapeuta con el fin de modificar su orientación sexual. Hay otros casos en los que se pide ayuda psicológica para el proceso de asumir la propia preferencia sexual.

     Los intentos por demostrar un determinismo genético en la orientación homosexual adolecen de rigor, y no han aportado ninguna evidencia convincente. Por lo cual, se ha de mantener que el homosexual "no nace, sino que se hace".

     Algunos países consideran la agresión contra las personas por su preferencia sexual como "crímenes con alevosía". También en Estados Unidos y Europa, hay leyes que prohíben la discriminación a homosexuales.

     BERDACHE. Quien se comporta y viste como un miembro del sexo opuesto. Es el “hombre-mujer” o “mujer-hombre” de los indios de los Estados Unidos. Los berdache más frecuentes eran varones anatómicos. Algunos eran hermafroditas. Los primeros exploradores franceses de Norteamérica fueron los que usaron inicialmente el término para referirse a homosexuales pasivos. El status de berdache se encontraba en todo el oeste norteamericano y en las llanuras, pero era casi totalmente desconocido en el este. Con frecuencia los berdache tenían un elevado status ritual. Se ha propuesto que se utilice el término para designar a personas de un sexo que asumen el papel y el status del opuesto, y que son considerados así por la comunidad. Algunos berdaches se infieren heridas para simular la menstruación, o rellenar sus vestidos para simular embarazo.

     KINAIDOS. Suetonio dice que el emperador Nerón tomaba el papel pasivo durante las relaciones sexuales con el liberto Doríforo. Además se les acusa de dedicar demasiado tiempo en su apariencia física para atraer y complacer a sus amantes. Así usualmente aludidos de forma despectiva con términos como kinaidos o cinaedus (palabras también aplicadas a los eunucos).

     Cuando el joven conquistador Julio César estaba destinado en Macedonia tuvo una relación con el rey de Bitinia Nicomedes, se dice que asumiendo el papel de pasivo, acto que daño un poco su reputación (se mofaron de él llamándole: "La Reina de Bitinia").
    

lunes, 27 de febrero de 2012

LA PIEDRA DE SOPA

LA PIEDRA DE SOPA 
Cuento checo



     En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer.
     -Lo siento-, dijo ella, -pero ahora mismo no tengo nada en casa-.
     -No se preocupe-, dijo amablemente el extraño: -Tengo una piedra de sopa en mi cartera; si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la mas exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande, por favor-.
     A la mujer le pico la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver al extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadera delectación y exclamó -Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas-.
     -Yo tengo algunas en mi cocina-, grito una mujer. Y en pocos minutos regresó con una gran fuente de patatas que fueron derechas al puchero. El extraño volvió a probar el brebaje, y añadió pensativo: -Si tuviésemos un poco de carne haríamos un cocido de lo mas apetitoso...-
     Otra ama de casa salió zumbando y regresó con un gran pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo: -Ah, que sabroso!. Pero si tuviésemos unas pocas verduras sería perfecto...-.
     Una de las vecinas fue corriendo a su casa y regresó con una cesta de cebollas y zanahorias. Después de introducirlas en el puchero, el extraño probó, de nuevo, el guiso y, con tono autoritario, dijo: -Sal!-. Al punto la dueña de la casa proporciono dicho ingrediente.

     A continuación, el extraño dio otro orden: -¡Platos para todo el mundo!-. La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos.
Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas.
Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa. Todos se sentían extrañamente felices mientras reían, charlaban y compartían, por primera vez, su comida. En medio del alborozo, el extraño se escabulló, silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellas podrían usar siempre que quisieran hacer la más mágica y deliciosa sopa del mundo.

domingo, 26 de febrero de 2012

TÚ ERES LO PRIMERO, LO ÚLTIMO, MI TODO.

TÚ ERES LO PRIMERO, LO ÚLTIMO, MI TODO
BARRY WHITE
CANTANTE NORTEAMERICANO (1944-2003)


TÚ ERES LO PRIMERO,
LO ÚLTIMO,
MI TODO.

TÚ ERES LA RESPUESTA
A TODOS MIS SUEÑOS.

TÚ ERES MI SOL,
MI LUNA,
LA ESTRELLA QUE ME GUÍA,
MI MARAVILLA...
ESO ES LO QUE ERES.

SE MUY BIEN QUE SOLAMENTE HAY UNA,
SÓLO UNA COMO TÚ,
ES IMPOSIBLE QUE PUDIERAN HACER DOS
PORQUE ERES IRREPETIBLE.

TÚ ERES LO ÚNICO POR LO QUE VIVO,
SIEMPRE GUARDARÉ TU AMOR,
LO PRIMERO,
LO ÚLTIMO,
MI TODO.

EN TÍ HE ENCONTRADO,
TANTAS COSAS,
UN AMOR TAN NUEVO,
QUE SÓLO TÚ,
SOLAMENTE TÚ PUEDES DAR.

ES QUE NO VES QUE ERES TÚ,
LA QUE ME HACE SENTIR ASÍ,
ERES COMO EL PRIMER ROCÍO
DEL DÍA QUE COMIENZA.

PUEDO VER TANTAS FORMAS
EN LAS QUE YO TE LLENARÉ DE AMOR
HASTA EL DÍA DE MI MUERTE.

TÚ ERES MI MUNDO
TU AMOR LO LLEVARÉ SIEMPRE,
LO PRIMERO,
MI FINAL,
MI TODO.

