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lunes, 31 de agosto de 2015

DÍA PELIGROSO Antonio Fco. Rguez. A.

¡DÍA PELIGROSO!
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO

Xalapa, Veracruz. Imagen de Internet


     Ese mediodía de 1976, caminando en pleno centro de Xalapa nos encontramos Eloy Pérez Arriaga y yo, me comentó que venía de jugar basquetbol en la cancha del Gimnasio Omega, como se sentía frío en la calle, nos metimos al Café Parroquia a tomarnos un café caliente, en lo que platicábamos nos llegó un sabroso olor a comida el cual nos inquietó a los dos. ¿Traes dinero para comer? Me preguntó Eloy, ¡No, sólo para el café y el pasaje a Veracruz! le respondí. ¡Igual yo! ¿Pues qué te parece, si comemos y nos regresamos de aventón? Le dije que sí, mi cerebro y mi estómago después de aspirar ese aroma empezaron a rebelarse de hambre. Después de comer vorazmente una milanesa con papas fritas, ya satisfechos nos fuimos a buscar un urbano que nos dejó a la salida de Xalapa, apenas había unas cuantas casas del nuevo fraccionamiento de Ánimas. Empezamos a pedir aventón, el quinto o sexto automovilista paró y nos pidió subir al carro, ya dentro nos preguntó con voz aguardentosa qué a dónde íbamos, le dijimos que a Veracruz. Se nos quedó viendo con cara de borracho y comenzó iterativamente a decirnos: ¡Si me van a madrear…madréenme! Le contestamos que no, que no teníamos motivos para hacerlo, que estábamos agradecidos por darnos el aventón. Todavía, le dijo Eloy: ¡Mire, si gusta, yo puedo manejar el carro para que usted descanse! Entonces el señor exclamó: ¡Van a ver cómo le doy en su madre a este pinche carro! Aceleró a fondo y torció todo el volante, el carro dio una vuelta en U y milagrosamente frenó justo enfrente de una tremenda roca que se encontraba a un costado de la carretera. Eloy y yo salimos corriendo del todo espantados, y el borracho nos gritaba: ¡Regresen cabrones, todavía no llegamos!

  Coapexpan, imagen de Internet
   Optamos por regresar a Xalapa a buscar alguna amistad que nos prestara dinero para los pasajes. No encontramos a nadie. Sentados en el Parque Juárez me acordé de Scott Owen amigo de  Pepe Morales Moreno, y nos dirigimos a buscarlo caminando hasta Coapexpan, un lugar completamente boscoso, exuberante de vegetación y bellísimos paisajes, la calle se convirtió en un camino rural, cercado de lado a lado por alambradas de púas, finalmente un gran claro con cerca de 5 grandes mansiones y una cancha de squash. Llegamos a la mansión de los Owen, no se encontraban sus papás, ni Scott, ni su hermano Tommy, solo su hermanita Lisa quien nos recibió, y yo haciendo a un lado la pena le expuse el motivo de nuestra visita, me dijo que no contaba con efectivo, pero se dirigió a una alcancía y sacó dinero justo para nuestros pasajes. Una linda niña, un angelito, que nos sorprendió por tal admirable actitud. Muy emocionados y contentos Eloy y yo le dimos las gracias.












    

Coapexpan. Imágenes de Internet 

     Regresamos nuevamente caminando hasta el centro de Xalapa y compramos nuestros boletos del AU, al llegar a Veracruz él me dijo que como no tenía dinero para el urbano se iba a quedar en el departamento de un amigo en la calle Mina, como yo vivía por el mismo rumbo, en la calle Serdán, nos pusimos a caminar,  y un par de cuadras adelante pasamos junto a un taquero que tenía su carrito sobre la banqueta, la vista de los tacos y su peculiar aroma nos volvieron a atormentar. Volteó a verme Eloy y me dijo: ¿Nos las jugamos? No pude decirle que no. Nos acercamos al taquero, le pedimos 5 o 6 tacos y una Coca-Cola fría cada quien,  y al final un par de palillos y en lo que se agachó el taquero a buscarlos, Eloy y yo salimos disparados corriendo, y tras nosotros el taquero cuchillo en mano mentándonos la madre. Nuestra constitución atlética y nuestro instinto de conservación se unieron para hacernos casi volar.

Imagen de Internet

     Esa noche, no pude dormir, fui presa de retortijones de panza y quizá hasta de la conciencia.

     Así como hay años bisiestos, creo que ese día también fue bisiesto, fue interminable: sufrí de espantos, de hambre,  y acabé sufriendo de  cólicos. Toda una pesadilla.  

     Aprendizaje: no volver a hacerle caso a Eloy.


   Y espero que el día de mañana sea diferente, y amanezca mejor.


Coapexpan, imagen de Internet



¡CON MIS AMIGOS EN XALAPA! Antonio Fco. Rguez. A.

¡CON MIS AMIGOS  EN XALAPA!
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO

Café Parroquia, Xalapa, Ver. Imagen de Internet.


