LA
SALAMANCA
Leyenda
del Tucumán (Argentina)
Imagen de Internet
En un lugar apartado de la selva, lejos de todo
ser viviente, donde sólo se ven las huellas de las alimañas, allí está la cueva
de la Salamanca.
En
ella habita el Mandinga, que con sus aprendices apacienta grandes rebaños de
sapos, con cuya agua verdinegra se untan las brujas para concurrir a los
aquelarres.
Sólo
los iniciados pueden ir a la Salamanca, en busca de panaceas para la salud
o la riqueza o el éxito en los lances de amor.
A
veces de la Salamanca se oye venir una música que suena lejos, lejos,
y que va inundando el monte como si quisiera atraer a los jinetes que se
aventuran por esas espesuras.
Dicen
que un tal Luciano, fascinado un día por esa música, se fue internando en el
monte, y , al llegar a la puerta de la Salamanca, se le acercó una vieja
que le habló del baile que allí adentro se hacía, y le invitó a pasar, para que
aprendiera algo, para que le enseñaran a hacerse querer por las muchachas.
Luciano
era valiente y curioso, y ante la perspectiva de conocer algo que otros no
conocían, se decidió y entró.
Tuvo
que quitarse primero todas las ropas, que entregó a la vieja. Más adelante
había un Crucifijo, y debió escupirlo y negarlo. Después una serpiente se le
enroscó en las piernas, un sapo le salió al paso, una araña le sorprendió en
las orejas.
Luciano
no temía estas cosas y así cumplió airoso la prueba. Más tarde una lechuza le
silbó al oído, y avanzó. Llegaba la última prueba: era verse frente al propio
Mandinga, que estaba rodeado de bellas muchachas desnudas. Perdió Luciano el
coraje y, cuando volvió a la realidad, estaba tirado ene l suelo, vestido con
sus ropas, perdido entre los quimiles. Recordó la pasada experiencia y huyó
como un condenado a su casa.
Desde
entonces es tonto, vaga por los caminos, habla a solas, pelea con el Mandinga y
algunas veces echa a huir despavorido, gritando con toda su voz:
-
¡Mamay! ¡Mamay!...
Imagen de Internet
MANDINGA. Nombre
africano con el cual también es conocido el diablo, además de Sudamérica,
en Los Tuxtlas y el Sotavento. Suele tener grande el pene y donar este
atributo a quien haga pacto con él. En algunas otras regiones de México es
conocido como Candinga (del kikongo ka-ndinga, “el de la voz”,
“el de la palabra”. Estos atributos sexuales se les dan a diversos demonios en
mesoamerica. Los popolucas de Sayula llaman al Diablo, Awayácats “ancho
y largo”. García de León (2011: 456).
MANDINGA. Laguna del
estado de Veracruz, cuyo nombre prehispánico es Tentlilan. De ten(tli),
labios, boca, borde, extremo + tli(lli), negro + lan, lugar: “Lugar
de los labios negros”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario