12
DE OCTUBRE 1492
ANTONIO
FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO
Lo que sucedió el 12 de octubre de 1492 no
fue una gesta de la que puede congratularse la humanidad, sino, más bien, el inicio de más de 500 años de iniquidades
en Latinoamérica.
Somos el producto final de un pueblo colonizado durante 300 años, de 1521 a
1821, por conquistadores que no vinieron
a civilizar sino a destruir una
civilización que no era inferior ni superior sino completamente diferente con
particularidades y características propias. Ellos vinieron a saquear, a crear empresas económicas en provecho propio
y de su “Corona” usando para ello la
fuerza de la tiránica esclavitud de los
vencidos.
Y no sólo vencieron con la espada y con
las desconocidas armas de fuego, sino que también utilizaron a la cruz, a la
religión como arma de represión y conquista. Esta sinergia formó un frente casi
imbatible y provocó que nuestras rebeldías fueran vulnerables, prolongando así
el dominio de la “Corona”. Esta última fuerza o poder, la de la iglesia, es la
que nos hizo más daño pues llegó para quedarse y seguir obnubilando la
mentalidad ya caótica del pueblo al serle decapitada su filosofía, su cultura y su libertad. Contra el pasado,
nada queda por hacer; el tiempo no regresa. Étiam
periere ruinae (Hasta las mismas ruinas perecieron).
Pero las desgracias no llegan solas,
faltaba lo peor de este genocidio, las guerras biológicas -las enfermedades
europeas-, las cuales provocaron la mayor mortandad de los aborígenes. Nuestra
nación estaba poblada en 1519 por cerca de 22 millones de habitantes; para 1532
la población había descendido a 16 millones y para 1570 sólo restaban 2 600
000.
Fray Antonio de Montesinos. Imagen Internet. Fray Bartolomé de las
Casas, relata la llegada en 1510, de cuatro misioneros dominicos en la
Española, la isla que hoy se nombra Santo Domingo, cuando ya gobernaba Diego,
el hijo de Cristóbal Colón. Dos de ellos varones extraordinarios, Pedro de
Córdoba y Antón de Montesinos, primerísima presencia de lo mejor del humanismo
hispánico y que influyeron en la futura historia del Nuevo Mundo y en el
derecho de gentes en el orbe entero. El propio las Casas, que allí vivía desde
el 15 de abril de 1502, durante el gobierno de Nicolás de Ovando, había
participado en combates contra los indios y en recompensa había logrado pingües
repartimientos.
Algún tiempo después de
la llegada de los dominicos comenzó a estrechar relaciones con ellos. Éstos, se
enteraron de la acelerada mortandad por obra de epidemias, hambre, agotamiento
en el trabajo, trauma psíquico y aun suicidios y muerte dada a los propios
hijos para librarlos de tan dura condición. Los conquistadores en menos de 20
años casi acabaron con los 600,000 nativos encontrados a su llegada. Lo que los
obligó a cazar indios en las Bahamas, Cuba y las Lucayas. Mucho deliberaron
entonces los dominicos. Convinieron al fin en que estaban comprometidos a
denunciar públicamente en su predicación, y por todas las formas a su alcance,
tantas maneras de detestable y tiránica injusticia.
Primer sermón, 30 de noviembre de 1511, Fray Antonio de Montesinos, hombre colérico y muy eficaz, hablo con aspereza en el púlpito delante del almirante y oficiales reales y otros letrados, personas principales y todo el pueblo, en la ciudad de Santo Domingo:
Yo soy la voz de Cristo
que clama en el desierto de esta isla y, por lo tanto, conviene que la oigáis
con toda atención ( ) Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís por
la crueldad con que tratáis a estas inocentes gentes. ¿Decid, con qué derecho y
con qué justicia tenéis en tan horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué
autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en
sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muertes y
estragos nunca oídos, habéis consumido en sus enfermedades, que de los
excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren y, por mejor decir, los
matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los
adoctrine y conozcan a su Dios y Creador, sean bautizados, oigan misa, guarden
las fiestas y los domingos? ¿Estos no son hombres? ¿No tienen almas racionales?
¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto
no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos?
Tened por cierto que, en este estado en que estáis, no os podréis salvar más
que los moros y turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo.