     Siendo estudiante de medicina en el puerto de Veracruz, algunas veces solía ir a Xalapa a visitar a mis amigos Paulino Martínez Vara y a Roberto Arturo Valencia Gracia, nos agradaba irnos a tomar un café al “Café La Parroquia”, buscando siempre la terraza del segundo piso, donde nos pasábamos horas y horas  en amena charla sobre películas,  libros, música, y esporádicamente temas y problemas de física o de biología, y entre la plática nos terminábamos las servilletas para hacer croquis o anotaciones. Ocasionalmente pedíamos un segundo café o una Coca-Cola fría, y eso sí, vasos con agua a cada rato. Los únicos que no parecían estar muy contentos eran los meseros, sabían que apenas tendríamos para la cuenta y con suerte para dejarle un par de monedas de propina.


Imagen de Internet

     Saliendo del Café encaminábamos a Roberto el cual se hospedaba junto con Miguel Moreno Brizuela y otro par de amigos en una casa ubicada en una bajada a cuadra y media del Palacio de Gobierno. Y de ahí, nos íbamos Paulino y yo a su casa, él vivía con su familia, en la calle 5 de Febrero, relativamente cerca de un cuartel. Algunas veces me quedaba en su casa escuchando música clásica, y como eran yoguis nunca ponían el calentador de agua y la comida era vegetariana. En cerca de dos ocasiones Don Paulino, su papá, me pidió que lo acompañara a la calle y llegamos cerca del antiguo Cine Radio a una taquería “La Tariácuri”, ahí comíamos unas ricas carnitas estilo michoacano. Y al terminar me decía muy contento: ¡Vaya ya tenía muchas ganas de escaparme de la casa para comer un poco de carne! ¿Verdad que está muy rica? Yo sobándome la barriga le contestaba: ¡Deliciosa… nada que ver con las acelgas y todo ese tipo de ensaladas que ni llenan ni nutren! Soltábamos la carcajada y llegando  a casa me hacía prometerle que no diría nada a su familia, y se despedía diciendo: ¡Misión cumplida! Recuerdo que un par de años después nos encontramos en Catemaco, y me invitó nuevamente que lo acompañara a comer, entramos al “Restaurant Tenaspi” del “Hotel Catemaco” y pedimos mojarra frita, carne de “chango” y vino tinto, y como nos llevaron pan blanco, muy molesto exigió que nos trajeran tortillas. Así que antes de empezar a comer comentó: ¡Ahora sí, a comer como mexicanos… con tortillas! Don Paulino era todo un tipazo, él se dedicaba a promover el tabaco de los Tuxtlas en el extranjero. De esas contadas ocasiones en que él me dispensó su amistad, pude conocer su gran don de gente.

     Cuando le contaba todo esto a Paulino y a sus hermanas, se echaban a reír, disculpando a su papá. Lo querían mucho. Y la única que no debía saberlo era la mamá de ellos. Pensando en que ella se sentiría  que el marido ocasionalmente prefiriera en lugar de comer lo que ella le preparaba salir a comer tacos a la calle.

     Doña Aurora, la mamá,  era muy nacionalista, le gustaba mucho todo lo mexicano, leía sobre nuestras culturas antiguas, tenía los libros de Fernando Benítez “Los indios de México”, pero siempre presumía “El Corazón de Piedra Verde, y los Fantasmas” de Salvador de Madariaga. Con lo único que no era compatible su mexicanismo era con los tacos de carnitas.





     
     

     

     

     El día que una de sus hijas le llevó a presentar al novio, doña Aurora se puso muy contenta… el novio se llamaba Cuauhtémoc. Me imagino que fue el consentido de los yernos.

     Mi amigo Paulino y yo, teníamos varias cosas en común, la cultura, el basquetbol, y la locura de manejar a toda velocidad su Dodge Valiant Duster, ¡qué cuántos sustos tuvimos, yo era el copiloto!, y resulta que apenas hoy acabo de relacionar que fuimos “concuños platónicos”, pues los dos estuvimos platónicamente enamorados de unas lindísimas hermanas que estaban de  internas en el Colegio de Monjas.


Valiant Duster 1973. Imagen de Internet

     Hasta la fecha Paulino, Roberto y yo nos seguimos frecuentando con la misma fraternidad de siempre.  
    
     Debo aclarar que Roberto nunca tuvo amores platónicos, él agarraba su guitarra, juntaba a dos o tres amigos e inmediatamente llevaba serenata.


     ¡Creo que a Paulino y a mí nos volvió un poco tímidos el estar en colegio de monjas! jajajaja.



sábado, 29 de agosto de 2015

TINNITUS Antonio Fco. Rguez. A.