TÚ ERES LO ÚNICO
TODA LA FELICIDAD,
LA FELICIDAD QUE DAS.

TÚ ERES MI REALIDAD,
ESTOY PERDIDO EN UN SUEÑO,
LO PRIMERO,
LO ÚLTIMO,
MI TODO.

YO SE QUE SÓLO PUEDE HABER UNA,
UNA COMO TÚ,
NO HAY MANERA
QUE PUDIERAN HABER HECHO DOS
PORQUE ERES IRREPETIBLE.

TÚ ERES POR LO QUE VIVO,
ESTOY PERDIDO EN UN SUEÑO,
TÚ ERES LO PRIMERO,
LO ÚLTIMO,
LO ÚNICO.

TU AMOR LO LLEVARÉ SIEMPRE,
LO PRIMERO,
LO ÚLTIMO,
MI TODO.

MI TODO.

MI TODO,

MI TODO.

sábado, 25 de febrero de 2012

NECRONOMICÓN DE LOVECRAFT

HISTORIA DEL NECRONOMICÓN
H.P.LOVECRAFT

Breve, pero completo, resumen de la historia de este libro, de su autor, de diversas traducciones y ediciones desde su redacción (en el 730) hasta nuestros días.

Edición conmemorativa y limitada a cargo de Wilson H. Shepherd, The Rebel Press, Oakman, Alabama.


     El título original era Al-Azif, Azif era el término utilizado por los árabes para designar el ruido nocturno (producido por los insectos) que, se suponía, era el murmullo de los demonios.
     Escrito por Abdul Al Hazred, un poeta loco huido de Sanaa al Yemen, en la época de los califas Omeyas hacia el año 700. Visita las ruinas de Babilonia y los subterráneos secretos de Menfis, y pasa diez años en la soledad del gran desierto que se extiende al sur de Arabia, el Roba el-Khaliyeh, o "Espacio vital" de los antiguos, y el Dahna, o "Desierto Escarlata" de los árabes modernos.
     Se dice que este desierto está habitado por espíritus malignos y monstruos tenebrosos. Todos aquellos que aseguran haber penetrado en sus regiones cuentan cosas extrañas y sobrenaturales.
     Durante los últimos años de su vida, Al Hazred vivió en Damasco, donde escribió el Necronomicón (Al-Azif) y por donde circulan terribles y contradictorios rumores sobre su muerte o desaparición en el 738. Su biógrafo del siglo XII, Ibn-Khallikan, cuenta que fue asesinado por un monstruo invisible en pleno día y devorado horriblemente en presencia de un gran número de aterrorizados testigos. Se cuentan, además, muchas cosas sobre su locura. Pretendía haber visto la famosa Ilrem, la Ciudad de los Pilares, y haber encontrado bajo las ruinas de una inencontrable ciudad del desierto los anales secretos de una raza más antigua que la humanidad. No participaba de la fe musulmana, adoraba a unas desconocidas entidades a las que llamaba Yog-Sothoth y Cthulhu.
     En el año 950, el Azif, que había circulado en secreto entre los filósofos de la época, fue traducido ocultamente al griego por Theodorus Philetas de Constantinopla, bajo el título de Necronomicón. Durante un sigo, y debido a su influencia, tuvieron lugar ciertos hechos horribles, por lo que el libro fue prohibido y quemado por el patriarca Michael. Desde entonces no tenemos más que vagas referencias del libro, pero en el 1228, Olaus Wormius encuentra una traducción al latín que fue impresa dos veces, una en el siglo XV, en letras negras (con toda seguridad en Alemania), y otra en el siglo XVII (probablemente en España). Ninguna de las dos ediciones lleva ningún tipo de aclaración, de tal forma que es sólo por su tipografía que se supone la fecha y el lugar de impresión.
     La obra, tanto en su versión griega como en la latina, fue prohibida por el Papa Gregorio IX, en el 1232, poco después de que su traducción al latín fuese un poderoso foco de atención. La edición árabe original se perdió en los tiempos de Wormius, tal y como se dijo en el prefacio (hay vagas alusiones sobre la existencia de una copia secreta encontrada en San Francisco a principios de siglo, pero que desapareció en el gran incendio). No hay ningún rastro de la versión griega, impresa en Italia, entre el 1500 y el 1550, después del incendio que tuvo lugar en la biblioteca de cierto personaje de Salem, en 1692. Igualmente, existía una traducción del doctor Dee, jamás impresa, basada en el manuscrito original.
     Los textos latinos que aún subsisten, uno (del siglo XV) está guardado en el Museo Británico y el otro (del sigo XV) se halla en la Biblioteca Nacional de París. Una edición del siglo XVII se encuentra en la Biblioteca de Wiedener de Harvard y otra en la biblioteca de la Universidad de Miskatonic, en Arkham; mientras que hay una más en la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires.
     Probablemente existían más copias secretas, y se rumoreaba persistentemente que una copia del siglo XV fue a parar a la colección de un célebre millonario norteamericano. Existe otro rumor que asegura que una copia del texto griego del siglo XVI es propiedad de la familia Pickman de Salem; pero es casi seguro que esta copia desapareció, al mismo tiempo que el artista R.U. Pickman, en 1926.
     La obra está severamente prohibida por las autoridades y por todas las organizaciones legales inglesas. Su lectura puede traer consecuencias nefastas.
     Se cree que R.W. Chambers se basó en este libro para su obra El rey en amarillo.


