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sábado, 30 de noviembre de 2013

ALEJANDRO SCHWARTZ HERNANDEZ

SCHWARTZ, 
UN GIRO DE 50 AÑOS
Jorge A. González



Un joven inquieto y emprendedor allá por 1963 en la ciudad de Veracruz se esmera en ejercitar su cuerpo: extiende sus brazos, sus piernas; camina, corre, salta, hace figuras en el aire y se queda inmóvil.
      No sólo desafía a la gravedad también a la época, esa misma que lo señala con el dedo al no entender cómo un varón puede tener sueños íntimos con la danza.
      Pronto encuentra a la persona idónea que le abre el camino para ver con claridad el difícil y la vez apasionante mundo de la danza contemporánea.
      Alejandro Schwartz Hernández se encuentra en el camino al maestro Pedro de la Sota, una de las dos personas que dirigen academias de danza en la ciudad porteña.
      Es él quien identifica y encausa las inquietudes de aquél adolescente de 14 años de edad, de piel morena, de estatura media, ojos negros y figura atlética.
      De la Sota no se equivoca, encuentra al bailarín que hoy al mirar atrás, ha contribuido de manera importante en el desarrollo y evolución de la danza contemporánea en México.
      El Diccionario Biográfico de la Danza Mexicana (2009, Conaculta) en su página 356 define a Schwartz Hernández como: bailarín, maestro, coreógrafo, actor y director veracruzano nacido en 1949.
      Ha sido en los últimos años uno de los coreógrafos más prolíficos y emprendedores de la danza en la entidad veracruzana.
      Las hazañas
      Sus hazañas comenzaron como giros seguidos en la duela desde 1967, cuando recibe una beca para integrarse como bailarín a la Compañía Titular de Danza de la Universidad Veracruzana (UV).
      Los cimientos del coreógrafo fueron colocados cuidadosamente por algunas figuras de la danza en México como el maestro Tulio de la Rosa, Josefina Lavalle y Rocío Sagaón.
      Schwartz dio un salto con tremendo grado de dificultad con el que llegó en 1968 al Ballet Clásico de México, al mismo tiempo continuó sus estudios en la Académica de la Danza Mexicana (ADM).
      Bailó para el Ballet Clásico “70” de 1970 a 1974. A su regreso a Xalapa bailó como solista en el Ballet Contemporáneo de Xalapa de la UV (1974- 1976). Fue bailarín, maestro y director del Taller Coreográfico de la Facultad de Danza de la UV (1978-1984).
      Con la coreografía “Y andando en el tiempo” gana el Premio Bellas Artes de Coreografía en 1985, mientras que el Centro Cultural Veracruzano, en el Distrito Federal, lo nombra Veracruzano Distinguido por su trayectoria.
      El maestro Schwartz fue director de la Facultad de Danza de la UV (1980- 1986), así como director de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea (1995 al 2000).
      Desde 1986 funda, baila y dirige en la ciudad de Xalapa la compañía Módulo, que se convierte en espacio de oportunidad para muchos jóvenes egresados de la Facultad de Danza de la UV.
      Ese proyecto concluye en 1998 y tiene una segunda etapa en el año 2001, con nuevos bailarines veracruzanos con presentaciones en varios estados del país hasta la fecha.
      Entre sus coreografías destacan Ritual (1978), Figuraciones número 1 (1981), Tribu (1978), Suite generacional (1983), Ritos y Delitos (1986), Columna (1990) y Desde mi cuerpo digo (1994).
     El reconocimiento
      Será el 3 de diciembre a las 20:00 horas en el Teatro Reforma, cuando Módulo, Compañía de Danza, celebre los 50 años de trayectoria como coreógrafo del maestro Alejandro Schwartz Hernández.
      Durante este evento, el director fundador de esta compañía estrenará además su versión coreográfica del Danzón N° 2 de Arturo Márquez.
      “La danza es una pulsión de los seres humanos, no sólo tiene que ver con el hecho escénico sino con la expresión a través del cuerpo. Por eso hay mucha gente que hace danza en la vida cotidiana, y el veracruzano es un danzante por antonomasia”, nos confesó el maestro Schwartz en el año 2008.

http://www.imagendeveracruz.com.mx/Noticiasprincipales/tabid/92/ID/14075/Schwartz-un-giro-de-50-anos.aspx
El maestro y coreógrafo Alejandro Schwartz Hernández.