¿TINNITUS?
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO

Imagen de Internet


     Después de la lluvia hubo un hermoso silencio, roto de cuando en cuando por algunas gotas que se resbalaban del techo de la casa al jardín, golpeando y rompiéndose en los pequeños encharcamientos pluviales. Momentos más tarde se oyó un concierto de grillos cuyas notas no tenían fin, eran interminables, el chirrido in crescendo era tenaz, persistente, y ya no lo diferenciaba de mi tintineo o tinnitus provocado por mi hipertensión arterial. Pregunté a mi mujer si ella escuchaba el chirrido del jardín, me contestó que sí, y eso me tranquilizó, al comprender que no era provocado por mi presión elevada. Traté de no darle importancia al molesto ruido que me impedía concentrarme en lo que estaba escribiendo, no pude, me tuve que parar y subir el volumen a la música que diariamente escucho, prepararme un café caliente y pensar en relajarme. Llegaron a mi mente recuerdos de épocas remotas en las que pasé condiciones iguales a esta, y que algunas veces fue tan pertinaz el golpeteo sobre mi cerebro, que incluso me quitaban hasta el sueño. Volví nuevamente al presente, y sentí una sensación dolorosa y taladrante, me paré nuevamente pero esta vez fue para buscar algún medicamento analgésico, a sabiendas que si no me calmaba el dolor terebrante de la cabeza, tendría que salirme de la casa, subir al auto y alejarme de ese epicentro de ruido intolerable.


Imagen de Internet

     Estaba seguro que a mi regreso no iba a poder continuar mi escritura y que tendría  una noche  disomne.


Imagen de Internet

     ¡Ni mi enfermedad  causaba tanto daño a mi rutina, como ese insoportable y molesto chirrido de grillos!



jueves, 27 de agosto de 2015

MI MAESTRO DE ANATOMÍA Antonio Fco. Rguez. A.

MI MAESTRO DE ANATOMÍA
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO


     Ser estudiante universitario no es nada fácil, máxime si eres foráneo y de escasos recursos económicos como fue mi caso. Cuando se es pobre, cuando para la sociedad no se es nadie, una de nuestras mejores armas es la de perseverar al doble o al triple para poder ir adaptándose a las circunstancias adversas que se nos presentan día a día como un estado normal en nuestras vidas. Si queremos estudiar y prepararnos  para ser alguien el día de mañana, requerimos de mucha entrega y sacrificios para llegar a la meta deseada, la cual a su vez será el peldaño para continuar nuestro camino hacia más amplios y  mejores horizontes.



Facultad de Medicina. Imagen de Internet.

     Gracias al apoyo de mi hermano Guillermo Francisco y a nuestro amigo de la infancia José Antonio Morales Moreno el cual era mejor conocido en la Facultad como “El Capi”, pude inscribirme en la Facultad de Medicina “Miguel Alemán Valdés” de la ciudad y puerto de Veracruz. Incluso “El Capi” fue quien me recomendó con los mejores maestros del primer semestre.

     Ese primer semestre debido a problemas de diversa índole, entré con un retraso de diez a quince días a clases, por lo que el doctor Antonio Remes Fernández no me quiso aceptar aduciendo que su grupo iba bastante adelantado, tuvo que abogar por mí  “El Capi”; así que todos los días el doctor al primero que preguntaba la clase era a mí: ¡A ver doctor Rodríguez Alvarado, denos la clase! Fue tanta la presión que a diario tenía que estudiar la clase del día, y una o dos anteriores para poder nivelarme en poco tiempo. El doctor miraba con agrado mi motivación y esfuerzo, aunque no era un hombre que sonriera o te pusiera la mano al hombro, se intuía su afecto; era por demás, serio, exigente y muy regañón. ¡Ah, pero compartíamos el gusto por los cigarros sin filtro! Todos los días a las 6 de la mañana  lo encontrábamos fumando y esperándonos con todo su material didáctico listo. ¡Cuando le faltaban cigarros, sabía quién fumaba de los suyos!

     Los primeros días noté que tanto Ludivina Milla González como Demetrio Hernández Castillo llevaban la batuta de la clase.  Pero también me fui metiendo tanto a la anatomía que en poco tiempo me sentía como pez en el agua. Siempre estaba levantando la mano queriendo contestar antes que nadie todas las preguntas que nos hacía  el maestro, entonces él me ignoraba, y me preguntaba sólo en  caso de que los dos o tres  primeros compañeros no supieran la respuesta.

     El problema para todos fue cuando nos tocó estudiar el corazón, no le hallábamos “cuadratura”, a mí se me ocurrió improvisar un corazón de cartón, para entender mejor sus caras, sus compartimentos y su sistema arteriovenoso, de esta manera hasta entendí un poco de su fisiología. Así que esa mañana yo fui el más atrevido para dar la clase, y casi por terminar mi exposición quise lucirme hablando de la hematosis, por lo que el Dr. Remes todo molesto me ordenó sentarme, no le gustaba que nos saliéramos de los parámetros marcados. Todos en nuestro Grupo, el 105, éramos muy unidos, llegamos a sentirnos como una hermandad cuya figura paterna recaía en el Dr. Antonio Remes.


