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jueves, 15 de marzo de 2012

ASTILLAS DEL VIENTO Tomás Uscanga C.

ASTILLAS DEL VIENTO  
Tomás Uscanga Constantino



JULITO: Panchito, vamos a jugar a que yo era Dios y creaba el mundo.
PANCHITO: Sí. Y que yo era el primer hombre y comenzaba a destruir tu juguetito.

JULITO: Panchito, que tú eras Santa Claus y que me traías un convertible.
PANCHITO: No. Mejor que yo era un Rey Mago y que te convertía en sapo.

JULITO: Panchito, que tú eras Adán, que yo era un ángel y que te expulsaba del paraíso.
PANCHITO: No, Julito. Mejor que yo era tu hermano Caín y que te mataba a quijadazos.

JULITO: Panchito, que tú eras mi maestro y que me enseñabas.
PANCHITO: No. Mejor que yo era tu padre y que te maleducaba.

JULITO: Panchito, ¿qué maestra te gusta más?
PANCHITO: ¡La que más enseña!

JULITO: Panchito, ¿cómo se aprende a dividir?
PANCHITO: Repartiendo la cizaña entre el grupo.

Según la Biblia judeocristiana, decimos polvo eres y en polvo te convertirás. Según la Biblia mesoamericana tendríamos que decir: acuérdate que maíz eres y en tortilla te convertirás.

Cuando vi que la tortilla se estaba quemando exclamé: ¡Hija del maíz! ¡Ya te volviste hija de la tostada!

El pan nuestro de cada día para muchos es el hambre.

El progreso cuesta caro: pagamos impuestos por que nos destruyan el mundo.

Ética: Dícese del arte de restaurar los valores devaluados.

Para arrimarse al árbol del saber no basta con leer.

Para los torpes, ni el sentido común tiene sentido.

Se puede andar en malos pasos, incluso yendo por el buen camino.

Salva tu alma para la tierra, no para el cielo.

Un hombre le dijo a un ángel: si me prestas tus alas, te juro que no vuelvo a caer en tentación.

Lo único que habla de tu rancio abolengo es tu mal olor.

En un mundo de verdades a medias y de verdades ocultas, la única verdad es la ficción.

Si sólo la verdad nos hace libres, cuán esclavos hemos sido… y seguiremos siendo.

Las damas más piadosas son las mentiras.

Ni tan prójimos ni tan próximos: conservemos nuestras distancias.

Cuando San Pedro negó a Cristo, no hizo más que obedecer el mandato de Dios: luchar por la supervivencia.

Una máxima siempre es mínima.

¡Ah, cómo me pesa este vacío!

No hay peor infierno que al que uno mismo le abre la puerta.

La piel: esa envoltura por la que el alma pide a gritos la cobija de otra piel.

Chiquillada: Dícese de la palabra con que los adultos disfrazan sus pendejadas.

Club de escritores: Dícese del lugar de consuelo para los poetas menores.

Aunque la ropa sucia la laves en casa, no faltará quien te saque tus trapitos al sol.

Cantar en el juzgado fue su mejor tango.

La vejez es el arte de sobrevivir.

Contra un enmascarado, una descarada.

La fronda del sauce, delicada como la seda, no se eleva altiva hacia el cielo; prefiere inclinarse a acariciar y a ser acariciada por el agua.

Todo estrellato tiende a estrellarse.

Es mejor caer en gracia que caer en desgracia.

Inventario: Dícese de una sarta de mentiras.

Tú me viste la cara, pero yo te quité la máscara.

Hombre: esa rara avis que destruye su nido.

Si no sales del montón, nunca dejarás de ser una cualquiera.

Despecho: Dícese de la actitud de desquite que adoptan algunos seres después de ser destetados.

Autoestima: dícese de la forma de endiosamiento que adquieren algunos hombres cuando van en su auto.

La perfección no está en alcanzarla sino en buscarla.

Quisiera ser un hombre extraordinario para salvar del naufragio al imbécil que habita en mí.

El epitafio es la última etiqueta que le colgamos a un hombre.

Nunca fui santito, sin embargo siempre a mí me colgaron el milagrito.

Muerte, mientras me arrullas, acuérdame que mañana tengo una cita con Dios.

     Frases, pensamiento, máximas, etc. sacadas del libro: Astillas del viento. Tomás Uscanga Constantino 2006. Cuadernos de Veracruz, IVEC.


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