De tenamaztli: “Piedras sobre las que
ponen la olla, a manera de fogón, encima
del fuego”. Indio caxcán, señor de Nochiztlán, Nueva Galicia (Xalisco), jefe
guerrillero de la rebelión, que se conoció como “rebelión chichimeca” o “guerra
del Miztón”, por el nombre de un gran peñol situado en la sierra de Zacatecas,
la cual se inició en tierras de Nayarit en 1540, con la participación de coras,
huicholes, zacatecos y otros grupos de habla náhuatl, propagándose por una
vasta extensión hasta Jalisco, Zacatecas, sur de Durango y otros lugares al
sur. Haciendo contacto con los purépechas de Michoacán y con los nahuas del
altiplano central, entre ellos algunos tlaxcaltecas y mexicas, para lograr su
alianza en la guerra.
Puso en serio peligro la dominación española
en su virreinato de la Nueva España. Vencieron al comienzo de la rebelión a
Ibarra en el peñón del Miztón, y posteriormente, en junio de 1541, a Pedro de
Alvarado en Nochiztlán. El 28 de septiembre de 1541, Tenamaztle ataca a la
ciudad de Guadalajara, quemando el templo, sacando y arrastrando sus imágenes.
Esta guerra fue sofocada a sangre y fuego por el virrey Antonio de Mendoza en
persona, él reuniendo un ejército de más de 50,000 mil indios entre
tlaxcaltecas, purépechas y mexicas, 700 españoles de a caballo, 300 arcabuces y
200 ballesteros, cercó el peñón por más de 20 días, el cual ocupado por 20,000
indios entre caxcanes, coras y zacatecos estaba capitaneado por Francisco
Tenamaztle, éste pidió hablar con su exencomendero Miguel de Ibarra y con el virrey ofreciéndose a
pacificar a los alzados si se respetaba la vida y sus tierras, al igual que a
los suyos, al no haber un acuerdo de paz, regresó con los suyos, y al ver el
alcance de la batalla optó por retirarlos de la lucha para salvarlos de la
muerte y de la esclavitud. Muchos de los sobrevivientes a la guerra del Miztón
continuaron alzados durante largo tiempo, exigiendo se les liberara de la suma
enorme de cargas y otros agravios que recibían de encomenderos, mineros,
soldados y de cuantos pretendían o lograban apropiarse de sus tierras y
trabajo. Solo se sometieron en parte cuando, ya entrado el s. XVlll, comenzaron
a ser evangelizados por los jesuitas. No obstante, preservaron mucho de su
antigua cultura, lengua, creencias y visión del mundo. Francisco Tenamaztle,
cabecilla que nunca fue vencido, viendo que los suyos y muchos otros indios
seguían siendo víctimas de toda clase de expoliaciones y otras injusticias,
dejó su prudente tregua, retomó el escudo y la flecha, se alió con otros como
el llamado Chapoli y continúo en pie de guerra durante 9 años. Al morir
Chapoli, le sucedió Itopote Ilinza. En 1552, su espíritu humanista finalmente
lo llevo a preferir por motu propio un trato en busca de justicia y paz, fue
con algunos franciscanos los cuales lo llevaron con el obispo de la provincia
de la Nueva Galicia, don fray Pedro Gómez de Maraver, el cual lo llevó a la Cd.
de México donde le tuvo algunos días hasta que dicho obispo murió y entonces
por mandato de la Audiencia Real de la Nueva España (con aprobación del virrey
Luis de Velasco), en vez de ser escuchado, fue deportado a España en calidad de
prisionero. En su duro y frígido exilio como cautivo en Valladolid, en 1554 o
1555, se encontró con fray Bartolomé de Las Casas, uniendo ambos sus fuerzas en
la defensa de los derechos humanos ante el real Consejo de las Indias. Ante
este Consejo, Tenamaztle expuso que él y su gente habían recibido en paz a los
españoles, especialmente a los frailes, y que a pesar de esto, él y sus
súbditos habían sido vejados, muchos de ellos, incluyendo a la mayoría de
caciques y principales, muertos, desposeídos de sus tierras, primero por el
inicuo y mortífero Nuño Beltrán de Guzmán y después por Cristóbal de Oñate y
Miguel de Ibarra, y molestado también por Pedro de Alvarado. Su reacción había
sido huir a los montes en legítima defensa, a lo que los españoles llaman en
las Indias “contra el Rey levantarse”. Lo que en consecuencia demuestra que no
hubo rebelión contra la Corona sino sólo “defensión” que ni a las bestias se niega. En la guerra del Miztón estuvieron al lado de
Francisco Tenamaztle otros capitanes indígenas que fueron bien conocidos por
sus acciones. Uno fue el zacateco llamado don Diego al que, en una ocasión, se
le adjudicó el mismo apelativo de Tenamaztle. Los otros se nombraban
Xiuhtecutli, Tencuítlac y Petlácatl, los dos primeros de la región de Xuchipila
y el tercero de Xalpa. No se sabe si el Real Consejo de las Indias reconoció la
justicia de su causa, como tampoco se sabe el destino final de Tenamaztle.Véase miztón, zacatecano y Texicoringa.
Tenamaztli. Triple
soporte de la olla puesta al fuego, formado
por tres piedras puestas en círculo. Los mexicanos creían que los que
pisaban este soporte serían desafortunados en la guerra y caerían en las manos
del enemigo. pl. tenamaztin; se daba este nombre a los trillizos.
Extraído del Minidiccionario Enciclopédico
Náhuatl (2003) Inédito, de mi autoría.
Basado mayoritariamente en el libro "La Flecha en el Blanco" de mi admirado maestro Miguel León Portilla.
Basado mayoritariamente en el libro "La Flecha en el Blanco" de mi admirado maestro Miguel León Portilla.
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