LOS CHAVOS DEL 105. Mago, Angélica, Mirna y yo 40 años después.

     Algunos me decían “Catemaco”, pero mis lindas y queridas amigas Mirna Heréndira Jácome González, Angélica Viveros Gallardo, Teresa Aurora Conde Pérez, María Elena “Elenita” Díaz, Malena Dávalos Majul, Rebeca Chiñas Velázquez, Margarita “Mago” Cortés, entre otras,  me empezaron a decir “Neumogástrico”, un apodo muy ad hoc con la anatomía. Víctor Hugo Vargas Atilano, Sabel Cornazzani Reyes, David Contreras Figueroa y Pedrito “El Gordo” Fadul (QEPD) conformamos una pequeña e inolvidable  cofradía. Tantísimos  y bellos recuerdos que como lazos de sangre se reactivaron muchos años después al volver a encontrarnos. 

     El Anfiteatro al inicio nos repelía con su desagradable olor, poco a poco nos fuimos acostumbrando hasta casi dejar de percatarnos de él. No solo era desagradable el aroma, sino hasta los cadáveres los cuales estaban enjutos y con la piel oscura, grasosa y con suturas en diferentes áreas. Todos debidamente vestidos con bata, guantes, gorra y cubre boca  nos peleábamos alrededor de la plancha para apreciar mejor las indicaciones del maestro al hacer la disección. Al doctor no le gustaba repetir sus explicaciones, así que todos estábamos obligados a estar lo más atento posible. ¡Ay de aquel que preguntara algo ya comentado por el maestro! No lo bajaba de bruto. ¡Daba bastante miedo preguntarle! Jejeje


     En la siguiente vez que acudimos al anfiteatro, después de mi clase sobre el corazón, el maestro abrió el área precordial del cadáver, se me quedo viendo y me dijo: -¡Doctor Rodríguez Alvarado localíceme la vena ácigos menor! Lo primero que hice fue buscar en la parte izquierda de la vena ácigos mayor el pequeño cayado en donde desemboca la ácigos menor, sin encontrar la vena. Me quedé bloqueado y con dudas sobre mi exploración. No tuve más remedio que decirle a mi maestro que no la encontré... que no estaba. Él inmediatamente explotó regañándome, pidió un par de guantes y se propuso mostrarnos dónde estaba la vena, tardó  un tiempo semejante al mío, y entonces todo molesto empezó a vociferar: -¡Estos embalsamadores irresponsables son unos burdos carniceros, no saben respetar las referencias anatómicas! ¡No está la ácigos menor! Vi la mirada de comprensión de mis amigos. Nunca escuché que el maestro se disculpara conmigo.

     Días antes de terminar el semestre acordamos hacerle al maestro como agradecimiento  una comida en un restaurante que se encontraba atrás del Hotel Tierra y Mar. Pero todos se habían puesto de acuerdo en que yo tenía que dirigirle las palabras de agradecimiento. Me sentí inseguro ¡en ese momento  comprendí el miedo que tuvo el ratón que tenía que ponerle los cascabeles al gato! Pero me sentí muy honrado de parte de mis amigos, y acabé aceptando el compromiso. Ya en el evento, Ludivina, Demetrio, yo y dos amigas más compartimos la mesa con el maestro, él como siempre fue bastante lacónico, pero amable. Poco tiempo después de comer pidió disculpas para retirarse, entonces mis amigos empezaron a codearme para que yo hablara. Me paré bastante nervioso, y alzando la voz le dirigí unas emotivas palabras de admiración y agradecimiento por su paternal amistad y sus valiosas enseñanzas. La misma emoción me contuvo de no seguir hablando,  y creí verle una mirada de satisfacción antes de despedirse de todos nosotros.

Facultad de Medicina. Imagen de Internet
     
     Y llegó el día del examen final, siempre era de carácter oral, yo estaba bastante temeroso porque de los dos primeros exámenes parciales, por problemas personales, falté al segundo y nunca tuve el valor para decirle al maestro si podía hacérmelo extemporáneo. En el primero saqué diez. No sabía que iba a pasar con mi promedio, y si la calificación de este último no era suficiente para aprobar. Estaba muy tenso, nunca pensé en llegar a este momento. Miraba que entraban y salían mis amigos del examen denotando en sus gestos  diferentes emociones. Sentí que mi corazón pegó un brinco cuando me llamaron, llegué ante el maestro el cual obviamente notó mi gran nerviosismo, y entrecerrando los ojos esbozó una fugaz sonrisa, al tiempo que me decía:

     -¡Doctor Rodríguez Alvarado, déjeme felicitarlo, está usted exento, tiene un siete de calificación!

     ¡No podía creerlo, me estaba otorgando un diez en el examen final, y sin realizarlo!


     Así era de impredecible, mi querido maestro de anatomía, el Dr. Antonio Remes Fernández.


martes, 25 de agosto de 2015

AZUZUL Y LOS GEMELOS OLMECAS Antonio Fco. Rguez. A.

