MARMOR PUDORIS
Juan de Dios Peza
Político y poeta mexicano (1852-1910)
Un grupo de estudiantes, tres o cuatro,
el mayor de veinte años, mas o menos,
y en la plancha del triste anfiteatro,
tendida una mujer de ebúrneos senos.
Una afección cardíaca, sorda, impía,
la muerte en plena vida le depara;
y allí nívea y desnuda, parecía
una estatua de mármol de Carrara.
Las exúberas carnes ondulosas,
la poblada y oscura cabellera,
las pestañas rizadas y sedosas,
la curva escultural de la cadera.
Los ojos como estrellas invernales
tras los párpados fijos y entreabiertos,
con esa opacidad de los cristales...
que decoran las cajas de los muertos.
Cada pié y cada mano en calma leve
ostentando entre líneas delicadas,
al alabastro mate de las nieves
que tapizan las cumbres elevadas.
Y en plena desnudez de sus hechizos
como una negra flor de su hermosura
la negra trenza de apretados rizos
realzando de las formas la blancura.
Sobre la plancha, inmóvil y tendida
de juventud y amor Venus yaciente,
no guardaba del fuego de la vida,
ni un débil lampo en la marmórea frente.
¿Nada guardaba? ¡Si! leves resabios
de las mieles de ayer, gajo desecho,
una suave rosa tinte por los labios
y algo azul en las venas de su pecho.
Y también, como huellas de una brisa
que pasa fugaz moviendo flores,
la angélica expresión de una sonrisa
último y eterno adiós de los amores.
El grupo de estudiantes, tres o cuatro,
el mayor de veinte años, mas o menos,
contemplaba a la Venus del anfiteatro,
de níveo cutis y redondos senos.
Yo no la profano, dijo alguno,
la contemplo y ya veis, me maravillo,
¡ yo no nací para amputar a Juno !
y soltó de las manos el cuchillo.
Otro exclama después, ¡Es tan hermosa!
tiene unos piececitos de muñeca
y el mas joven prorrumpe: ¡es una rosa
y el que se atreva a deshojarla... peca!
Y hablando uno tras otro, embebecidos,
ante aquellos encantos misteriosos,
escuchan un rumor... eran ruidos
de los que a clase llegan presurosos.
Y antes de que se acerquen a la puerta,
el mas joven del grupo, un buen chicuelo,
extiende entre los muslos de la muerta
cual pudoroso manto, su pañuelo
Otro inquieto y honrado de igual modo,
mira aquel busto de primores lleno
y exclama con ardor: ¡aún no es todo!
y con santo interés le cubre el seno.
Se oye en aquel instante, abrir la puerta,
y la turba estudiantil llenó las gradas,
y en la divina faz de aquella muerta,
vio dos gotas de llanto congeladas.
JUAN
DE DIOS PEZA
Nació en 1852 en la ciudad de México.
Inició sus estudios en la Escuela de Agricultura, después pasó al Colegio de
San Ildefonso y en 1867 ingresó en la Escuela Nacional Preparatoria. Se
convirtió en el estudiante predilecto del pensador mexicano Ignacio Ramírez,
"El Nigromante". Fue también alumno de Ignacio Manuel Altamirano. Al regresar
de ese centro de estudios se incorporó a la Escuela de Medicina, donde
establecería gran amistad con Manuel Acuña, quien lo llegó a estimar al grado
de llamarlo "hermano", pero no terminó esta carrera y se dedicó a las
letras.
Como poeta, su estilo corresponde al
realismo, si bien propenso a la ternura. Su obra, de gran popularidad y
aceptación en su patria, tuvo traducciones al ruso, francés, inglés, alemán,
húngaro, portugués, italiano y al japonés.
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