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sábado, 24 de octubre de 2015

MICTLÁN Antonio Fco. Rguez. A.

MICTLÁN
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO
  
    Pintura Mictlán por Tzibtah

     MICTLÁN,del náhuatl mic (qui), muerto + tlan, junto o cerca de donde abunda: “Lugar de los muertos”, estructura cósmica compuesta por nueve cielos verticales y descendentes debajo de la tierra y orientados hacia el norte, por lo que los conquistadores españoles identificaron este sitio con el infierno cristiano (del latín inferus, región inferior).  Con el Chichihuacuauhco, el Tlalocan y el Ilhuícatl Tonatiuh, es una de las cuatro mansiones de los muertos, de acuerdo con la mitología náhuatl, según la cual al Mictlán van quienes han muerto sin gloria, por enfermedad, sin importar su rango socioeconómico, este tipo de muerte era conocida como tlalmiquiliztli (“muerte terrestre”). En el Mictlán, no existe inmortalidad, la otra vida sólo es de corta duración, y termina en disolución, en desaparición total del ser. 


Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl. Imagen de Internet

Es un “tenebroso lugar sin puertas ni ventanas”, donde reinan el dios Mictlantecuhtli y la diosa Mictlancíhuatl y donde va el sol tras el ocaso. Según esa misma mitología, cuando una persona muere por enfermedad debe ser enterrada con un izcuintli (perro) bermejo, pues los de pelo blanco o negro no pasaban el río, porque el de pelo blanco decía: “yo me lavé”, y el de pelo negro: “estoy manchado”. Según algunos autores este izcuintli o techichi deberá ser enterrado vivo y de acuerdo con otros dicen tiene que incinerarse previamente.











El animal lo ayudará a cruzar los nueve planos (extendidos bajo tierra y orientados hacia el norte) de su camino:

1) El río Apanoayan (donde se pasa el río). Es llamado también Izcuintlan (Donde abundan los perros). Aquí el difunto tenía que cruzar el caudaloso río sobre el lomo del cánido. Se dice que si éste había sido maltratado en vida por su amo, podía negarse a pasarlo interrumpiendo su viaje al Mictlán.

2) El Tepeme Monamictia (paso entre dos montañas que chocan repetidamente entre sí y desde donde el personaje fallecido debe despojarse de toda su ropa).  El ser triturados los difuntos por los cerros significa la desintegración de la materia.

3)  El  Itztépetl (cerro erizado de pedernales), aquí las navajas seguían descarnando el cuerpo.  

4) El Itzehecayan (los ocho páramos donde el viento corta como navaja). Esto es, que corta como cuchillo. Aquí el viento se encarga de ir desmaterializando, cortando los cuerpos. Uno de los ámbitos de este vado es el Cehuecayan (los ocho cerros azotados eternamente por la nieve).  

5) El Paniecatacayan (lugar donde los cuerpos flotan como banderas), o más propiamente Paniecatocoyan: “Lugar donde el viento empuja como a bandera”. Aquí los muertos al estar algo desmaterializados  pierden gravedad levitando y siendo arrastrados por fuertes vientos.

6) El Temiminaloyan “Lugar donde flechan”. Aquí múltiples y veloces saetas acosan a los muertos para irlos desangrando.

7) El Teocoylehualoyan (donde un tigre le devora el corazón), para llegar aquí tenían que vadear los nueve ríos llamados Chiconahuapan (“En los nueve ríos”) .
En mi opinión el nombre debe ser Tecuanyolcualoyan del náhuatl tecuan o tecuani, animal feroz (tigre, etc.) + yol (ot), corazón + cua, comer + o, enlace fonético + yan, lugar donde se realiza la acción: “Donde come el corazón el tigre”.

8) El Apanhuiayo (lago de agua negra donde está sumergido el lagarto o lagartija  Xochitonal), y el Izmictlan Apochcaloca “Lugar donde se enceguece en el camino de la niebla”, estrato donde los muertos van perdiendo su visión del mundo terrenal para concientizar la otredad, la energía. Sitio en el que finalmente comparece ante la dualidad Mictlantecuhtli-Mictlancíhuatl y muere definitivamente.
     La lagartija Xochitonal (Alma florida) es la encargada de espiritualizar a los muertos, desmaterializarlos, volverlos energía pura.

9) y el Chiconauhmictlan. “Noveno y más profundo piso de la muerte, o del infierno”.


Mictlantecuhtli.Imagen de Internet

     Este último viaje de los muertos duraba 4 años, al fin de los cuales el tonalli (alma) se separaba del cuerpo e iba a su habitación final, sin puertas ni ventanas, en donde residían los dioses de la muerte.