AZUZUL Y LOS GEMELOS OLMECAS
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO

Gemelos, imagen de Internet 


     Azuzul. Del náhuatl axoxoulli, abismo, gran profundidad de agua. Poza, lugar donde está honda el agua. || Sitio arqueológico situado al sur del complejo San Lorenzo- Tenochtitlan- Potrero Nuevo, en la cuenca baja del río Coatzacoalcos. Está rodeado de acahuales y terrenos bajos salpicados de pantanos, lagunetas y esteros. Parece haber tenido una breve ocupación durante el formativo medio. En enero de 1987, sobre la cara sur de esta acrópolis, en Loma del Zapote, unos peones localizaron tres esculturas sedentes sobre plataformas, en magnífico estado de conservación, mientras sembraban zacate en terrenos del ganadero Felipe Alafita Hipólito, éstas estaban a flor de tierra, tienen aproximadamente un metro de altura, talladas en andesita gris de grano mediano. Dos de las esculturas antropomorfas y sedentes, son muy parecidas y solo difieren en pequeños detalles, se les ha llamado los gemelos. La otra corresponde a un jaguar. Años más tarde Ann Cyphers se encontró otro jaguar similar, aunque más grande. Las piezas están datadas entre los años 1200 al 900 a.C. Actualmente se encuentran en el Museo de Antropología de Xalapa, Ver.  
     



     Tomado de mi libro: Los Tuxtlas, nombres geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca. Analogía con las Cosmologías de las Culturas Mesoamericanas. Incluye diccionario de localismos y mexicanismos. Ediciones culturales exclusivas 2007.


EL AMOR QUE ODIA Antonio Fco. Rguez. A.

¡EL AMOR QUE ODIA!
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO


     Toda mi vida de estudiante fui muy amiguero y respetuoso, aunque siempre  me tocaba medalla roja en conducta, pero por travieso, ¿quién no es travieso en su infancia?, ¡Ah pero en aplicación era otra cosa! Me encantaba la historia, la geografía y las ciencias naturales, desde ahí empecé a investigar en libros ajenos a la SEP, siempre buscando mayor información sobre estas materias. Mis ratos libres eran para escribir poemas, dibujar,  jugar basquetbol, o irme con mis amigos a nadar  al lago.


     El bachillerato en la ESBIO (Escuela Secundaria y de Bachilleres Isaac Ochoterena) en San Andrés Tuxtla, le eché más ganas al estudio, ganándome el aprecio de mis maestros.



     Tuve que hacer mi PROPEDEÚTICO en la ESBAO (Escuela Secundaria y de Bachilleres de Artes y Oficios) en Córdoba, Veracruz. En donde seguí, por convicción y responsabilidad, obteniendo buenas calificaciones. Recuerdo que después de cada clase salía a fumar algún cigarrillo y frecuentemente era alcanzado por Emilio Zilli de Bernardi, quien amablemente me pedía que apagara el cigarro: -¡Deja de estar fumando, te vas a enfermar! Yo no se lo tomaba a mal, todo lo contrario, entonces opté por fumar en donde él no me viera, y de paso lo apodé “El apagafuegos”.   Siempre hubo un gran afecto y respeto entre ambos. Bueno, el apodo se lo puse respetuosamente. Aunque debo aclarar que él me decía “Miguel Ángel Buonarroti” por ser yo quien siempre apoyaba algunas clases de  los maestros dibujando en el pizarrón, y era sobre todo el dibujante oficial del maestro Bustos en su clase de Morfología.

MVZ Emilio Z. Internet

     El maestro de inglés Sordo Salas, de entrada, siempre nos daba algún artículo para traducir, yo pedía ser el primero en hacerlo. Desde ahí empecé a notar cierta animadversión de parte de una de mis compañeras de clases. Alguna vez externo que ella había estudiado inglés, y yo me preguntaba:

         ¡Entonces por qué no pide también traducir, al igual que yo!

       ¡Pero bueno, como realmente no le daba importancia, me tenía sin cuidado!


     Un año después, ya en la Facultad de Medicina “Miguel Alemán Valdés”, en el puerto de Veracruz, me la volví a encontrar, afortunadamente estábamos en diferentes salones, y los cinco años de la carrera no tuvimos ninguna desavenencia.


     ¡No lo podía creer, cuando el primer día del internado médico en el HGZ8 del IMSS, la volví a encontrar! Sonreí, después de todo ella no me caía mal, sólo me era indiferente.

     Además, siempre me encontraba demasiado ocupado en mi servicio y mis guardias, por lo que mis prioridades y preocupaciones eran de índole médica.