Hubo un segundo sermón el
domingo siguiente, 7 de diciembre de 1511, en respuesta a las demandas de autoridades
y encomenderos que exigían una retractación de lo expuesto por fray Antón, y él
tomando una sentencia de Job, predicó: “Tornaré a referir desde su principio mi
ciencia y verdad…”, añadiendo que “(lo) del domingo pasado os prediqué y
aquellas mis palabras que así os amargaron, mostraré ser verdaderas…” Huelga
añadir que la reafirmación de la denuncia, con nuevo acopio de argumentos, dejó
a quienes lo escucharon “gruñendo y muy peor que antes indignados contra los
frailes…”
Pecado sería omitir las obras con
documentación indígena y de sus códices de los historiadores misioneros como
fray Bartolomé de las Casas, fray Toribio de Benavente o “Motolinía”, fray
Bernardino de Sahagún, fray Diego Durán, fray Juan de Torquemada, fray Jerónimo
de Mendieta. Aquí incluyo además a otros escritores indígenas, mestizos o criollos como Hernando Alvarado
Tezozómoc (1526-1610), Cristóbal del Castillo (1526-1604), Pedro Ponce de León
(1546-¿?), Francisco de San Antón Muñón Chimalpáin Cuauhtlehuanitzin
(1570-1640), Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1578-1650), Juan Bautista Pomar
(3º. O 4º. Decenio del s. XVl - ¿?). Juan de Tovar (1540-1623) y Diego Muñoz Camargo (¿?- 1614). Todos ellos
contribuyeron de una forma principalísima a lo más valioso de un pueblo
despojado de su herencia cultural, el rescate de la memoria, desde sus fuentes
primigenias. Gracias al interés de estos indígenas, mestizos, criollos y
españoles por nuestra cultura antigua, México cuenta con un acervo excepcional
acerca de sus orígenes.
Fray Bernardino de
Sahagún Bartolomé de Las Casas
Posteriormente, y entre otros, continuaron
dos grandes historiadores veracruzanos Francisco Javier Clavijero (1731-1787) y
Francisco del Paso y Troncoso (1842-1916). Y últimamente es muy notable la
labor de rescate que emprendieron excelentes historiadores y nahuatlatas como
Ángel María Garibay Quintanilla (1892-1967) y Miguel León-Portilla (1926).
Francisco Javier
Clavijero Francisco del Paso y Troncoso
Bartolomé de Las Casas, refiere que Hatuey, era un cacique taíno que salió
huyendo de la isla La Española (República Dominicana) rumbo a Cuba en donde se
unió con los siboney, que eran los más antiguos habitantes de esta isla. Cuando
los españoles emprendieron la conquista de Cuba, en 1511, reunió a su pueblo y
habló de los extranjeros en estos términos:
“Son
crueles y malos por naturaleza… porque tienen un Dios que adoran y veneran
mucho, y para obligarnos a adorarlo, tratan de someternos y de matarnos”.
En su casa había un cesto lleno de oro y de joyas y dijo:
“Ved, éste es el Dios de los cristianos”.
Entonces para escapar a la maldición, los
indios arrojaron al río todo el oro que poseían. Pero cuando los españoles
llegaron, bajo el mando de Diego Velázquez,
no respetaron a Hatuey. Las Casas agrega que a un religioso español que
quiso ayudar al rey durante su suplicio, siempre y cuando se convirtiese al
cristianismo, Hatuey le preguntó:
“Y los
españoles ¿van a ese cielo de que me hablas?”, al recibir una respuesta
afirmativa del franciscano, el indio repuso:
“Entonces, prefiero ir al infierno”.
Así pues, el 2 de febrero de 1512,
murió en la hoguera por pagano.
Regresando al daño ocasionado en nuestros
esquemas mentales por la conquista, los
conquistadores, los de la “razón”, primero, con verdadera barbarie sacrificaron
a los principales depositarios de nuestra cultura: a los reyes, nobles,
sacerdotes y guerreros, dejando sólo con
vida a sus aliados y a rudos indígenas y después nos sobajaron, nos
esclavizaron, nos consideraron indios ignorantes, atrasados, tercos. En
Valladolid, España de 1540 a 1570 los “civilizados” españoles discutían si los
indígenas de América eran seres humanos o animales. Es más, el naturista y
explorador alemán Humboldt también estaba de acuerdo de que los indígenas eran
seres “sin razón”. En defensa de este
atropello fray Bartolomé de las Casas y el indio caxcán, señor de Nochiztlán,
Nueva Galicia (Xalisco), Francisco Tenamaxtle al expresar la insólita idea de
que los indios al igual que los europeos eran seres humanos con almas
inmortales desafiaron con valor y
energía los intereses declarados de los gobernantes de la “corona” y qué decir de don José Vasconcelos quien
afirma que no había cultura en América, que la cultura fue introducida por los
conquistadores. Otro tanto fue manifestado, por ignorancia de nuestra historia,
por don Justo Sierra. ¡Qué blasfemia! quien conozca a fondo nuestra historia,
sabrá la verdad.
