LA
TISIGUA
ANTONIO
FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO
Imagen de Internet
Del náhuatl pipil ti, fuego + sibat, sigua,
mujer: “Mujer de fuego”. Fuego en el sentido de erotismo o sensualidad
desmedida. Ente sobrenatural zoque, considerado como una mujer yoki (ajena a la
raza y al idioma, extranjera), o Mala
Mujer. La Tisigua es conocida en otras regiones del estado como Tishanila. Se
encuentra en los caminos o en las pozas de los ríos, con su cabello largo,
desplegado para provocar a los hombres que no se han portado bien social y
familiarmente. Se dice que este personaje fue creado por los viejitos, para que
los jovencitos no anduvieran de parranderos y coscolinos. Fue así como, entre
las familias de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas se narraban acontecimientos que se
suscitaron en el río Sabinal, río con aguas cristalinas en aquellas épocas (hoy convertidas en aguas negras que
contaminan el ambiente y que dan un olor pestilente en el Jardín botánico); se
comentaba que a los jóvenes que se quedaban por largas horas bañándose en las
hermosas pozas que se formaban junto a los gruesos troncos de los ahuehuetes
(sabinos) se les aparecía la Tisigua, mujer hermosa que les provocaba el mal
conocido como Kojamtokoyo (perder la razón), o los metía en los peroles de miel
caliente de las moliendas.
Cualquier hombre o muchacho zoque, al
pasar por alguna poza, cuyas aguas cristalinas eran refrescadas por la sombra
de algún ahuehuete, se incitaba para descansar y bañarse en ella. Al momento de
estar nadando escuchaba detrás de él palmadas, pero al voltear rápidamente
hacia la orilla sólo lograba ver que las hierbas se movían como si alguien que lo estuviera
espiando se ocultara; al proseguir nadando escuchaba nuevamente las palmadas,
esta vez acompañadas de un silbidito como invitación, y casi de inmediato
emergía de las aguas frente a él una hermosa mujer rubia, de larga cabellera,
ojos azules y nariz perfilada, vestida con una túnica de gasa transparente que
dejaba ver todo su bien torneado cuerpo. Al ver aquella divinidad, sentía su
ser hervir, sentía que el corazón se le salía y deseaba impetuosamente en tener una aventura con ella, por lo que
empezaba a nadar vigorosamente hacia ella sin poder alcanzarla. Cuando más
contento estaba por alcanzarla, se dio cuenta que la bella mujer ya estaba
fuera del agua detrás de un grueso ahuehuete. Él trató de seguirla, pero
inmediatamente la guapa mujer moviéndose como víbora se escabullía por entre la
maleza a pesar de las espinas y garfios que abundaban más allá de la orilla,
sin lastimarse; en cambio el pobre muchacho, se iba cayendo y levantando entre
el espinero y la maleza con peligro de pisar una culebra. Su vista estaba
clavada en aquella hermosa cara que le sonreía, en aquellos ojos que le hacían
guiños. Se lanzó justo al lugar exacto atrapándola. La abrazó y se besaron
largamente, sin decir palabras. Al poco rato, la maligna mujer volvía a meterse
en la poza y él tras de ella tratando nuevamente de abrazarla y comérsela a
besos. Ella agarró el sombrero de él, y llenándolo de agua se acercó al joven
poniéndoselo en la cabeza: al verlo con el sombrero que escurría un agua
lodosa, olor a azufre, ella regocijada empezó a dar vueltas sobre si misma,
burlándose de él se carcajeaba y sonaba las manos al palmear sus propios
muslos, así la Tisigua celebraba su
triunfo. Él queriendo defenderse, gritaba para reclamarle, pero no podía
articular las palabras para hablar con claridad. Mientras él balbuceaba, todo
alelado, idiota, con la mirada perdida, ella,
la malvada mujer, la enloquecedora,
desapareció entre los árboles.
Desde ese momento los hombres perdían la
razón para siempre, echaban a andar con los ojos perdidos y la boca abierta,
caminando sin rumbo fijo. Ningún curandero podía salvarlos. Algunos llegaban a
decir, que su situación era subsanable si se pedía perdón a la iglesia.
Acababan pidiendo comida de casa en casa, queriendo ver en cada persona que los
socorría, aquella hermosa cara que le sonreía y esos ojos que le hacían guiños,
y que fueron las causas mágicas de su locura.
Kojamtokoyo. Perder el pensamiento, que puede ser
entendido como perder el juicio, el orden mental y social, situación subsanable
si se pide perdón a la iglesia (kojatokoikui).
Extraído de mi libro Los Tuxtlas, nombres
geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca. Analogía con las cosmologías de
las culturas mesoamericanas. Incluye diccionario de localismos y mexicanismos. Ediciones
Culturales Exclusivas. 2007.
buen aporte,yo me se la leyenda completa y hay quienes aca dicen haberla visto
ResponderEliminarComparte la leyenda que te sabes.
EliminarGracias Oscar Hernandez. Seguiré investigando hasta encontrar una contra que me libre de su maleficio. ¿Sabes cómo defenderte de ella? Saludos.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¿Podría compartir los números de página del libro donde se encuentra este texto?
ResponderEliminar(Se lo agradecería mucho)