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jueves, 8 de marzo de 2012

KACHINAS

KACHINAS 
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado




      Del hopi  ka, respeto + china, espíritu: “Espíritus de respeto”. La creencia popular entre los hopis indica que los kachinas, a veces denominados katsinas o cajinas, viven sobre los picos de San Francisco hacia el oeste, en las cercanías del cañón del Río Colorado, donde se les ve como bancos de niebla alrededor de los picos más altos. Los hopis afirman que los kachinas subieron con ellos durante la Salida de la matriz de la Madre Tierra. Típkyavi, término que significa “matriz” y/o “templo simbólico”, es el nombre de un sitio al pie de los picos de San Francisco, el último lugar donde vivieron los hopis antes de establecerse en sus pueblos actuales. Sigue siendo la última parada de los kachinas en su regreso a casa de Niman Kachina (ceremonia de regreso a casa de los kachinas).   Los zuñis, en cambio, creen que la morada de los kachinas está situada en el fondo de un lago sagrado, un lugar, a donde van también los zuñis después de su muerte, y las tribus del Río Grande (keres de Acoma y tewa),  ubican las kachinki (casas de los kachinas) en la fuentes de este río.  Todos los inviernos los kachinas acuden a los pueblos hopis durante Soyál (ceremonia del solsticio de invierno) y Powamu (ceremonia de purificación) y vuelven a casa después de Niman Kachina, a mediados del verano (en julio). En realidad vienen de mucho más lejos, recorriendo una enorme distancia entre estrellas vecinas y constelaciones demasiado lejanas para verse, desde los misteriosos mundos de los espíritus. Se dice que eran seres corporales de la tierra Toonaotekha, que distaba mucho de este mundo.  Generalmente, el ser humano nace puro pero es finalmente corrompido y destruido por el mal, por eso, el camino por el que la humanidad arrastra los pies interminablemente es largo y difícil. No obstante, el individuo que obedece la ley de leyes y que se ajusta al proceso puro y perfecto por el Creador se vuelve un kachina al morir y pasa inmediatamente a un universo avanzado donde adquiere una magna fase de desarrollo, sin tener que atravesar los mundos intermedios o distintas etapas de la existencia. Al viajar a través del inmenso vacío del espacio interestelar, regresa en forma periódica con los kachinas de otras formas de vida, a fin de ayudar a la humanidad a continuar en su viaje evolutivo. Los kachinas son, pues, las formas interiores, los elementos espirituales de las formas físicas externas de la vida. Es posible invocarlos para que manifiesten sus poderes benignos, a fin de que el ser humano sea capaz de continuar su viaje sin fin. Constituyen las fuerzas invisibles de la vida. No son dioses en el sentido extricto de la palabra sino espíritus respetados, espíritus custodios que sirven como intermediarios, como mensajeros: los espíritus de los muertos; de entidades minerales, de plantas, aves, animales y seres humanos, de nubes, otros planetas y estrellas que aun no aparecen en nuestro cielo; los espíritus de todas las fuerzas invisibles de la vida.  Su función principal es la de producir lluvias, asegurando la abundancia de las cosechas y la continuación de la vida. Durante los 6 meses que pasan aquí en la Tierra, los kachinas se manifiestan en formas físicas animando a los indígenas que con disfraz de guerrero y máscara terrorífica, tomen parte de las fiestas bélicas, religiosas y rituales. Los hombres enmascarados que los encarnan también son “kachinas” pues pierden sus identidades personales y son imbuidos de los espíritus de los seres que representan. Durante sus personificaciones deben mantenerse por encima de todo reproche, ser castos, evitar el contacto con blancos y las peleas, tener sólo pensamientos puros. Si alguno de ellos se tropieza o cae durante la danza, no sólo revela su falta de moderación sino puede incluso causar la anulación de la ceremonia y