CRONOLOGÍA
  • Al-Azif se escribe en Damasco en el 730, por Abdul Al-Hazred.
  • Traducción al griego con el título de Necronomicón, a cargo de Theodorus Philetas, en el 950.
  • El patriarca Michael lo prohíbe en el 1050 (el texto griego). El árabe se ha perdido.
  • En 1228, Olaus traduce el texto griego al latín.
  • Las ediciones latina y griega son destruidas por Gregorio IX en 1232.
  • En 14... (?) aparece una edición en letras góticas en Alemania.
  • En 15... (?) el texto griego es impreso en Italia.
  • En 16... (?) aparece la traducción al castellano del texto latino.

EL FISTOL DEL DIABLO

EL FISTOL DEL DIABLO
 MANUEL PAYNO
Militar y escritor mexicano (1810-1894)


     Se trata de una historia larga,  de numerosos personajes, llena de incidentes y de sorpresas como lo exige la novela de folletín o de entregas, como lo fue El Fistol del Diablo y como lo pedía también la amplia perspectiva de la vida mexicana que el autor quiso presentarnos. Corren en la novela dos corrientes:  la vida de la gente acomodada y la vida popular, hasta sus más bajos niveles. Entre una y otra se establecen contactos y relaciones debidos, unas veces, a la casualidad y, las mas, aquellas ocasiones en que ambas corrientes se acercan por motivo de intereses. Estos intereses suelen ser nobles y caritativos, como cuando la gente acomodada socorre y auxilia a los pobres; otras veces son perversos y condenables, como cuando los ricos acuden a la colaboración del hampa para ciertas fechorías, o cuando el hampa se allega a los ricos para explotarlos, robarles o aprovecharse de ellos de algún modo. En una novela mexicana del siglo XlX no podían faltar las intrigas y las combinaciones políticas nacionales y, desgraciadamente, internacionales, en el caso de El Fistol del Diablo la guerra de 1847 con los Estados Unidos. A algunos de los personajes, en momentos decisivos para su vida, los mueven intereses políticos o de alguna manera son víctimas de ellos. El hilo de la novela se va tejiendo y entretejiendo en el telar de intereses, pasiones, caprichos, sorpresas, encuentros, casualidades e innumerables vicisitudes, de tal manera que no decae un solo momento el interés del lector...

Capítulo primero 
Visita misteriosa (fragmento)

