Es como una antorcha en las tinieblas: ella es el día.
Cuando aparece, se alzan las auroras.
Con sus brillos los soles reverberan
y la luna sonríe, si sonríen sus ojos.
Cuando su mirada relampaguea,
todos los ojos se cubren de lágrimas.
2
¡Bello es él y gallardo!
Tan negros sus cabellos que los bebe la noche.
Tan blanca frente tiene que la noche ilumina.
Ningún ojo humano pudo ver la fiesta plena de sus gracias.
¿Quieres saber quién es? Entre todos los jóvenes lo conocerás:
Le doy el vino, que cual sus mejillas brilla:
Y brillan sus mejillas que sólo puede vencerlas la llama.
Lo toma y dice: Amiga, ¿puedo beber yo el rojo de mis mejillas?
Y le respondo: Bebe: eres la llama que me quema el alma.
En ese vino van mis lágrimas. Tan rojo es como mi sangre.
Y en esa copa va mi vida toda.
4
Me hubieras anunciado tu venida:
tendería como alfombra a tus pies
toda la sangre de mi corazón,
el terciopelo negro de mis ojos,
la fresca rosa de mis mejillas,
la seda de mi cuerpo.
Sobre eso reposaras por la noche
La luna en plenilunio se encontró con el sol en su cenit:
¡eso son los que se aman en el pleno esplendor de su belleza!
6
¿Qué tomo yo? ¿La copa o el vino?
La copa trasparente y coloreada,
el vino sutil y purpurino.
Pero el vino, cual la copa, es de colores
y la copa, cual el vino, es sutil, y tiene púrpura.
7
Tienes mejillas más rojas que las rosas:
son más sabrosas que el dátil de miel.
8
Me miró altiva… ¡dulce era su mirada!
Erguido y duro talle: ríndanse ante él las lanzas.
Ya llega, ya está aquí: rosas son sus mejillas.
Ya sé de su dulzura y su frescor.
Un rizo negro cae sobre la nieve:
el ala de la noche que reposa sobre la paz de la mañana.
9
¿Sabes decir cuántas son las víctimas de tus ojos?
¿Sabes cuántos dardos de tu mirada han henchido corazones?
¡Feliz, feliz quien sufre esas flechas que tus ojos lanzan!
10
Cruel llega ella a mi jardín:
Toda ella un paraíso.
Rosas son sus mejillas,
Peras y granadas sus pechos,
Miel y rocío de luz su cuerpo todo.
11
Eres una armonía.
Tu cintura es un sauce que ondula,
tu estatura, luciente abedul.
Miel de panal de los montes tu saliva,
besa siquiera la copa y dámela.
Es más dulce que el vino.
Abre tus labios para que mis ojos luzcan.
Besar tus ojos es embriagarse con almizcle
Impregnada de olor es tu piel.
Abrazarte es sentir el desmayo,
el de rama de sauce que al viento y al aguacero se doblega.
Besar tu boca es quedar ebrio,
sin haber probado el vino.
Cuando amanece la belleza se mira en el espejo
y se declara esclava de tu hermosura.
13
¿Qué es su mirada? Fuego que no quema.
¿Qué es su mejilla? Un prado de hermosura.
No es bozo el que lo cubre: es seda y es aroma.
¿Qué es su boca? ¡Pregunte a quien supiera
en donde está la fuente de la vida!
Bello, bello y cual ciervo, corre y juega.
Cintura de ilusión y de sus labios
gotea la miel cual brota de la granada abierta.
Poemas del original de las Mil y una Noches
14
Después de haber repletado mi corazón con tu deseo,
te sentaste en él como en un trono y lo hiciste añicos.
Tú velabas el sueño de mis ojos, pero ahora te has dormido.
Mis ojos en lágrimas se deshacían pensando en ti:
tú pensabas en otros amores.
Hermanas mías, poned en mi tumba:
Aquí yace una loca esclava del amor.
15
Si toco su cuerpo me estremezco
Y todo mi ser se vuelve frenético.
¿Ver su cuerpo todo qué me causará?
La limpidez del agua y el oro de la luz lo entretejieron.
16
Son los relámpagos de tu cabellera
cuando se esparce sobre tu frente
una aureola que forma la tormenta nocturna
Luz de mis ojos, belleza de gacela:
Si te alejas, me muero.
Si te acercas, me embriagas.
Vivo ardiendo y me extingo.
18
El rocío matinal moja las flores:
tus labios humedecen.
Tus ojos, oh tus ojos, son un manantial:
en ellos apaga la sed el labio sediento.
Y tu boca… tu boca es colmena que se hizo de perlas
y brota la miel y rabian las abejas.
19
Cornalinas son sus labios, si sonríe:
miel que fluye su saliva.
Sus dientes, collar de perlas,
sus cabellos en sus sienes
se enroscan como alacranes
para morder el corazón de quien la ama.
De un recorte de sus uñas fue hecha la luna creciente.
20
Lunas y gacelas vienen a competir con él por la hermosura.
Pero yo grito: Huid gacelas… ¿Cómo competir con el ciervo?
Lunas, lejos… ¿acaso podéis vencer al sol?
Negra tu cabellera sobre la nieve de tu frente:
Es el misterio de la noche sobre el brillo del día.
21
Duermes sobre la púrpura:
tu rostro es una aurora,
cielos del mar tus ojos.
Estás erguido en pie:
eres narciso y rosas.
Y te envidia la palma.
Si tus cabellos ruedan,
son gemas que se enlazan:
¿Qué seda habrá que pueda compararse?
22
Vino con ropaje azul: era un girón de cielo.
Fijó en mí sus ojos: eran dos espadas.
Encanto duerme bajo sus párpados.
Ojos suyos son dos espadas.
Labios, miel de panal. Mejillas, un rosal.
Su talle es un bambú. Bien clavado en la arena.
Más que la luna alumbra nuestra senda, si va de noche.
Me fijo en sus pupilas y me arde su flameo.
Y dos centinelas están en defensa de su corazón.
Duros como el hierro, más suaves que el narciso.
Poemas del original de las Mil y una Noches
tomados del libro Voces de Oriente de Ángel Ma. Garibay K.
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