producir una sequía. Las propias máscaras de los kachinas principales poseeen fuerzas espirituales y el derecho de usarlas es hereditario. Cada una es alimentada de acuerdo con reglas ceremoniales, y se conserva cuidadosamente. Una de las obligaciones de los danzantes es la de guardar estrictamente ante las mujeres el secreto de las máscaras. Al morir el dueño es enterrada, con el entendimiento de que su poder sobrenatural debe volver al punto de origen. Por lo demás, todas estas fiestas están entremezcladas con numerosos actos mágicos, cuyo objeto es producir lluvia y fertilizar los campos; por ejemplo, fumando pipas sagradas, agitando bramaderas o representando actos fálicos. Durante estas funciones, llevan en las manos sonajas de calabaza pintadas y se amarran caparazones de tortuga en las rodillas para cencerrear con ellas. Algunas veces, estas funciones adquieren el carácter de dramas religiosos, en los que, por ejemplo, un muñeco representa a la serpiente emplumada y cornuda, un ser celeste, en el acto de fertilizar las sementeras de maíz. Los kachinas, como sabios ilustres y respetados, tenían a  su cargo, entre otras cosas, la tarea de mantener la disciplina y la moral entre los niños y enseñarles los temas religiosos. Todos los niños y niñas reciben pequeñas figuras talladas con las suaves raíces del álamo o del algodonero, pintadas y vestidas correctamente para representar a los imitadores enmascarados. Estas “muñecas” “tithu” o “tiku” también se llaman kachinas, pero no tienen poder alguno. Sirven sólo para ayudar a familiarizar a los niños con las máscaras y los nombres de los verdaderos kachinas, puesto que cada niño hopi debe ser iniciado en la Sociedad Kachina o Powamu al llegar a tener entre seis y ocho años de edad. Si los niños eran buenos, los kachinas les ofrecían muchos regalos. Pero si eran demasiados traviesos, los kachinas se les presentaban blandiendo un látigo de yuca y les amenazaban de manera terrible. La kiva (mundo inferior), es el recinto subterráneo en el que se llevan a cabo los rituales, es el elemento de mayor importancia a este respecto. Estas antiguas casas de fosas prehistóricas que eran usadas como depósitos para guardar el maíz y como sepulturas para sus muertos, se tranformaron en kivas para efectuar las ceremonias sagradas mediante las cuales la vida y la muerte se unían en un continuo perdurable. La kiva más grande que existe actualmente es la Gran Kiva cilíndrica de Aztec, Nuevo México. Se halla en la plaza central de un pueblo ahora en ruinas, la cual tenía tres pisos de alto y abarcaba 500 cuartos.  Las kivas, de forma cilíndrica o rectangular, estaban hundidas, como una matriz, en el cuerpo de la Madre Tierra, de la que nace el hombre junto con todo lo que lo alimenta.  Modificado de Waters (1996: 142-143, 182-184, 215), Krickeberg (1974: 99). || Bramadera. Pedazo de tabla delgada, atado a una cuerda, y que, al agitarse con fuerza en el aire, hace un ruido semejante al del bramido o del viento. || Personificación de los espíritus de los antepasados entre los keres de Acoma en el sudoeste de América del Norte. Generosos y poderosos, los kachina aparecían por la tribu en momentos de crisis. Ellos fueron los que instituyeron los clanes totémicos, los que enseñaron a los keres el uso del arco, las flechas, el arte de la alfarería, la utilización del sílex y, sobre todo, el uso de las pieles de búfalo para tapar su desnudez. Como dispensadores de la lluvia, se invocaba a los espíritus de los kachina o chamanes enmascarados, en tiempos de sequía. Se les ofrecían bastones, harina y hasta animales de caza, como exvotos. Se celebraban festejos en su honor y se bailaba con máscaras pintadas. Al término de las fiestas los kachina, con las caras pintadas como las máscaras de los keres, regresaban a su morada en el oeste, seguidos por una multitud de mujeres y niños que entonaban sus alabanzas. Ayala (1998: 177,178).


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