30 de noviembre de 2013 a la(s) 12:21
DE TODO Y MÁS
Jorge A. González

Imagen de Veracruz

viernes, 29 de noviembre de 2013

ASHAVERUS, EL JUDÍO ERRANTE

      MILENARIO ANDAR         (EL JUDÍO ERRANTE)
SALVADOR HERRERA GARCÍA

Hace casi veinte siglos que ando errante por el mundo, sin experimentar cansancio, sin envejecer y sin poder morir. Así cumplo mi condena.
Soy testigo del transcurrir milenario. He visto nacer y desaparecer generaciones, y erigirse y derrumbarse imperios. Me ha tocado compartir vicios y virtudes, pena y alegría, maldad y nobleza, egoísmo y generosidad, cobardía y valentía. Miedo y heroísmo, pesimismo y esperanza, odio y amor, traición y lealtad, locura y razón…
De paso, he estado en inhóspitas villas y populosas ciudades, pernoctando en chozas o palacios, saciando mi sed con agua o vino y alimentándome con mendrugos o manjares. Oculto mi identidad en mil nombres y rostros. Según las circunstancias, me transformo en niño o anciano para confundirme entre la gente común de cualquier pueblo del planeta.
He atravesado altas cordilleras, extensos desiertos e impenetrables selvas. Me ha sido permitido contemplar la aurora boreal del ártico, sentir el candente sol del trópico y la soledad infinita de las pampas. Una vez, dormí a las sombra de las milenarias pirámides y desperté en el dorado amanecer de Samarcanda… Acaso el tiempo habrá borrado muchas de mis huellas, pero algunas han quedado eternizadas en las arenas del Sahara.
¡Si contara todo lo vivido…! A veces gusto recordar lugares o seres conocidos en mi largo andar… En Patmos vi al solitario Juan escribir su libro apocalíptico. En China caminé junto al viajero Marco Polo. Con Solimán entré a Constantinopla. En la batalla de Lepanto auxilié a un soldado español herido, apellidado Cervantes. Y en Maguncia vi a un tal Gutemberg imprimir el primer folio de la Biblia.
Fui gladiador en Roma. Anduve en las Cruzadas. Estudié los grimorios de las artes negras, practiqué la alquimia y poseí la piedra filosofal. Vi edificar la plaza de San Pedro; observé pintar a Leonardo, y a Miguel Ángel esculpir el Moisés. Fui alarife en la construcción de catedrales y castillos. Navegué por los siete mares; luché con dragones, grifos y endriagos; me bañé en la fuente de la eterna juventud y contemplé el brillo de Cíbola, la ciudad de oro…He sido acompañante de demonios, santos, sabios, predicadores, profetas, magos, juglares y tunantes…
Anduve entre quienes descubrieron y conquistaron el Nuevo Mundo. En Tenochtitlan, una noche consolé al capitán Cortés que lloraba su derrota. En París vi tomar la Bastilla… Y me acuerdo de una grata velada, cuando jugué a las cartas con una pintoresca anciana llamada Platona, en un remoto pueblo a orillas de un hermoso lago…