     Arturo tenía 22 años. Su fisonomía era amable y conservaba la frescura y el aspecto candoroso que distingue a las personas cuyo corazón no ha sufrido las tormentas y martirios de las pasiones. Arturo había sido enviado por sus padres a educarse en un colegio de Inglaterra; y allí, entre los estudios y los recreos inocentes, se había desarrollado su juventud, vigilada por severos maestros. Las nieblas de Inglaterra, el carácter serio y reflexivo de los ingleses y la larga separación de su familia, habían hecho el genio de Arturo un poco triste.
Conocía el amor por instinto, lo deseaba como una necesidad que le reclamaba su corazón, pero nunca lo había experimentado en toda su fuerza; y excepto algunas señas de inteligencia que había hecho a una joven que vivía cerca del colegio, no podía contar más campañas amorosas.
Concluidos sus estudios, regresó a México al lado de su familia, que poseía bastantes comodidades para ocupar una buena posición en la sociedad. Al principio, Arturo extrañó las costumbres inglesas y hasta el idioma; mas poco a poco fue habituándose de nuevo al modo de vivir de su país, y notó además que los ojuelos negros de las mexicanas, su pulido pie y su incomparable gracia, merecían una poca de atención.
El carácter de Arturo se hizo más melancólico, y siempre que volvía de una concurrencia pública, reñía a los criados, le disgustaba la comida, maldecía el país y a su poca civilización, y concluía por encerrarse en su cuarto con un fastidio y un mal humor horribles, cuya causa él mismo no podía adivinar.
Una de tantas noches en que aconteció esto y en que se disponía a marcharse al teatro, se quedó un momento delante de su espejo, pensando que si su figura no era un Adonis, podría al menos hacer alguna impresión en el ánimo de las jóvenes.
-¡Eh! -dijo-, estoy decidido a empezar mis campañas de amor. He pasado una vida demasiado fastidiosa en el colegio. Este cielo azul, estas flores, este clima de México me han reanimado el corazón, y me dan fuerzas y valor para arrojarme a una vida de emociones y placeres. Pero quisiera no una querida, sino dos, tres, veinte, si fuera posible, pues tengo tanta ambición de amor en el corazón, como Napoleón la tenía de batallas y de gloria.
Si yo consiguiera conquistar los corazones -continuó acabándose de poner los guantes-; si tuviera cierto secreto para hacerme amar de las muchachas, era capaz de hacer un pacto con el mismo Diablo...
Un ligero ruido hizo volver la cabeza de Arturo, y se encontró frente a frente con un hombre alto y bien distribuido de todos los miembros. Sus ojos eran grandes y rasgados, sombreados por rizadas pestañas, ya brillaban como dos luceros o ya relucían como dos ópalos. En su fisonomía había alguna cosa de rudo y salvaje, a la vez que agradable, pues parecía participar de la belleza de un ángel y de la malicia de un demonio. Su cabello delgado y castaño, perfectamente arreglado, caía sobre sus sienes y orejas y engastaba su rostro de una manera graciosa.
Vestía un traje negro; y un grueso fistol, prendido en su camisa blanquísima y de rica holanda, despedía rayos de luz de todos los colores del iris. Una cadenita de oro y amatistas, asida a los botones del chaleco, iba a esconderse en la bolsa izquierda. No podía darse ni hombre más elegante, ni más bien presentado, y sólo una mujer, con su curiosidad instintiva, podría haber notado que las puntas de las botas eran extremadamente largas y agudas.
-¡Caballero! -dijo Arturo saludando al recién llegado.
-Servidor vuestro, querido Arturo -contestó con una voz afable el desconocido.
-¿Podré seros útil en algo?
-¿Os habéis olvidado ya de mí?
-Quiero recordar vuestra fisonomía -repuso Arturo, acercando una silla.- Pero sentaos y hacedme la gracia de darme algunas ideas...
-¿Os recordáis -dijo el desconocido arrellanándose en una poltrona- del paso del Calais?
-Recuerdo, en efecto -contestó Arturo, acercando una silla-, que había un individuo muy parecido a vos, que reía a carcajadas cuando estaba a pique de reventarse el barco de vapor, y cuando todos los pasajeros tenían buena dosis de susto...
-¿Y recordáis que ese individuo os prometió salvaros en caso de un naufragio?
-Perfectamente, pero... sois vos sin duda, pues os reconozco, más por el hermoso fistol que por vuestra fisonomía. Estáis un poco acabado. El tipo es el mismo, mas noto cierta palidez...
-Bien, Arturo, puesto que hacéis memoria de mi, poco importa que sea por el diamante o por la fisonomía. Soy el hombre que encontrasteis en el paso de Calais, y creo no os será desagradable verme en vuestra casa.
-De ninguna suerte -interrumpió Arturo, sonriendo y tendiendo la mano al hombre del paso del Calais-, mi casa y cuanto poseo está a vuestra disposición.
-Gracias, no os molestaré en nada, y antes bien os serviré de mucho. Platiquemos un rato.
-De buena voluntad -contestó Arturo sentándose.
-Decidme, Arturo, ¿no es verdad que pensabais actualmente en el amor?
-En efecto -repuso Arturo algo desconcertado-, pensaba en el amor; pero ya veis que es el pensamiento que domina a los veintidós años.
-Decidme, Arturo, ¿no habéis sentido un malhumor horrible los días anteriores?
-En efecto -contestó Arturo un poco más alarmado- pero también esto es muy natural... cuando el corazón está vacío e indiferente a todo lo que pasa en la vida.
-Decidme, Arturo, ¿no es cierto que tenéis en el corazón una ambición desmedida de amor?
-Pero vos adivináis -interrumpió Arturo, levantándose de su asiento.
-Decidme, Arturo, ¿no es cierto que antes de que yo entrara os mirabais al espejo, y pensabais en que vuestra fisonomía juvenil y fresca podría hacer impresión en el corazón de las mujeres?
-Es muy extraño esto -murmuró Arturo, y luego, dirigiéndose al desconocido, le dijo:- ¿Decidme quién sois?
-¿Quién soy?... Nadie. El hombre del paso de Calais. Pasadla bien -continuó, levantándose de la poltrona y dirigiéndose a la puerta -.Nos veremos mañana.
-No, aguardad; aguardad -gritó Arturo-, quiero saber quién sois, y si debo consideraros amigo o enemigo...
-Hasta mañana -murmuró el desconocido-, cerrando tras de sí la puerta.
Arturo tomó la luz y salió a buscarlo, pero en vano. Ni en la escalera ni en el patio había nada. Todo estaba en silencio y el portero dormía profundamente.
Arturo subió a su cuarto, se desnudó y se metió en su cama. En toda la noche no se pudo borrar de su imaginación el extraño personaje que había adivinado sus más íntimos secretos. Los ojos de ópalo del hombre de Calais y su fistol de diamantes, brillaron toda la noche en la imaginación de Arturo.


Manuel Payno (1810-1894), militar y escritor mexicano nacido y muerto en la Ciudad de México. Impulsor del periodismo y de la industria editorial mexicana, es figura central del costumbrismo literario; con su obra, El fistol del diablo, fue precursor de la novela romántica del folletín. Se inició como funcionario aduanal y de hacienda, después pasó al Ministerio de Guerra con el grado de Teniente Coronel como jefe de sección. Fue diplomático en España y más tarde senador. Fue también orador, periodista, profesor de historia nacional y realizó trabajos sobre economía y finanzas. Autor de una vasta obra literaria que abarca diversos géneros, entre la que se distinguen: Los bandidos de Río Frío; Tardes nubladas; El fistol del diablo; El hombre de la situación.

FAUSTO DE GOETHE


FAUSTO
GOETHE (Juan Wolfgang)
Escritor alemán (1749-1832)



En un prólogo cuya acción transcurre en el Cielo y que comienza con un concepto platónico-pitagórico puesto en boca del arcángel San Rafael, el Señor autoriza a Mefistófeles para inducir a la tentación al doctor Fausto, “cuyo espíritu cabalga por los espacios”, según la frase del propio demonio.

