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martes, 20 de marzo de 2012

LA CUEVA DEL MANDINGA

LA SALAMANCA
Leyenda del Tucumán (Argentina)


 Imagen de Internet
         En un lugar apartado de la selva, lejos de todo ser viviente, donde sólo se ven las huellas de las alimañas, allí está la cueva de la Salamanca.

     En ella habita el Mandinga, que con sus aprendices apacienta grandes rebaños de sapos, con cuya agua verdinegra se untan las brujas para concurrir a los aquelarres.

     Sólo los iniciados pueden ir a la Salamanca, en busca de panaceas para la salud o la riqueza o el éxito en los lances de amor.

     A veces de la Salamanca se oye venir una música que suena lejos, lejos, y que va inundando el monte como si quisiera atraer a los jinetes que se aventuran por esas espesuras.

     Dicen que un tal Luciano, fascinado un día por esa música, se fue internando en el monte, y , al llegar a la puerta de la Salamanca, se le acercó una vieja que le habló del baile que allí adentro se hacía, y le invitó a pasar, para que aprendiera algo, para que le enseñaran a hacerse querer por las muchachas.

     Luciano era valiente y curioso, y ante la perspectiva de conocer algo que otros no conocían, se decidió y entró.

     Tuvo que quitarse primero todas las ropas, que entregó a la vieja. Más adelante había un Crucifijo, y debió escupirlo y negarlo. Después una serpiente se le enroscó en las piernas, un sapo le salió al paso, una araña le sorprendió en las orejas.

     Luciano no temía estas cosas y así cumplió airoso la prueba. Más tarde una lechuza le silbó al oído, y avanzó. Llegaba la última prueba: era verse frente al propio Mandinga, que estaba rodeado de bellas muchachas desnudas. Perdió Luciano el coraje y, cuando volvió a la realidad, estaba tirado ene l suelo, vestido con sus ropas, perdido entre los quimiles. Recordó la pasada experiencia y huyó como un condenado a su casa.

     Desde entonces es tonto, vaga por los caminos, habla a solas, pelea con el Mandinga y algunas veces echa a huir despavorido, gritando con toda su voz:

     - ¡Mamay! ¡Mamay!...

Imagen de Internet
  
     MANDINGA. Nombre africano con el cual también es conocido el diablo, además de Sudamérica,  en Los Tuxtlas y el Sotavento. Suele tener grande el pene y donar este atributo a quien haga pacto con él. En algunas otras regiones de México es conocido como Candinga (del kikongo ka-ndinga, “el de la voz”, “el de la palabra”. Estos atributos sexuales se les dan a diversos demonios en mesoamerica. Los popolucas de Sayula llaman al Diablo, Awayácats “ancho y  largo”. García de León (2011: 456).

     MANDINGA. Laguna del estado de Veracruz, cuyo nombre prehispánico es Tentlilan. De ten(tli), labios, boca, borde, extremo + tli(lli), negro + lan, lugar: “Lugar de los labios negros”.



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