Chakan, fue un guerrero maya de Chablé, Quintana Roo,
México, el cual en el año 1528 fue convocado junto con otros aguerridos
indígenas mayas por Batab, cacique de Chetumal, a la población de Mazanahó,
para resistir, y aún en caso dado, agredir a los españoles. En la contienda
hubo un incidente que llamó la atención, y fue que en lo más reñido de ella,
Treviño, un ballestero español que causaba numerosas bajas entre los naturales,
se propuso tirar a Chakan que igualmente se distinguía por la precisión con que
disparaba las flechas, ocasionando algún daño entre sus contrarios. Ambos
valientes buscábanse en los combates, como deseando realizar un duelo
concertado tácitamente. El indio permaneció como distraído esperando que se
disparase la ballesta para lanzar la flecha; el español, creyó verdaderamente
la distracción y disparó la jara; pero con suma rapidez le lanzó el indio la
flecha incrustándosela en la mano, y a tiempo que se oyó decir al capitán
Alonso Dávila: “Guardaos, Treviño, que estáis herido”, Chakan se arrancaba del
pecho la jara castellana exclamando: “No
moriré a tus manos, perro cristiano”; y alejándose algo y a la vista de los
suyos se ahorcó con un bejuco.
Como caso especial recordaré a Diego de
Landa (1524-1579). Fraile franciscano y obispo de Yucatán (1573-79) que el 12 de julio de 1562, en el pueblo de
Maní, dirigió un acto de fe, en el que fueron quemados 5000 ídolos, 27 códices
y caciques mayas. Su afán destructor acabó con estelas, imágenes de la antigua
religión y edificios enteros. Manda edificar el convento de Izamal con uno de
los atrios más grandes del mundo y construido con las piedras del templo
dedicado a Zamná. Después de destruir tanta
cultura maya escribe Relación de
las cosas de Yucatán (1566). Algo tan nefastamente desproporcionado y ridículo
como si Hitler después de su afán de destruir a todos los judíos del mundo
conservara en refrigeración una pareja de éstos para que así la raza fuera
conocida por las generaciones futuras.
Diego de Landa y Maní Convento de Izamal
El 22 de octubre de 1695, Cabnal, el
cacique supremo del poblado lacandón de Sac- Bahlán, antes de ser capturado por
los españoles pronunció sus últimas palabras: ¨No quiero ser cristiano, ni que mi gente lo sea¨. Comenta Jan de Vos: ¨Ser cristianos para
Cabnal no sólo significaba renegar a sus antiguos dioses y abrazar una nueva
religión; significaba, además, perder su libertad, su autonomía, su cultura
ancestral, y aceptar el pesado yugo de la vida colonial, con su inevitable
secuencia de enfermedades desconocidas, tributos y repartimientos, trabajos
forzosos, vigilancia militar, control eclesiástico y dominación política. En
comparación con estas calamidades, los bienes ofrecidos por los nuevos amos
eran pocos y de poca trascendencia: machetes y hachas de fierro, ropa de lana,
perros de guardia y cacería, carne de puerco, legumbres y frutas de Castilla.
Lucha y Muerte de
Canek. Imágenes de Internet.
El héroe maya Jacinto Canek (1730-1761).