     El doctor Fausto, sabio profesor para quien las ciencias no tenían ya secretos, es presentado en su estudio-laboratorio, rodeado de libros, ochentón, anhelante del conocimiento de lo sobrenatural y hastiado del mundo hasta el extremo de pensar en quitarse la vida. El tañido de las campanas que anunciaban la Pascua de Resurrección le hace volver el pensamiento a Dios y desistir del intento suicida.

     Meditabundo y triste, el doctor sale a pasear por el campo con su criado-discípulo, Wagner, y al caer la tarde se le aparece el Diablo en figura de perro, siguiéndole a su casa con ánimo de tentarle. Adoptando la forma humana, le promete devolverle la juventud perdida, hacerle conocer prácticamente el mundo y los goces del amor  - de los cuales Fausto solo tenía conocimiento por los libros-  y revelarle los misterios de la vida futura; y el viejo sabio, a cambio de todo eso, a cambio de poder decir un solo instante que es feliz, consiente en ligarse para siempre a su tentador, al cual firma el pacto con su sangre.




     Mefistófeles empieza por llevar a su protegido a la bodega de Auerbach, donde pasan un rato con alegres compañeros y realiza aquel el prodigio de obsequiar a todos con variados vinos que saca del tablero de una mesa dándole un taladro; después conduce a Fausto a la cocina de una hechicera, y allí le hace beber el filtro que ha de rejuvenecerle y que “le hará ver una Helena en cada mujer que encuentre”. En el perol de la hechicera ve un rostro femenino del cual se enamora, ella es Margarita.

     Ya rejuvenecido el sabio doctor, pasa con su diabólico acompañante a una ciudad en la que encuentra a Margarita, muchacha pobre e inocente, por la cual el artificial doncel se siente inflamado de amor. Tratan de vencer fácilmente la frágil virtud de la casta doncella merced al regalo de unas joyas –suministradas por Mefistófeles- y con la complaciente ayuda de la buena amiga Marta, que presta su casa y jardín para las entrevistas de los amantes, pero Margarita desechando lo material sólo llega a sucumbir a base de atenciones que le solicita a su pretendiente. Fausto proporciona a su adorada un brebaje para que se lo administre a su madre y la haga dormir profundamente, con el fin de que pueda la joven recibirle en su habitación sin peligro de ser sorprendidos, como así se realiza.

     Mas, al salir de casa de Margarita, tropieza Fausto con Valentín, militar y hermano de aquella, el cual pide cuentas al seductor por la deshonra de la inocente muchacha; y Fausto aconsejado y ayudado por el Diablo, provoca y mata al ofendido, huyendo inmediatamente después.

     Mefistófeles conduce a su protegido a la montaña de Harz, donde le hace asistir a un aquelarre. Después tiene Fausto la visión de Margarita presa y condenada a muerte, y obliga a Mefistófeles a llevarle al calabozo de su ex amante y a prestarle ayuda para ponerla en libertad. Pero la joven pecadora –que fue a causa de la muerte de su madre por excederse en la administración del brebaje somnífero y que además quitó la vida al hijo que tuvo como fruto de sus amores con  Fausto-, con la razón trastornada, se niega a seguir a su seductor por una inspiración divina, y, horrorizada, se refugia en un rincón del calabozo mientras Mefistófeles arrastra fuera de allí a fausto, al mismo tiempo que “una voz de lo alto” clama: “ ¡Está salvada!...”



     Finalmente Fausto se convierte en un amo muy rico y poderoso, gracias a haberle regalado el rey una provincia como gratitud a un favor.  Más no se siente feliz, pese a haber ayudado a toda la gente a su cargo con hospitales y mucha ayuda humanitaria. Ciego y anciano maldice de su suerte. Pronuncia la frase final del pacto. Acude Mefistófeles, pero no puede llevarse su alma por existir al final del contrato una cláusula que lo anula en caso de portarse con pureza y benevolencia. Así que finalmente los espíritus que se llevan su alma son los espíritus celestiales.

     Los puntos fundamentales del argumento están tomados de una leyenda medieval.




viernes, 24 de febrero de 2012

CREDO. León Felipe.

CREDO
LEÓN FELIPE
Poeta español (1884-1968)

Aquí estoy...
En este mundo todavía... Viejo y cansado... Esperando
a que me llamen...
Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita
y condenada
y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro
y me ha dicho severo:
No, no es la hora todavía... hay que esperar...
Y aquí estoy esperando...
con el mismo traje viejo de ayer,
haciendo recuentos y memoria,
haciendo examen de conciencia,
escudriñando agudamente mi vida...
¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... Todo lo perdí.
Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda...
Y mi esperanza se levanta para decir acongojada:
Otra vez lo haré mejor, Señor,
porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer?
¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer?
Creo que Dios nos da siempre otra vida,
otras vidas nuevas,
otros cuerpos con otras herramientas,
con otros instrumentos... Otras cajas sonoras
donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor
para ir corrigiendo lentamente,
muy lentamente, a través de los siglos,
nuestros viejos pecados,
nuestros tercos pecados...
para ir eliminando poco a poco
el veneno original de nuestra sangre
que viene de muy lejos.
Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo.
Sin embargo pasan los siglos y el alma está, en otro sitio...
¡pero está!
Creo que tenemos muchas vidas,
que todas son purgatorios sucesivos,
y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos,
constituyen el infierno, el infierno purificador,
al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos.
Ni el infierno... ni el fuego y el dolor son eternos.
Sólo la Luz brilla sin tregua,
diamantina,
infinita,
misericordiosa,
perdurable por los siglos de los siglos...
Ahí está siempre con sus divinos atributos.
Sólo mis ojos hoy son incapaces de verla...
estos pobres ojos que no saben aún más que llorar




