PULSADOR
PULSADOR. Thomas (1974: 105-106), comenta que
entre los curanderos soques de Rayón, Chiapas antes de aplicar hierbas y
sahumar al paciente, toman el pulso del paciente, momento en que el curandero
se dirige a la sangre que contesta dando el diagnóstico. Oraciones en idioma
soque, pronunciadas en voz baja y muy rápidamente, van marcando la ceremonia de
toma del pulso.
Ruz (2000) comenta que el pitachik´
tojolobal de Chiapas palpa las arterias de la muñeca, el brazo, la frente o el
hueco poplíteo para develar su mensaje. La sangre le le dará su mensaje social.
Dirá a la yema de sus dedos expertos sobre sus temores personales, las
desavenencias conyugales, el rencor de los vecinos o el enojo de Dios, los
santos o los señores del mundo por el incumplimiento de rituales. El curandero
tzeltal de Amatenango –al igual que su
colega tojolabal- diagnosticará tomando el pulso, y así podrá sacar el mal,
llamar al alma y medicinar los cuerpos y las casas. Porque el sitio donde habitan
los hombres también posee un espirítu y éste interacciona con los de sus
moradores.
Lombardo (1944: 7, 60-61), refiere que
entre los tzeltales el pulseador después de leer en los latidos de la sangre la
causa de la enfermedad y el nombre del brujo que la “echó”, va a buscar a éste
para decirle que le quite la enfermedad al paciente. Si el brujo se niega a
hacerlo, puede ser llevado hasta la cabecera municipal, en donde, otros brujos,
después de pegarle, lo exhiben en el Cabildo y para que la gente lo vea y se avergüence les dicen: “Vean este
brujo, hizo daños, es come gente (asesino), no tiene vergüenza…”. Algunas veces
cuando el brujo no quiere quitar la “echada”, los “familiares” del enfermo, se
enfurecen tanto que matan al brujo. Para
terminar el tratamiento, el enfermo debe soportar una docena de chicotazos para
que no vuelva a incurrir en la falta que provocó la “echada” de la enfermedad.
Cuando atienden a parturientas porque el
niño no nace pronto, por la creencia de que algún brujo “le ha echado la
enfermedad”. El pulseador toma las manos de la mujer y comienza a rezarles
soplándoles la cara “para que se pueda salvar”. El soplido es con el objeto de
que el nagual del brujo que les esté “echando enfermedad” e impidiendo “que el
niño salga”, huya y se salve la mujer.
Tomado de mi libro: Los Tuxtlas, nombres
geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca.
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