Estudio latín e historia en Mérida, en el Convento Grande, de donde fue
expulsado por los franciscanos, por
querer ser cura: "Los indios no
pueden ser sacerdotes". Cambio sus apellidos Uc de los Santos por el
nombre del último emperador de los itzáes que opuso resistencia a los
conquistadores y a quien nunca lograron doblegar. El 20 de noviembre de 1761,
durante una fiesta en Cisteil (en lengua maya se pronuncia Kisteil), a unos 50
Km. de Mérida, llamó a los mayas a la rebelión contra el blanco que los
explotaba y azotaba. El gobierno envió un ejército de 2000 hombres que entró en
la pequeña población, masacró a los moradores, persiguió a los sublevados y
finalmente los capturó, y el 14 de diciembre de 1761 en la plaza principal de
T-Hó (Mérida) se le mutiló y su cadáver fue incinerado y sus cenizas arrojadas
al viento. Igual suerte corrieron sus lugartenientes y doscientos de sus
seguidores fueron azotados y amputados de una oreja. Se dice que los jefes
indígenas despreciaron, llevados de sus instintos animales, la fe, la razón y
las buenas costumbres cristianas; y que por esto debían de morir porque eran herejes. El
gobierno, al año siguiente, ordenó consumar la destrucción del pueblo
cubriéndolo con sal en grano a fin de esterilizar el lugar, para escarmiento de
la población maya. Estos hechos han permanecido en las leyendas de los indios
yucatecos. Ermilo Abreu Gómez, escritor yucateco escribió inspirado en este
personaje, su obra Canek, de la cual extraemos un fragmento, titulado La
Doctrina:
Canek dijo: - Los blancos hicieron que
estas tierras fueran extranjeras para el indio; hicieron que el indio comprara
con su sangre el viento que respira. Por esto va el indio, por los caminos que
no tienen fin, seguro de que la meta, la única meta posible, la que le libra y
le permite encontrar la huella perdida, está donde está la muerte.
También dijo: -¿Por qué nos enseñan a querer a un Dios que permite que los blancos
nos peguen y nos maten? ¿Por qué
hemos de cantar de rodillas un canto de contrición* que no sentimos? No lo
digamos más porque, aun diciéndolo con los labios, cometemos falta en nuestro
espíritu.
*En el sacramento de la penitencia, arrepentimiento
con dolor y pesar de haber pecado ofendiendo a Dios.
Primer Pueblo Libre De América Continental
Escultura de Yanga, foto
de Anwar Vázquez
Gaspar Yanga o Nyanga (Rey o Príncipe) fue
un supuesto miembro de la familia real de Angola, África, traído en 1579 como esclavo a México, huyendo
de sus amos vino a ser durante 30 años el caudillo de una banda de esclavos
negros conocidos como los cimarrones (de las cimas o montañas) quienes
luchaban por su libertad en la región de
Córdoba, Veracruz. Acogió posteriormente a otros prófugos (indios y aun
mestizos y españoles que por algún delito, o por otra causa, intentaban huir de
la convivencia con los españoles). El Estado independiente de Yanga creció,
adquirió poder e inició hostilidades contra los asentamientos españoles, por lo
que el virrey Luis de Velasco envió una expedición compuesta de 100 soldados y
150 indios armados, más tarde se agregaron otros, comandada por Pedro González
de Herrera, vecino de Puebla y con el concurso de los padres jesuitas Juan
Laurencio y Juan Pérez. Laurencio dejó una relación de los hechos. Según ella
se sabe que Yanga era corpulento y de gran inteligencia. Como ya estaba viejo y
llevaba treinta años de haber constituido su dominio, tenía como lugarteniente
a Francisco de la Matosa, negro también, originario de Angola. Esta expedición llegó a la región en 1609,
atacó la noche del 23 de febrero al poblado y alcanzó la rendición. Yanga había
huido con varios hombres monte arriba. Lo siguió el ejército y al fin fue
aprisionado. Yanga escribió al virrey pidiendo indulgencia. La dispensó
Velasco, respetando la vida de Yanga y de sus seguidores, a condición de que
quedasen confinados a su poblado. El próximo virrey don Rodrigo Pacheco y
Osorio, marqués de Cerralvo, decretó en
1632 El Estado Libre de San Lorenzo de los Negros o San Lorenzo Cerralvo, a 20
Km. Al SE de Córdoba, Veracruz. El 5 de noviembre de 1932, después de 300 años
de ser declarado libre el pueblo de San Lorenzo cambiaría su nombre a
Yanga, como es conocido actualmente en
honor al emancipador.
Aún hay más, no deja de parecer una ironía
el hecho de que los otomíes, quienes desde el siglo XVI habían estado entre los
principales aliados de los españoles en la región para “pacificar” a los
llamados chichimecas, pasaran a ser víctimas perseguidas por las mismas
autoridades que tantos favores les debían.
Es muy probable que la indefensión de los
indios haya sido resultado de su muy temprano sometimiento a los españoles. Al
aliarse a ellos contra los chichimecas, se sometieron a la legalidad colonial,
a todas luces desigual y desfavorable, aunque, por otro lado, de haber
procedido de modo diferente, quizás hubiesen sido exterminados, como tantos
otros.