He sobrevivido todas las batallas porque soy inmune a lanzas, ballestas y balas… Recuerdo dos grandes guerras; la última bajo la insignia de una cruz gamada, donde cerca estuve del líder loco que exterminó a millones de mis hermanos de raza. Y rememoro con terror una mañana, en el oriente, cuando me deslumbró un resplandor mortífero…bomba atómica lo llamaron.
Conozco todos los oficios, lenguas y saberes. Puedo invocar a los muertos. Sé descifrar los enigmas y la suerte de los mortales. En mí se resume lo noble e innoble del género humano. Pero con lo abyecto, también he compartido los logros del hombre, sus avances científicos, sus obras artísticas y materiales… y su afán por conquistar las estrellas.
Espero el término del siglo para que finalice mi condena que comenzó el año 33 de esta era… Un día, en mi natal Jerusalén, yo presenciaba el paso de un condenado a muerte que se decía “enviado del padre”. Lo vi caer y con improperios lo apuraba a levantarse. Recuerdo que le dije:
-- ¡Impostor ¡ Levántate… Anda, que es largo el camino hacia el Calvario…
Entonces, el reo levantó su rostro ensangrentado y clavando en mis ojos su penetrante mirada, sentenció:
-- ¡ Tú, Ashaverus…! Andarás errante por todos los caminos, hasta que yo vuelva, al final de los tiempos…
Por un instante, la multitud se olvidó del reo y coreó mi nuevo apelativo: ¡Ashaverus! Desesperado corrí y comencé mi largo andar. Tres días después supe que el hombre que me sentenció, el que murió en la cruz, había resucitado… En verdad era el Hijo de Dios… Una tarde volví a encontrarme con él en los campos de Emaús, pero no tuve valor para mirarle a la cara…
Me resigné a adoptar el nombre de Ashaverus, “el que rechazó a Dios”; pero soy más conocido como “el judío errante”, el que sobrevive por los siglos, sin rostro ni sombra. De vez en cuando, alguien asegura haberme visto o tener pruebas de mi paso… puede ser; aunque el transcurrir del tiempo me ha convertido en mito y personaje siniestro de fantásticos relatos…
Condenado a “andar errante por todos los caminos”, espero que ocurra el Juicio Final, tan anunciado por los profetas… Ese último día volverá a la tierra aquel que me condenó; entonces terminará este andar que lleva casi dos milenios…
Mientras espero... yo, Ashaverus… sigo mi errabundo destino.