     Los sacrificados y los guerreros, así como las mujeres que morían durante el parto iban al Ilhuícatl Tonatiuh; los ahogados o muertos en relación a enfermedades hídricas iban al Tlalocan; los niños que morían sin haber llegado a la edad de la razón, incluidos los que nacían muertos,  iban al Chichihuacuauhco.

     Los guerreros que han muerto luchando o sobre la piedra de los sacrificios se vuelven acompañantes del sol. Forman un cortejo alrededor del dios resplandeciente del Este al cenit, a lo largo del prolongado camino que él sigue en el cielo, en medio de hermosos árboles. A través de su rodela, llena de agujeros por las flechas de sus enemigos, pueden contemplar la faz luminosa del astro. Su vida gloriosa está hecha de cantos guerreros y de combates. Al cabo de cuatro años, son transformados en colibríes, y vuelven a la tierra para vivir allí entre las flores de las regiones cálidas.

     El destino de las mujeres muertas de parto es análogo al de los guerreros. Sabido es que son ellas las que se convierten en las Cihuateteo del Occidente. También ella forman un cortejo del sol, durante la segunda mitad de su curso diurno, y también ellas se deleitan con los cantos bélicos y los simulacros de combate. Bajo otro aspecto, sombrías divinidades que rondan a la hora del crepúsculo, siembran sobre la tierra, en ciertos días nefastos, las enfermedades y el terror. Soustelle (1983:139-141).


     Referencias de otras culturas:


     Refiere Williams (1972: 41, 142) que entre los Tepehuas las dacunín (muertas en parto) van al cielo, donde los viejos (truenos) las arrastran por el firmamento en forma de nubes y una vez llenas de agua las precipitan en gran aguacero, siendo el ruido precedente al fenómeno su arrastramiento por el cielo; son las nubes negras llevadas por el viento.

     Galinier (1987: 428, 487, 490) comenta que en toda la sierra otomí, el trueno simboliza a los difuntos que fueron criminales, los asesinados y los ahogados; ellos recorren el cielo haciendo ruido con sus armas (fusiles y machetes). El arcoíris simboliza las almas de los curanderos. Los rayos y la lluvia representan a las mujeres que mueren durante el parto, las cuales se convierten en diosas del fuego reuniéndose con la divinidad del fuego celeste, la Hmüspi (hmü sipi). Se dice que esta divinidad toca el teponaztle, porque su sonido evoca al trueno. En cuanto a los niños que mueren durante el parto, su alma encarna en un zopilote (el “padre caliente” o hpata), otra imagen de la divinidad del fuego en el panteón otomí. Se les identifica con el trueno (khwei, “cuchillo de obsidiana”). Según una metáfora poética, habitan la “casa de la oscuridad” (nkubešüi). El zopilote, al igual que el fuego –símbolo de la purificación realizada por el rito del temascal- limpia el mundo de su mancilla. Las únicas almas que no se divinizan son las de los “muertos por enfermedad”, su lugar de residencia es variable y pueden, en cualquier momento, “regresar a la tierra” para llevar a cabo alguna acción perturbadora.

     Beatriz Barba en Álvarez (1978). A la muerte se le llama “santísima muerte”; no se le teme, se familiariza a los niños con ella desde que nacen, y se le tiene sólo como un cambio de planos de vida. Sin embargo, un muerto en riña o violentamente, será siempre un espíritu tratando de hacer males, por lo cual se le evita, se le propicia y se le obliga a retirarse. Generalmente los entierros son alegres para que los muertos encuentren con facilidad el camino; si se les llora y se les llama no se van y se quedan haciendo daño. En el camposanto, los muertos que no se han ido andan buscando cuerpos y pueden tomar el de uno. También la tierra, acostumbrada a recibir los cuerpos, puede tragarse el alma de un hombre cuando pasa sobre ella.

     Álvarez (1978) comenta que es creencia de los chochos o chuchones que los muertos se transforman en animales que luego rondan sus casas.

     Álvarez (1978) refiere que al ocurrir la muerte de un tzotzil, un perro negro conducirá al alma a través del gran río hasta k´atin bak, el submundo, en el que habitará un período igual  al que vivió en el mundo y se convertirá a su término en un no-nacido, cambiará de sexo y volverá a encarnar entre los vivos. En algunos lugares, las mujeres que mueren al dar a luz y los hombres que fallecen ahogados, electrocutados o asesinados viajan directo al paraíso y los recién nacidos permanecen al lado de un árbol de leche materna.