Cuando Cortés recrimina a Moctezuma ll
sobre los sacrificios humanos, éste le respondió: “Nosotros tenemos derecho de quitar la vida de nuestros enemigos;
podemos matarlos con el poder de la acción como vosotros a los vuestros, y ¿por
qué no podremos reservarlos para honrar a nuestros dioses con su muerte?”
Los reyes de España habían declarado al
principio esclavos a los indios, pero en la época de la conquista de Yucatán,
1541, ya habían revocado esta
inhumanitaria disposición que los conquistadores de Yucatán querían revivir. 4
años antes, en 1537, los dominicos mediante fray Bernardino de Minaya lograron
que el papa Paulo lll emitiera la famosa bula Sublimis Dei para que se
reconociera la racionalidad de los indios americanos y se declarara su igualdad
natural con los españoles. Empero, el gobierno español tenía interés en dejar
durante la Colonia a todas las masas indígenas en la ignorancia para
mantenerlas dominadas en quieta y pacífica posesión bajo la “protección y
paternalismo” de la encomienda, la cual era el nuevo estilo de esclavitud. Si
no se dejaban bautizar eran colgados o ahogados; y, una vez bautizados eran
flagelados si no atendían a misa y quemados si volvían a su idolatría. Estaban
sujetos a la más densa ignorancia, por temor de que aprendieran lo suficiente
para dudar. Su llamado cristianismo era por lo tanto su antiguo paganismo bajo
un nuevo nombre que no les daba ni luz espiritual ni progreso intelectual. Se
convirtieron de idólatras paganos a idólatras cristianos. Guerreros por
carácter y por costumbre recibieron el pesado yugo de la servidumbre, y si
algunos trataban de revelarse eran ahorcados o quemados vivos, con el resultado
lógico de la degeneración de la raza otrora culta, altiva y noble. Este nuevo
estilo de vida condicionó, en voz de Carrillo y Ancona, que abyecto y miserable,
despreciado por su nuevo señor, y no siendo el fruto de su trabajo más que para
enriquecer a éste, que el indígena se volviera considerado en general,
holgazán, apático, astuto, cruel cuando hallara ocasión de serlo y estúpido
cada vez más.
Ilustración de Theodor de Bry (1528–1598)
inspirada en el siguiente pasaje de la Brevísima relación de la destrucción de
las Indias de fray Bartolomé de Las Casas.
¿No es más animal?... el que destruye
razas y culturas humanas, el que mata a seres humanos cortando cabezas, manos,
brazos y piernas y a las mujeres los pechos, el que los quema en carne
viva, el que los mata trabajando de sol
a sol, el que los lanza a la muerte a
las fauces de los mastines, el que les
roba mujer, hijos y tierras y después de esto ahorca a las madres de las
ramas de los árboles, y de los pies de ellas a sus propios hijos y por último
el que los trafica a cambio de vacas
(Nuño Beltrán de Guzmán llegó a Pánuco al frente de los conquistadores en mayo
de 1526. Como no encontrara las riquezas que esperaba, envió a los indios
capturados a Cuba, en calidad de esclavos que canjeó por pies de cría que le
dieron una enorme fortuna como ganadero).
¡Qué el sentido común nos dé la
razón!
Recordemos que los españoles, traídos
por Cristóbal Colón, llegaron a las
islas del Caribe en 1492, en donde al igual que en las Islas Canarias,
repitieron la barbarie, la masacre, el etnocidio de acabar con casi todos los
nativos (en el caribe acabaron con todos), teniendo que repoblar importando
esclavos negros del África. En 1519 encabezados por Hernán Cortés desembarcaron
en San Juan de Ulúa y penetraron al territorio mexicano en plan de saqueo y
conquista. Los nativos de acuerdo a la leyenda de Quetzalcóatl, que esperaban
el regreso de éste, confundieron a
Cortés con dicha deidad y al bermejo Pedro de Alvarado con Tonatiuh (el
Sol). Es más hasta la jovencita de
apenas 18 años de edad, Malina Tenépatl, por el hecho de acompañar a tales
“deidades” salio favorecida con su trato reverencial de “Malitzin”. Cabe aquí
aclarar que el término “Malinche” era aplicado a Cortés, pues significa el
dueño de Malintzin. Doña Malitzin ni siquiera era nombrada como tal por Cortés,
él en sus Cartas de Relación la denomina despersonalizadamente como “La Lengua”.