©SHG.2000


martes, 26 de noviembre de 2013

ERASMO CASTELLANOS QUINTO. SHG1985

EL MAESE DEL GRIS GABAN
(ERASMO CASTELLANOS QUINTO)
SALVADOR HERRERA GARCÍA

Ahí va con su figura encorvada, envuelta en un gris y viejo gabán.
Su paso es vacilante, como si le diera trabajo sostener la carga de los años. Lleva gruesos libros bajo el brazo y, entre ratos, se acaricia la blanca y descuidada barba.
Parece una estampa del pasado o un fantasma que a diario recorre las calles del barrio universitario, rumbo a la vieja escuela donde imparte su cátedra erudita. Camina despacio, sin prisa, como acariciando cada loza que pisan sus viejos zapatos; hay quienes aseguran haberlo visto calzar tenis y entonces –dicen- su figura se torna extraña y risible.
Ahí va, hacia San Ildefonso, con sus libros, mesándose la barba, pensando, evocando. Seguramente cada paso es un recuerdo. Tal vez rememora otro tiempo, muchas décadas atrás, los días de infancia en su pueblo natal, esa infanzona villa fundada en el siglo XVI por cédula real; allá estaba su casa de arcos y techo de tejas, muy cerca de la colonial plazuela.
Recuerda su pueblo de casitas de calicanto, por donde serpentea un río cantarino en cuya mansa corriente él jugó y se sumergió para atrapar camarones; el mismo río que se despeña en el palenque, según las consejas, el lugar preferido por los chaneques para sus retozos… El los había visto; un caluroso día cuando refrescaba su cuerpo en las quietas aguas, vio a esos pequeños seres que lo llamaban hacia ellos, entonces sintió miedo y los extraños niños desaparecieron misteriosamente. Esa visión le provocó un ataque de fríos de calentura que no cesaron, hasta que una vieja bruja de por el Puente Grande lo despojó del encanto con limpias de hierbas
Allá estaba la Casa de Piedra, donde eran tan divertido cazar lagartijas y acosar a los perros vagabundos… Y aquellas excursiones al campo para recolectar frutas de la estación… la delicia de los nanches, escobillas, chigalapolin, guayabas, mangos, ciruelas…Y al recuerdo acuden los relatos de los viejos del pueblo sobre lloronas y almas en pena, que se dejaban ver en noches de luna llena por el barrio de Xogoyo o cerca del camposanto, donde por las tardes los negros círculos trazados por los zopilotes en el cielo indicaban que estaba prohibido acercarse.
Pero que días tan alegres los de la fiesta del señor Santiago, allá por julio, con grandes romerías llegadas de pueblos lejanos, el solemne Te Deum y la procesión del Santo Patrón llevado en andas por las callejuelas… Y después los jaripeos, las mojigangas, la danza de moros y cristianos y las corredizas de los líceres y la algarabía de la plaza con los puestos de los arribeños, que ofrecían golosinas deliciosas.
Por su mente pasa, seguramente, el templo de San Diego, con su torrecita encalada y su nave pequeña que a los ojos infantiles parecía de inmensas proporciones… Y al fondo la imagen del apóstol Santiago en su caballito blanco, como arrancado del volantín de la feria. Precisamente, fue párroco de esa iglesia, un viejecito bonachón, quien le enseñó las primeras letras y le regaló un libro voluminoso para que practicara la lectura.
Recuerda aquel tomo encuadernado en piel, parecido a los que ahora lleva bajo el brazo. Era una novela que contaba las aventuras de un caballero medio loco que luchaba por las causas nobles. Entonces, él, niño azorado comparaba a ese personaje de lanza y escudo con el señor Santiago del templo, y en muchas ocasiones observó detenidamente la imagen religiosa para encontrarle semejanzas con el protagonista de la novela.
Cuando padeció de fuertes fiebres tercianas, deliraba con el caballero héroe; lo veía personificado en el apóstol Santiago que, espada en alto y a galope en el blanco corcel, atravesaba el Puente Grande en persecución de chaneque s y almas en pena, y se perdía entre las nubes, lejos, por los rumbos del volcán San Martín.
Pero hay pasajes que ya no acuden a su mente: Ahora no puede situar cuándo y por qué abandonó aquel plácido pueblo y pasó a la capital inmensa para estudiar y dedicarse a las letras y a la cátedra…
Embelesado en recuerdos llega a su destino. Por los corredores universitarios poblados de inquietos muchachos, corre un aire frío que obliga al anciano a cerrarse el gabán. En el aula lo esperan para escucharlo con atención, pero él permanece largo rato en silencio, con la mirada perdida en la distancia… El maestro quiere seguir recordando.
Con las manos en los bolsillos del lustroso gabán piensa que ahora no analizará con los alumnos otro capítulo del Quijote. Quizás les hablará de las reminiscencias que han aflorado en él, de su vida, de su pueblo, de todo eso que estaba guardado en algún reducto de su memoria…Pero calla y los muchachos se preguntan “¿qué le pasa al maestro?”, pero nadie puede responder.
Así transcurren los días. El maestro vuelve a sus doctas explicaciones sobre la lengua de Cervantes. Y por momentos queda en silencio, inmerso en un profundo vacío que su sabiduría no alcanza a disipar…Porque hace tiempo, la bruma del olvido ha ido esfumando las imágenes de aquel pueblo del señor Santiago, donde, un día, el cura le regalara el libro que arraigó en él la pasión por el loco genial de la Mancha
Y
se tornó taciturno, olvidadizo, malgeniado; su figura se encorvó más y, alejado ya de las aulas, se dedicó a espiar a la muerte, rodeado de libros y de gatos callejeros…
La noche que murió, alguien –en su pueblo natal- aseguró haberlo visto: Iba el maestro Erasmo Castellanos Quinto cabalgando un fantasmagórico corcel –tal vez Rocinante o el caballo de Santiago-, seguido por numerosos mininos famélicos… llevaba el mismo gabán gris y lustroso. Bajo el brazo sostenía sus libros “Desde el fondo del abra” y “Estudios sobre El Quijote” y una abultada
alforja de la que se escapaban recuerdos y poemas que, poco a poco, se dispersaron sobre el cielo tuxteco.