     León Felipe. Nació en Tábara (Zamora) el 11 de abril de 1884. Su  verdadero nombre era Felipe Camino Galicia. Tras abandonar sus estudios de farmacia viajó por toda España y Portugal como cómico con una compañía de teatro. Tuvo varias farmacias en diversos puntos del territorio español, administró hospitales en Guinea, en 1923 llega a México  con una carta de Alfonso Reyes que habría de abrirle la puerta del ambiente intelectual mexicano (que como el mismo León Felipe comenta: "Con esta carta se me abrieron todas las puertas de este pueblo y el corazón de los mejores hombres que entonces vivían en la ciudad, como Pedro Henríquez Ureña, José Vasconcelos, Antonio Caso, Eduardo Villaseñor, Daniel Cosío Villegas y de Manuel Rodríguez Lozano... entre todos se pudo hacer que yo defendiera mi vida con decoro".)  y conoce a Berta Gamboa, profesora mexicana con la que se casa pocos meses después en Nueva York. Trabajó además como bibliotecario en Veracruz, agregado cultural de la embajada española republicana y profesor de literatura española en varias universidades de Latinoamérica. Durante la guerra civil española regresó a España, ya que se encontraba en Panamá. Permanece en Madrid hasta que en 1938 inicia una gira por América para dar a conocer la heroica lucha del pueblo español.  En 1940 se establece junto con su mujer en México, donde murió el 18 de septiembre de 1968.
     Desde 1919 se inicia en Madrid como traductor iniciando con obras de Oscar Wilde, tradujo posteriormente a Walt Whitman, T.S. Eliot, William Shakespeare, Benjamín Franklin, Bertrand Russel, etc. Además fue director de la revista “España y la Paz”, órgano del movimiento que encabezaba Bertrand Russel y que luchaba por la paz del mundo.
     La producción literaria de León Felipe se inicia con "Versos y oraciones del caminante I" (1920-1929), obra poética cuya temática y sencillez formal corresponde a sus experiencias iniciales. Siguen "Versos y oraciones del caminante II" (1929) y "Drop a Star" (1933), que rompen todos los moldes del subjetivismo formalista de la época. Pero a su etapa de plena madurez poética corresponden obras como "La insignia" (1936), "El payaso de las bofetadas" (1938), "Pescador de caña" (1938), "El hacha" (1939), "Español del éxodo y del llanto" (1939), "El gran responsable" (1940), "Canto a mí mismo", "Ganarás la luz"... (1943), "España e hispanidad" (1947),  "El ciervo" (1954) y "Oh este viejo y solo violín" (1968). En 1963 aparecieron en Buenos Aires sus Obras completas.




ALFREDO MOFFAT


FLAUTA MOFFAT Y YO 
ALFREDO MOFFAT  


     La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces. Yo, y no me acuerdo quién. Estas palabras de un genio, no pueden dejar de leerse con mucha atención, para lo cual, he preparado especialmente en párrafos y con un fondo musical para acompañarte. Un beso… el beso de cada vez, y hasta la próxima. 2001 - 2011

     " La muerte está tan lejos como grande sea la esperanza que construimos”, el tema es la construcción de la esperanza. Alfredo Moffat Psicólogo social, psicodramatista y arquitecto argentino. Terapista de crisis. Nació en 1934 y es considerado uno de los discípulos predilectos de Enrique Pichón Riviere. Participó en la fundación de la Escuela de Psicología Argentina.

     La negación de la edad es una tontería. Yo tenía miedo a esta etapa que empieza después de los sesenta años. Ahora, que más o menos estoy instalado en ella (tengo setenta y tres años), me doy cuenta que se me ha simplificado la vida, y la mayor parte de las cosas que antes me preocupaban, ahora creo que son boludeces, pero quedó lo esencial: el amor, los hijos, la justicia social, la solidaridad (y también el dulce de leche y la crema chantilly…)

     Esta edad no está tan mal, el tema de la muerte siempre angustia, pero yo creía que iba a ser peor. Es una tontería hacerse el pendejo, fíjense si tuviera que ir al gimnasio, sería todo un laburo y no podría gozar de esto de hacerme el filósofo. Cuando cumplí sesenta años hice una fiesta en la Escuela. Y dije: tengo dos caminos, o me convierto en un viejo sabio, o en un viejo pelotudo. Lo último me pareció aburrido. Cuando no asumís la edad, no gozás ni la una ni la otra.

     El temor a la vejez hace que la ocultemos, que sea considerada como algo indigno, a ocultar en un geriátrico porque ya no servimos más.

     Cuando estuve en Estados Unidos había una actriz que había sido muy famosa, Bette Davis, que ya estaba muy viejita y tenía el rostro con las arrugas del tiempo. Era conductora y tenía un programa muy respetado, en el que podía decir cosas sabias, porque estaba Cómoda en esa edad, era creíble.

     También en Italia, estando en una plaza de Roma, pude ver que estaban todos los viejitos (los respetados nonos) jugando a las cartas y tomando Cinzano, con gran dignidad, y la gente iba a preguntarles cosas. Pero en la Argentina, cuando llegás a esta etapa, te meten en un geriátrico y no aprovechan la historia, que es necesaria para construir el futuro.