     Estaba a punto de disfrutar mi segundo y último periodo vacacional, por lo que me tocaba estar solamente dos semanas de servicio con un médico que tenía la costumbre de preguntarles a los internos ¿de dónde eres? y a cada respuesta contestaba: -¡Los hombres de esa región transpiran mucha sexualidad! Todo lo que teníamos que hacer es sentarnos a prudente distancia de él jajajaja. Una de esas mañanas me mandó a llamar el Dr. Mauro Nieves Navarro, pedí permiso a mi médico tutelar y subí a la Jefatura de Enseñanza. El Dr. Nieves con semblante entre serio y preocupado me dijo: ¡Doctor, existe una queja sobre usted de maltrato a una paciente! Para mí fue algo completamente sorpresivo e inesperado escuchar tal aseveración. Traté de tranquilizarme, respiré profundo y le pregunté: ¡Dr. Créame que no alcanzo a comprender lo que está pasando, explíqueme por favor! Creo que al notar mi nerviosismo, fue que se mostró más condescendiente conmigo, y me dijo: ¡Dr. me comentó la doctora perengana que usted le retiró este domingo a una puérpera una sonda vesical sin sacarle el líquido! Fue entonces que me regresó el alma al cuerpo y sonriéndole le dije: ¡Dr. créame que es una calumnia, en primer lugar este domingo no estuve en el hospital, y en segundo lugar mis guardias las estoy haciendo en Quirófano y no en Toco-quirúrgicas! Y continúe: ¡Dr. me apena mucho que hayan querido engañarlo! Intercambiamos una mirada de comprensión, y le pidió a su secretaria Juanita mi rol de servicio y guardias. Después de leerlo se disculpó conmigo, y me preguntó: ¿Dr. qué motivo tendrá la doctora perengano para difamarlo? Le expliqué brevemente la animadversión de la Dra. para conmigo. Se quedó muy pensativo, puso cara de molesto y del mismo modo espetó: ¡Esto es algo impermisible, tendré que hablar seriamente con esta “doctorcita”! Creí prudente levantarme de la silla y despedirme cuando él adelantándose se dirigió a mí y me dio un fuerte apretón de manos y un fuerte abrazo y se disculpó nuevamente conmigo. 

     Antes de regresar a mi servicio, me escapé al café que está enfrente de la calle, creo se llama “Home Run” pedí un americano doble carga, encendí un cigarro y gozando de  mis dos vicios me quedé meditabundo, tratando de no pensar en nada. Regresé al servicio, me preguntó el médico que había sucedido, le comenté todo brevemente. Al final de mi relato, él se quedó viéndome  con una mirada lujurioidea y me dijo: ¡Ay amigote, que no te has dado cuenta que ella está enamorada de ti, y que hace todo esto por despecho por no hacerle caso! Me le quedé viendo muy espantado.      ¿Será que él olió la sensualidad que transpiramos los tuxtlecos? Jajajaja


    Sí, después de los sustos tanto de la “doctorcita” como de mi médico tutelar no me quedó más que reír todo el resto del día.


         Aunque aún me queda una gran duda:

    ¿Será que cuando me muera  en el cementerio donde me toque... volveré a encontrarla?

     ¡Shitttt, tengo que decirles algo, aparece en la foto del Internado!



     
     P.D. Ahora, después de tantos años recapitulo: no recuerdo haber intercambiado miradas cordiales ni mucho menos ofensivas con ella, y estoy casi seguro, que nunca cruce palabra alguna con ella, ni siquiera para reclamarle, y sinceramente no le guardo ningún  rencor.  Pienso que el daño que quiso hacerme, fue una proyección hacia ella misma. Espero que goce de buena salud y que sea feliz.



lunes, 24 de agosto de 2015

BALCHÉ Y BOLO Antonio Fco. Rguez. A.

BALCHÉ
Y BOLO
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO



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     Balché. Del maya bal, lo contenido u oculto en alguna cosa + chee, árbol en general, madero o palo: “El contenido del árbol”.  Nombre del árbol (Lonchocarpus longistylus, Pittier). Familia leguminosa. La cáscara o corteza del mismo se hierve con agua virgen de cenote para quitarle un poco lo amargo, se fermenta por 3 días, se mezcla con miel silvestre o caña de azúcar y agua y se cubre con hojas de palma o plátano,  se produce un vino blanco o rosa pálido, de olor agrio, el cual al principio es de sabor desagradable, se sirve en jícaras. Tozzer (1982: 142), refiere que es la ofrenda preferida de los dioses, siendo  un sacrilegio usar como alimento diario la que es  preparada para uso ceremonial. 

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     Bruce (1976: 108), comenta que los lacandones creen que la tendencia a decir mentiras es una especie de enfermedad mental, curable mediante una ceremonia especial en la cual se beben grandes cantidades de balché. Sabiéndose de casos de lacandones muy aficionados a la borrachera, que no teniendo disponibilidad para conseguir el balché, se ponen a contar mentiras absurdas con el fin de que le celebren la deseada “ceremonia de curación” para su beneficio. 