Datos de Wikipedia. Erasmo Castellanos Quinto (Santiago Tuxtla, Veracruz; 2 de agosto de 1880 – México, D. F.; 11 de diciembre de 1955.  Fue un abogado, humanista y poeta mexicano.  Es considerado el más profundo y primer cervantista de América.
Semblanza biográfica
Obtuvo el título de abogado en la Ciudad de México. Sin ejercer su profesión, se dedicó a las Letras y a la docencia impartiendo clases en la Escuela Nacional Preparatoria así como en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Fue nombrado miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua  el 20 de marzo de 1920 y miembro de número el 4 de julio de 1928 para ocupar la silla VII, sin embargo al no llegar a tomar posesión de la misma, reasumió la categoría de correspondiente el 4 de enero de 1933. Finalmente tomó posesión de la silla XIX el 12 de junio de 1953. Murió el 11 de diciembre de 1955 en la Ciudad de México.
Obras publicadas
Del fondo del abra (1919).
Poesía inédita (1962), publicación póstuma.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

PLANETARIO AMOR Antonio Fco. Rguez. A.

PLANETARIO AMOR
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO




     Si el viento de la montaña me dice que el sol es el corazón de dios
¿Será la luna una lágrima de él?
que todas las noches riega  la tierra, alimentando ríos, mares y lagos.

     ¿O será la luna el espejo en donde la tierra coqueta peina su policroma cabellera?

    ¿O también, pudiera ser la luna el sol de medianoche de los noctívagos?

Imagen de Internet

      Entonces, si el sol es el padre y la tierra la madre ¿será la luna el amor?

   Yo creo que un cometa se estrelló cual flamígera flecha de cupido en el corazón de dios,  enamorándolo de la tierra y naciendo  de ella la luna, el amor.

      Ahora entiendo porque los rayos lunares nos hacen enamorar.





martes, 19 de noviembre de 2013

CALLES MIAS José Luis Herrera

CALLES MÍAS
José Luis Herrera



Heme aquí en mi casa, con mi gente querida,
ésta gente con todos los golpes de la vida,
mi padre, mi madre me esperan,
hermanos, sobrinos y primos también.

A todos los quiero, a todos abrazo,
y vuelven mis ojos a las calles y playas de antaño,
donde cuando niño, tanto recorrí,
que recuerdos!

Estas calles me arrullan, me miman y espantan también,
en ellas me hice niño y hombre tal vez,
cuántas veces grité ¡leche!, otras ¡Excélsior!,
otras ¡la madre!, ¡pendejos!, y cuánto lloré.

¡Caramba! cuantos años,
y de tantos regresos espero sea uno más,
y me plasmo ante estas calles vacías, tan llenas de vida,
de horrores, de miedos, de anhelos y de ansiedad.

Más hoy tengo un problema, de mis amigos, casi nadie queda,
y solo platico con la soledad,
ésta soledad inerte que hasta mi muerte me acompañará,
y recorro las calles, las playas,
y ocasionalmente escucho: -¿Pepe dónde vas?

Quisiera gritarles, - ¡los ando buscando para ir a jugar!,
sin embargo preguntan, ¿dónde y cómo estás, a qué te dedicas, y cuándo te vas?
Y ya no se acuerdan de estas calles duras, de tierra, de arena,
 y a veces con brisa de mar,
que tanto nos vieron y nos cobijaron,
y nos dieron alas al querer volar.

Pobres calles estas, cansadas, vetustas,
pobres calles mías, de amores dorados, de casas caídas,
perdonen si vuelvo,
y solo les hablo, para caminar.    


    

6 abril,1988, 23.00hs. 

lunes, 4 de noviembre de 2013

LA VIEJA CHICHIMA Y HOMSHUK Antonio Fco. Rguez. A.