     En el Amazonas no hay jubilación de viejos. Yo fui hace muchos años, de aventurero, con mochila y bolsa de dormir, y ahí estaban los viejitos de la tribu mirando el río Xingú que desemboca en el Amazonas. Y pensé: "Ahí está la biblioteca nacional"... Uno sabía de partos, otro de canoas, otro de plantas medicinales, a ellos los cuidaban mucho, porque eran los transmisores de la sabiduría, no había transmisión escrita (se moría el de las canoas y tenían que cruzar nadando…) Tenían una dignidad como los que vi en la India. Allí, en el proceso de vida, se respetan todas las etapas.

     En estos países de la cultura occidental, tecnológica, donde lo que no es nuevo hay que tirarlo, lo mismo se hace con los seres humanos, y eso es una tontería. En la cultura norteamericana todos tienen que ser jóvenes y lindos. Hay una etapa de la vida en que uno es niño, otra en que es joven, otra donde es adulto y otra donde es viejo. Nosotros atravesamos las cuatro etapas de la vida, si negamos una, vamos a tener problemas. Si se nos niega la infancia vamos a perder la creatividad, si se nos reprimió la adolescencia, vamos a perder la rebeldía.

     Lo importante es seguir creciendo, es como pasar por distintas estaciones. En cada una hay que bajarse y tomar el otro tren (son las crisis evolutivas). Algunos se bajan en una y ahí se quedan, no siguen en el viaje de la vida.

     La concentración urbana genera la familia nuclear: papá, mamá y uno o dos hijos, donde es tan pequeño el espacio, que no cabe el abuelo, va al geriátrico, después tienen que mandar al nieto a la guardería, pero ¿quiénes son los mejores cuidadores para el nieto? el abuelo y la abuela. ¿Qué mejor maestra jardinera que un abuelo o una abuela? Ambos están fuera de la producción, fuera de la tensión necesaria para la lucha cotidiana, ambos están en el mundo de lo imaginario...

     En Santiago del Estero el tata viejo es un personaje muy importante. Es el que sabe la historia de la familia, transmite la información, los agüelos cuidan al gurí, las dos puntas de la vida se complementan. En nuestro país la vejez está desvalorizada, los viejos son marginados, el cambio social fue tan brusco que su experiencia habla de una Argentina que perdimos, si terminan en el geriátrico, los tratan como chicos, los retan y los humillan, se deprimen y aparecen todas las enfermedades que tienen que ver con las bajas defensas.

      En cambio, en las sociedades más sanas, esta es una época muy rica, Porque es la de la reflexión, que es parecida al juego y la creatividad, pero ya después de haber visto la película entera y haberla entendido. La última etapa es lo que se llama la senectud, que a veces tiene un deterioro grave, neuronal, de las funciones mentales. De todas maneras, el final del proceso de la vida, que es la muerte, es un tema negado en nuestra cultura. El final, la agonía, a veces tiene características traumáticas, como algunos partos, al inicio. Los humanos somos todos de la tribu de los "Uterumbas", porque vamos del útero a la tumba.

     Se puede estar en cualquier edad, incluso setenta, ochenta años, y el que tiene un proyecto se aleja de la muerte. Eso lo vi en Pichón anciano, él decía: “la muerte está tan lejos como grande sea la esperanza que construimos”, el tema es la construcción de la esperanza. ¿Cómo la podes construir?, si esa historia tiene sentido y se arroja adelante como esperanza.

     Hoy es Miércoles, 30 de Noviembre de 2011 Son las 5:02 p.m. Y recuerda Dios te acompaña siempre Alfredo Moffat - Psicólogo - “Terapia de Crisis. La emergencia psicológica” con la colaboración en la edición especial de GuilleJota para América. Padres que no le tienen miedo a la muerte hacen hijos que no le tienen miedo a la vida.

LA MANGOSTA Y LA COBRA

LA MANGOSTA 

 (Cuento adaptado del Pachantra- India)




Todas las mañanas salía al alba el joven leñador para trabajar en el bosque, y no regresaba hasta que se ponía el sol. Sola quedaba su mujer todo el día en la cabaña en medio del campo, y no descansaba un momento arreglando la casa, recogiendo ramas para el fuego, preparando la comida y cuidando a su pequeñín, a quien miraba dichosa y volvía a mirar, allí en su cuna.

Era su primer hijo. Había nacido hacía unos meses y era la dicha de la joven madre. Sólo vivía para cuidarlo, y con sólo estar a su lado y tenerlo en sus brazos se sentía feliz. Pero algunos pensamientos oscuros no la dejaban vivir tranquila.

El agua estaba a alguna distancia de la cabaña. Ella tenía que ir a llenar los cántaros, y mientras tanto se quedaba solo el niño en su cuna. ¡Solo allí en medio del campo! Es verdad que allí quedaba también la mangosta, el pequeño animal de la casa, el animal amigo que vivía con ellos y los miraba con ojos buenos de cariño.

Cuando ella salía, el niño quedaba al cuidado de la mangosta, pero… ¿Se podía confiar en un animal, aunque se hubiera criado en casa desde pequeño? ¿Qué sería capaz de hacer un animal, un día en que se sintiese irritado? ¿No podría acaso tirarse sobre la criatura indefensa y hacer de ella su presa? ¡Confiar en un animal!... Y la joven madre temblaba sólo de pensarlo.