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     Von Hagen (1972: 267), añade: en todas partes –en el Amazonas y Centroamérica, el balché se usaba como estupefaciente; el ganado cuando llega a beber agua que contenga jugo del Lonchocarpus, aborta; el balché en el aguamiel no sólo embriagaba a los mayas, sino que también actuaba como un purgante violento. Los mayas lo consideraban saludable; “se purgaban el cuerpo…vomitaban lombrices cuando lo bebían”. Landa, que llamó al aguamiel de balché “el vino de la tierra”, señaló que sería un error si los españoles lo prohibían. El acto de beber el aguamiel de balché se ilustra en los códices mayas. 


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     La infusión de las hojas sirve para la tos y para limpiar heridas infectadas. De la Garza (1990), comenta: El éxtasis causado por los psicotrópicos tuvo un fundamental sentido religioso... creían que las plantas, hongos y animales psicoactivos tenían esos poderes porque albergaban deidades que, al penetrar al cuerpo humano, liberaban al espíritu o parte de él y lo sacralizaban confiriéndole poderes sobrenaturales como la clarividencia para adivinar los designios de los dioses.

Imagen de Internet

     Comentan que en Escuintla, Chiapas, se encontró una estatuilla en donde se aprecia que el balché también era aplicado, mediante  una calabaza, en forma de enema o lavativa, de esta forma era absorbido más rápidamente por lo plexos sanguíneos intestinales, alcanzando mayor efecto, tanto  psicotrópico como purgante.


     Bolo. Tanto en México como en  Centroamérica, significa ebrio, embriagado por la bebida. Se dice que esta palabra es una corrupción de la palabra inglesa jaibol, sólo que el término bolo es más antiguo, lo más probable es que provenga del nombre del dios lacandón del balché (vino ceremonial): Bohr o Bol. Del lacandón bol, pagar o sostener. En tzotzil bol significa loco, tonto, y en tzeltal bol significa loco, borracho. Por lo tanto, la palabra bolo tiene un origen chiapaneco. Según el Calepino de Motul, el dios maya del vino es Acán o Acaan.


     Tomado de mi libro: Los Tuxtlas, nombres geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca. Analogía con las Cosmologías de las Culturas Mesoamericanas. Incluye diccionario de localismos y mexicanismos. Ediciones culturales exclusivas 2007.


domingo, 23 de agosto de 2015

EL MÉDICO LADRÓN Y SU CASTIGO Antonio Fco. Rguez. A.

EL MÉDICO LADRÓN  Y SU CASTIGO
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO

Hospital General de Zona No. 8 Córdoba, Ver. Imagen de Internet

     Me encontraba haciendo mi internado médico de pregrado en el HGZ8 del IMSS de la ciudad de Córdoba, Veracruz.

     Vivía en un edificio de departamentos en frente de la Ford “Isabel”, en la misma manzana del Palacio Municipal. Un médico que se encontraba realizando su Servicio Social en el mismo hospital, nos invitó a compartirlo a dos médicos recién llegados, el departamento era de dos recamaras, me asignaron la menor que daba al patio del edificio, la mayor daba a la calle y era compartido por el médico anfitrión oriundo de México D. F.,  y mi nuevo amigo Job Azamar de Tuxtlilla, Veracruz.


Palacio Municipal y Portales, Córdoba, Ver. Imagen de Internet

     Era un lugar privilegiado, en una esquina de la manzana había un nuevo cine, en otro extremo la tortería “Siboney”, a menos de 2  cuadra teníamos “Los Portales del Centro”, La Catedral, un Hotel de 3 estrellas, el ADO, etc., y junto a la Ford, una Revistería, en donde conseguía una maravillosa serie ilustrada de revistas españolas de los mejores maestros universales del  terror. Eran unas joyas.


Catedral Inmaculada Concepción, Córdoba, Ver. Imagen Internet

     El Hospital nos quedaba a unas 10 o 12 cuadras, el trayecto lo recorríamos caminando, era bastante agradable el ambiente de la ciudad, y el personal médico de base del IMSS nos trataban con mucha amabilidad, ni se diga del Dr. Gispert Cruel el director; el Doctor Daniel Montes García jefe de servicio de Radiología y a Carmelita su brazo derecho; del químico Takajachi jefe del  Laboratorio y la guapísima química Rosita, y al doctor José Pedro Lazcano uno de los jefes de Urgencias, quien incluso era el actual Presidente Municipal de Fortín de las Flores,  pero yo en lo personal admiraba mucho más a nuestro Jefe de Enseñanza, el médico neumólogo Mauro Nieves Navarro, una persona con una gran calidad y calidez humana, siempre nos atendía, nos sabía escuchar, nos orientaba, era paternalista pero exigente.