LA VIEJA CHICHIMA
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO

Deidad femenina de la noche, les come los sesos a los niños que dejan abandonados sus padres mucho tiempo, o bien, cuando los niños son desobedientes.

     ¿De dónde viene la vieja Chichima?

     Al parecer la leyenda de la vieja Chichima está asociada con el Dios nahua-popoluca del maíz Homshuk, gran benefactor de la humanidad e hijo del Sol:

     Se dice que al principio del tiempo una mujer quedó viuda poco antes de nacer su hijo. Cuando éste nació, y ante la imposibilidad de darle de comer y como el niño lloraba mucho, decidió molerlo en el metate y tirarlo al arroyo, pero Dios no quiso que muriera, recogió los restos del niño, y lo convirtió en un huevo, dejándolo entre las plantas que nacen debajo del agua del río. Una pareja de ancianos vivía sin haber tenido hijos. La esposa una bruja caníbal, llamada Chichiman, diariamente iba por agua, un día contempló un huevo flotando en el remanso del arroyo. Regresó a contar el caso a su esposo llamado el Serpiente, y entre los dos fueron a sacarlo. No lo consiguieron al principio; era un reflejo; el huevo estaba en la rama de un árbol, de donde lo tomaron. Regresados al hogar, lo envolvieron con ropa. Después de siete días, escucharon el llanto del niño; su cuerpo, blanco y desnudo era de masa de maíz y tenía suaves y dorados cabellos, como los del maíz tierno. Lo criaron sintiéndolo nieto; más, a siete días de nacido, hablaba, caminaba, era grande y sabio. El muchacho creció haciendo cosas indebidas, perjudicando a los ancianos, por lo cual éstos decidieron comérselo, mandándolo a dormir al tapanco. El muchacho dijo a un murciélago: - cuando mi abuelo suba, debes degollarlo; en tanto, él se ocultó en el caballete de la casa. Cuando el abuelo subió para matar al muchacho, el murciélago lo degolló. La sangre del anciano, al caer, fue siendo tomada por su esposa, más, extrañada, gritó: - esta sangre no sabe bien, debes bajarlo para comerlo. Como el abuelo no contestaba, subió la vieja y lo encontró muerto. Reclamó a Homshuk y éste huyó perseguido por la vieja. Después de varios días de persecución Homshuk prendió fuego a un zacatal el cual quemó a la vieja. Después de ser consumida por las llamas, él tomó parte de la  ceniza de los genitales de la anciana y la sembró, naciendo la calabaza y el chayote.

     Ahora sabemos, que si el resto de las cenizas de un ser malévolo se vuelven a juntar, nuevamente tomará vida, y eso fue lo que sucedió muchos años después con los restos de la vieja bruja, y ella, al no poder vencer  a Homshuk, decidió vengarse de él comiendo a todos los niños rebeldes o abandonados por sus padres.

     Una manera de evitarla es trancando bien puertas y ventanas y regando semillas de mostaza alrededor de la casa.


HOMSHUK Y SUS ABUELOS

    La estatua de Homshuk fue encontrada en la isla Tenaspi del lago de Catemaco,  y actualmente se encuentra en el Museo de Antropología de Xalapa, Ver.


    
      ¿Ahora, de dónde procede la palabra Chichima?

     ¿Será? del nahua pipil chichimatl, de chichi o chiche, mama y matl, mano: “la mano en la mama”, o sea, quien da de mamar. En casos de expósitos; niños cuyos  senos de sus madres no dan leche; que quedan huérfanos al nacer, o que son robados desde lactantes.

     ¿Será? del maya chichi, abuela y ma, negación: “Falsa abuela” o sustituta.

     Los mexicas o aztecas hablaban de los tzitzime, plural de tzitzimitl de tzitzi (cuiltic), descarnado o de tzitzi (cunoa), gemir, sollozar y mitl, flecha: “Demonios del aire”. Seres alados, descarnados, feísimos, de carácter malévolo, de afilados colmillos y armados de garras. Se presentaban entre truenos o relámpagos, en la oscuridad de la noche, en las encrucijadas de los caminos en donde castigaban a los niños con epilepsia, e instigaban a los hombres a la lujuria.