Su marido le había dicho muchas veces que se atormentaba sin motivo; que era un manso animalito amigo, del que era injusto desconfiar; y ella se había reprochado sus malos pensamientos. Pero a pesar de todo, no podía sentirse tranquila.

Una mañana bajó la mujer con los cántaros a la fuente. Allí en la cabaña quedó el niño dormido en la cuna y la mangosta dormitaba hecha un ovillo en un rincón. De vez en cuando abría uno de sus ojillos como si vigilara. De pronto, sin ruido, por un agujero que había entre el piso y las maderas de la cabaña se deslizó una serpiente grande y cruel. Era una serpiente de cuerpo gordo y fuerte, pero lo más temible era el veneno de sus colmillos.




Silenciosa y rápida se dirigió a la cuna, pero la mangosta le salió al paso de un salto. Se le puso delante con el pelo de la cola encrespado y un brillo de furia en los ojos.Un perro o un lobo nada habrían podido hacer frente a una serpiente como esta. Una embestida rápida de su cabeza chata habría dejado el veneno mortal en cualquiera de esos animales y no habrían podido resistir el abrazo de sus anillos enroscados que aprietan más y más hasta la asfixia. Y la mangosta estaba allí, el pequeño animal, frente a ella, dispuesta a no dejarla pasar.

Pero necesitaba de todo su valor para enfrentarse con la terrible boca y la mirada amenazadora. La serpiente levantó su cuerpo como una vara y lanzó la cabeza en un ataque como una flecha. La mangosta esquivó el golpe con un brinco rápido de lado y volvió a situarse otra vez de frente. No le quitaba la vista a su enemigo; estaba encrespada, amenazaba enseñando sus dientes afilados y la uñas arañaban el suelo como cuchillas. Unas veces arqueaba el lomo y otras pegaba el cuerpo a la tierra moviendo todos sus músculos. Se veía que esperaba el momento para atacar. Y atacó de un salto, hasta hacer presa en el cuerpo de la serpiente, con la rapidez de una pelota de goma que salta. Y otro brinco aún más rápido para librarse de la cabeza de su enemigo, que le pasó rozando.

Se enfureció más el venenoso animal, porque había sentido su carne herida; atacaba y avanzaba disparando la cabeza y la mitad de su cuerpo como una lanza. La mangosta saltaba, brincaba de un lado a otro para esquivar las acometidas que venían como silbidos. Tuvo que retroceder; se agazapó; sus músculos se movían bajo la piel; sus ojos tenían puntos brillantes y rojos… Un salto que pareció de frente, pero que se desvió en ángulo y cuando la serpiente atacó hacia aquel lado, como un relámpago le cayó la mangosta detrás de la cabeza. Hizo presa allí con sus dientes, con sus uñas, con todo su cuerpo apretado como un terrible mordisco y no soltó, y el cuerpo del reptil se retorcía, se levantaba, se enroscaba en fuertes sacudidas; y allí, en el cuello, detrás de la cabeza, llevaba aquel peso que la quemaba como una brasa.

Hubo un momento de ruido como de viento que barre hojas secas. Los dos animales se retorcían y se arrastraban juntos, revolcados en el polvo del suelo removido a coletazos… y al fin la lucha se fue aquietando; se fue alargando el cuerpo de la serpiente y luego quedó inmóvil. La mangosta continuó todavía un rato allí donde había hecho presa, sintiendo la sangre en el cuello roto de su enemigo. Luego soltó, pero le hervía aún la rabia y el deseo de morder, y entonces desgarró aquí y allá el cuerpo vencido, con sus uñas y con sus dientes.

Cansada, pero contenta de su victoria, miró a la cuna del niño y salió por la puerta entreabierta. Iba al encuentro de su ama. ¡Si hubiera podido decirle la alegría que sentía su corazón de animal!

Por el camino venía la mujer con su cántaro de agua en la cabeza. Al ver llegar a la mangosta, sucia de polvo, sucias de sangre las uñas y la boca y con un brillo extraño en los ojos, tuvo un sobresaltado pensamiento:
¡Ah, dioses; ya lo temía; este animal cruel acaba de de devorar a mi niño! ¡Ay, dioses; no hay castigo bastante para tanta saña!
Y en un momento de desesperación lanzó con fuerza su cántaro contra la mangosta, que quedó tendida en el camino.

Volaba en sus pies la madre, loca, hasta la cabaña. Entró… y su niño dormía en la cuna, y en el suelo tropezó con el cuerpo destrozado de la serpiente. Lo comprendió todo y miró dentro de sí sus malos pensamientos, y maldijo su cólera, que le había hecho pagar mal por bien.




Y dándose golpes desesperados en el pecho y en la cabeza, corrió al camino, desolada como antes, buscando el cuerpo del fiel animal. Y lo recogió del camino y lo llevó en sus brazos amorosamente hasta la cabaña, y allí hizo una cama con las telas más buenas que tenía, junto al fuego, y con caricias y dulces palabras entre lágrimas, fue la mangosta volviendo en sí, aturdida como quedó del golpe, y miraba a su ama con sus ojitos vivos y buenos y miraba la cuna del niño.

Cuando el leñador volvió ya de noche, encontró a la madre llorando de alegría, sentada junto al fuego con la mangosta y con el niño en brazos.