Hernán Cortés Monroy
Pizarro Altamirano Pedro de Alvarado
Dios les cobró este crimen a los españoles
en su propia patria: la Inquisición y el Trono, seleccionaron y mataron a todos
lo que pensaban, dejando apenas como residuo más que fanáticos, serviles y manipulables.
España ha sido y es víctima de la
superstición [...] Nada quedaba más que los españoles; es decir, indolencia,
orgullo, crueldad y superstición infinita. Así España destruyó toda la libertad
de pensamiento a través de la inquisición, y durante muchos años el cielo
estuvo lívido con las llamas del auto de fe; España estaba ocupada llevando leña
a los pies de la filosofía, ocupada quemando a gente por pensar, por
investigar, por expresar opiniones honestas. El resultado fue que una gran
oscuridad cubrió España, no atravesada por ninguna estrella ni iluminada por
ningún sol naciente.
Robert Green Ingersoll, «Spain and the Spaniard»
Comentan los kiliwa, de Baja California,
que al ver que era necesario tener papeles de sus propias tierras, acudieron
con el Presidente Lázaro Cárdenas, porque él era muy bueno, pero cuando se
entrevistaron con él les dijo:
´Ustedes
no necesitan ningunos papeles de sus tierras, son los auténticos dueños de
ellas y nadie deberá tocarles sus propiedades´.
Pero como es el caso de que
no tenían papeles ni nada, cualquiera que les quiera quitar algo, pos nomás se
las quita y ya… y en las oficinas del Departamento Agrario, nunca les hicieron
caso para que no los invadieran. En 1938, el general Lázaro Cárdenas, visitó la
región y los kiliwa lo entrevistaron nuevamente para quejarse de los despojos.
En esa ocasión los kiliwa le pidieron papeles, y el general les respondió muy
bonachonamente, con una nada convincente frase que todo el mundo debió
aplaudir:
“Los indígenas no necesitan
papeles, cada uno de ustedes es un título”.
El resultado: Suicidio de los
kiliwa. Debido a la discriminación de la que son objeto, los kiliwa han hecho
un pacto de muerte dentro de su comunidad; este pacto declara que ninguna mujer
kiliwa traerá un solo hijo más al mundo, acabando así esta etnia con su
sufrimiento para siempre. Actualmente en este año 2010, ellos no pasan de un
centenar de personas.
El etnólogo Carl Lumholtz rescata algunos comentarios
huicholes en los cuales apreciamos el razonamiento de los mismos: “Si los cristianos rezan a los santos hechos
por los carpinteros, ¿Por qué los huicholes no han de rezarle al sol, que ha
sido hecho de mucho mejor modo?” o este otro: “¿Por qué ha de necesitar uno a los padres para casarse?” “El asunto no tiene que ver sino con los dos
interesados que se pueden reunir en la casa de sus padres y arreglar el
casamiento.”
Tal manipulación mental hecha por los
conquistadores hasta no hace mucho tiempo era observada entre los indios
popolocas de Puebla los cuales al ir a las ciudades y observar los maniquíes en
las tiendas de ropa se preguntaban:
¿Qué
dioses serían éstos?
La pregunta ahora es: ¿Qué pasa? ¿Cómo
estamos actualmente, a 200 años de la Independencia y 100 años de la
Revolución, en nuestra sociedad multiétnica y pluricultural en pleno siglo XXl,
en donde todo indica que seguimos padeciendo los mismos estigmas
gubernamentalmente condicionados de desigualdad, pobreza, ignorancia e
injusticia?
Comenta la Dra. María Elisa Vásquez:
Es obvio, que la sociedad mexicana exalta
a los indígenas del México antiguo, a la vez que, desprecia e ignora a los que
hoy en día viven las peores condiciones de pobreza y desigualdad…
En el mismo tenor se encuentra el reclamo
recogido por la etnóloga francesa Véronique Flanet ante la desigualdad que los
indígenas mixtecos de la costa sienten y padecen ante los ladinos y demás
mestizos:
“En
este lugar maldito
donde
reina la pobreza,
no
se castiga el delito,
se
castiga la pobreza”.
“Los dioses se van porque su tiempo se ha
acabado; pero regresa otro tiempo y con él otros dioses, otra era”
Octavio Paz.
Veracruz, Ver. México. Octubre 2010.