     Pero pasemos a un par de amenos comentarios, cómo recuerdan a la Vieja Chichima algunas paisanas:

     Cómo no recordar esa historia de la vieja Chichima, si de niña nos la contaban...nos daba miedo, luego no podíamos dormir…


     Mimí Cerón.- Recuerdo que más que un cuento, o anécdota que las mamás y las abuelas utilizaban para espantarnos cuando éramos niñas, más bien era un juego... donde nos correteaba una amiguita con un chilillo y le gritábamos... ¡¡¡ahí viene la mamá Chichima!!! y se armaba tremendo alboroto, y la que le pegaran con el chilillo esa quedaba... ¡qué tiempos lindos y maravillosos!




domingo, 3 de noviembre de 2013

TETEOINNAN O TOCI Antonio Fco. Rguez. A.

TETEOINNAN
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

Imagen de Internet

     Del náhuatl teteo, dioses, plural de teotl in, su + nan(tli), madre: “Su (la) madre de los dioses”. La madre de todos los dioses. De acuerdo con la Historia de Francisco Javier Clavijero, fue hija de Achitometl, cacique de Culhuacan, al cual en la época de la fundación de México-Tenochtitlan, los sacerdotes aztecas la pidieron, “para consagrarla como madre de su dios protector”, Huitzilopochtli. Achitometl accedió sin saber que su hija sería sacrificada ante el altar del dios y que su cadáver sería desollado para que la piel sirviese de vestimenta, durante la ceremonia a un joven mexica. Convidado el cacique por los mexicas a la apoteosis de su hija, fue a ser espectador de aquella gran función, y uno de los adoradores de la nueva divinidad. Entró en el santuario, donde al lado del ídolo estaba en pie el joven, vestido con la sanguinolenta piel de la víctima; pero la oscuridad no le permitió ver lo que pasaba. Pusiéronle en la mano un  incensario, y un poco de copal, a fin de que hiciese las ceremonias del culto; pero habiendo visto a la luz de la llama que hizo el copal, aquel horrible espectáculo, se le conmovieron de dolor las entrañas, y arrebatado por violentos afectos, salió gritando como un loco, y mandado a su gente que tomase venganza de tan bárbaro atentado: más no se  atrevieron a obedecerle, sabiendo que inmediatamente hubieran sido oprimidos por la muchedumbre; con lo que el desconsolado padre se volvió a su casa, a llorar su infortunio todo el resto de su vida. De este modo, su infeliz hija fue convertida en diosa y madre honoraria no sólo de Huitzilopochtli sino de todos los dioses aztecas y reverenciada desde entonces como Teteoinnan. Por ser la madre de los dioses y éstos, a su vez, padres de la raza humana, Teteoinnan era llamada también Toci, “nuestra abuela”. 

   Desempeñaba múltiples funciones en el panteón azteca: era por ejemplo, la creadora de los movimientos telúricos, por lo que se le adoraba con el nombre de Tlaliyolo, “corazón de la tierra”; patrocinaba también a los médicos y adivinos bajo la faceta de Yoalticitl, “médica de la noche”, y como una de las terapias más utilizadas entre los antiguos mexicanos era la del baño de vapor, el temazcal, era conocida también como temazcalteci, “abuela de los baños”. Otro de sus nombres era Cihuatéotl, diosa femenina. 

    Entre los tlaxcaltecas, Teteoinnan era la patrona de las lavanderas. Uno de los templos más importantes de la diosa se hallaba en el cerro del Tepeyac, donde actualmente se levanta la basílica de Guadalupe.


DIOSES AZTECAS


   Tomado de mi libro: Los Tuxtlas nombres geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca. Analogía con las cosmologías de las culturas mesoamericanas. Incluye un diccionario  de localismos y mexicanismos. Ediciones Culturales Exclusivas, 2007