     Furst (1972: 100-102) refiere entre los huicholes,  que al morir la gente ordinaria sus almas viajan hacia el inframundo a “el lugar donde la gente muerta vive”, mientras que las de los mará’akáte (chamanes) habitan en un círculo alrededor del Sol y lo acompañan a través de los cielos y del inframundo, ayudándolo a permanecer en el cielo y protegiéndolo de los animales peligrosos, incluyendo a Tāte’ Ipou la serpiente de doble cabeza que habita la región más baja que el astro debe atravesar cada noche desde el crepúsculo hasta el alba. Y después de cinco años, el espíritu del mará’akáme, reencarna en un cristal de roca, el ‘urukáme, el cual se consolidó de cinco partes de hueso de su esqueleto, en el transcurso de ese tiempo. Véase Tlalocan, Chichihuacuauhco, Micca, ‘Urukáme, Tāte’ Ipou, Mucchita.


Mictlantecuhtli. Tomado de Internet



GLOSARIO ETIMOLÓGICO


Apanoayan del náhuatl a(tl), agua + pano, pasar, vadear un río + yan, indica acción del verbo: “Donde se pasa el río”. Es llamado también Izcuintlan, de izcuin(tli), perro + tlan, donde abundan: “Donde abundan los perros”.

Monamictia Tepeme, del náhuatl monamictia, luchar, chocarse + tepeme, plural de tepetl, cerro, monte: “Cerros que luchan o se chocan”.

Itztépetl del náhuatl itz(tli), obsidiana, en s.f. navaja, cuchillo + tepetl, cerro: “Cerro de obsidiana”.

Cehuecayan del náhuatl cehue(tzi), helar + yan, lugar donde: “Lugar donde hiela”.

Itzehecayan, del náhuatl itz(tli), obsidiana + eheca(tl), viento + yan, donde: “Donde sopla el viento de obsidiana”, esto es, que corta como cuchillo.

Paniecatacayan o más propiamente Paniecatocoyan.  Del náhuatl pani(tl), bandera + ecatoco, ser empujado o llevado por el viento + yan, lugar donde se realiza la acción: “Lugar donde el viento empuja como a bandera”. Aquí los muertos al estar algo desmaterializados  pierden gravedad levitando y siendo arrastrados por fuertes vientos.

Teocoyolehualoyan.  Lugar en donde un tigre devora el corazón. En mi opinión el nombre debe ser Tecuanyolcualoyan del náhuatl tecuan o tecuani, animal feroz (tigre, etc.) + yol (ot), corazón + cua, comer + o, enlace fonético + yan, lugar donde se realiza la acción: “Donde come el corazón el tigre”.

Temiminaloyan. Del náhuatl temimina (ni), el que lanza flechas o dardos + o, enlace fonético + yan, lugar en donde se realiza la acción: “Lugar donde flechan”.

Apanhuiayo. En él se encuentra la lagartija Xochitonal (Alma florida) que es la encargada de espiritualizar a los muertos, desmaterializarlos, volverlos energía pura.

Chiconauhapan. Del náhuatl chiconau (i), nueve + a (tl), agua + pan, en, sobre: “En los nueve ríos”.

Izmictlan apochcaloca.   Del náhuatl  ixmic (tia), deslumbrar o cegar con una luz + tlan, donde abunda.  + a, privativo + poctli, humo + cal(li), casa + o, enlace fonético + can, lugar: “Lugar de la casa sin humo donde deslumbra o ciega la luz”. Octavo estrato del inframundo donde los muertos van perdiendo su visión del mundo terrenal para concientizar la otredad, la energía.

Chiconauhmictlan. Del náhuatl chiconahui, nueve + mictlan, lugar de los muertos, infierno: “Noveno y más profundo piso de la muerte, o del infierno”

Ilhuícatl Tonatiuh del náhuatl Ilhuícatl, cielo, y de Tonatiuh, “el que va dando luz o calor”. Dios sol: “El cielo de Huitzilopochtli”.




Tomado de mis libros:

Los Tuxtlas nombres geográficos pípil, náhuatl, taíno y popoluca. Analogía con las cosmologías de las culturas mesoamericanas. Incluye diccionario de localismos y mexicanismos. Ediciones Culturales Exclusivas. 2007.


Diccionario de Dioses, Demonios y Enfermedades del México Prehispánico. Registrado e Inédito. 2008.

Y del 

Diccionario ritual de voces nahuas. Adela Fernández. Panorama Editorial. Primera reimpresión 1994. México, D. F. 




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