     Los médicos especialistas: el otorrinolaringólogo Héctor Legorreta, el oftalmólogo Mabarack, la neumóloga Rosita Alarcón, el cardiólogo Quintanilla, el urólogo Raúl Cerón, el psiquiatra Rojas, el ortopedista y traumatólogo Heredia, el ginecólogo Guadarrama, el pediatra Rodríguez Troya, el carismático médico cirujano Luis Herz Limberg, el epidemiólogo oriundo de Puebla, era mi vecino del edificio, todos, todos eran bastante considerados con nosotros los internos. Aprendimos mucho de ellos. A los pocos días de haber llegado al hospital me llevé una gran sorpresa, me encontré con el médico traumatólogo  Daniel Moreno Benítez,  paisano y vecino de Catemaco, quien se había casado con una prima mía Silvia Escalera, a la cual conocí siendo mi maestra en la Escuela Experimental Freinet de San Andrés Tuxtla. Un par de años antes Daniel había sido el Director del Hospital.

     Creo que muchos de nosotros nos sentimos halagados de conocer y llevarnos con esa élite de celebridades médicas incluido además los doctores Rafael de la Mora y Jorge Guzmán Finck entre otros, fundadores de la Unión Médica Cordobesa y que hicieron realidad la Casa del Médico, edificio construido a un lado del Hospital Civil Yanga, en donde se siguen impartiendo cursos y conferencias con destacadas personalidades del mundo de la medicina.

     Todos mis compañeros internos nos llevamos bastante bien, tanto hombres como mujeres. Muchas compañeras muy simpáticas y bonitas, sobresaliendo Edna y Rosita Álvarez de Orizaba. Mis mejores amigos, Juvenal, José Antonio y Benavides. Ese año teníamos que rotar por 12 servicios en turno normal, y 12 servicios en guardias. La clave para elegir los mejores servicios era llevarse bien con Juanita, la secretaria de la Jefatura de Enseñanza.


Médicos Internos de Pregrado 1979-1980

     En resumidas cuentas, éramos 74 médicos internos en el HGZ8 del IMSS de Córdoba, Veracruz. Una mitad de nosotros trabajábamos de 8 de la mañana a 2 de la tarde, y la otra de 2 de la tarde a 10 de la noche. Para optimizar nuestra enseñanza,  nos dividieron en dos grupos de 32 para realizar guardias AB, o sea que, teníamos que permanecer trabajando en el hospital 30 horas por 8 horas de descanso, sólo interrumpidas por nuestros 2 períodos anuales de vacaciones de 10 días hábiles cada uno.

     Debo reconocer que uno de los mejores días del Internado, fue cuando después de casi dos meses de labores, nos empezaron a pagar nuestra BECA (no es considerado como salario nuestro trabajo). Mi mamá me fue a visitar y aproveché para llevarla al cine, a pasear a Fortín de las Flores, y a comer y a cenar a los Portales, en uno de ellos “El Tabachín” se comía una sopa gallega de lo más sabrosa, me sorprendió que una ocasión comiendo en uno de ellos entró un viejito tocando el violín, y al pasar a mi mesa y darle  “su voluntad”, me dijo: ¡Gracias doctor!, ¡Me sentí soñado... ya era reconocido! Regresé en otra ocasión, y que me encuentro nuevamente al viejito, gustosamente le di 5 pesos, de aquella época, y esta vez me dijo: ¡Gracias ingeniero! Jajajaja por lo que veo a todos nos trataba como profesionistas. Y la primera vez le había atinado.






     


     
Fortín de las Flores, Ver. 
       Pero no todo era miel sobre hojuelas, un día descubrimos que el médico anfitrión del departamento, se pasaba de  abusivo, nos engañaba con la renta, la cual era pagada sólo entre Job y yo, así que hablamos con el dueño al cual  afortunadamente le acababan de desocupar un departamento un poco más pequeño enfrente al que teníamos. Inmediatamente lo ocupamos y obligamos  al “chilango” enfrente del dueño a pagar íntegramente la renta del otro.


Portales Córdoba, Ver. Imagen de Internet

     El último mes del Internado, para cerrar con “broche de oro” mi preparación solicité además de las guardias obligatorias, que me dieran la oportunidad de realizar guardias voluntarias en los servicio de Toco-quirúrgica y de Urgencias, las dos últimas semanas solo descansaba día y medio de cada fin de semana. Resulta que un sábado a las 6 de la mañana salí del Hospital y me dirigí a mi departamento y al llegar a él distinguí al médico chilango queriendo meterse por una de las ventanas. Él al verme se “hizo” el borracho diciendo que se había equivocado de departamento; con mucha seriedad le mostré que el suyo estaba enfrente. Me metí al mío y lo primero que noté fue el vidrio roto de una ventana, y tirado por dentro de ella un par de almohadas como para dejarse caer y una maleta “Samsonite”, en donde pensaba meter lo robado. Hice a un lado todo lo tirado.  ¡Estaba demasiado cansado, me tiré en mi cama y me quedé dormido!

     El lunes siguiente me presenté muy temprano con el doctor Mauro Nieves Navarro, le comenté todo lo sucedido en relación al médico chilango. Lo primero que me dijo fue: -¿Ya acusó al doctor X en el Ministerio Público? A lo que le respondí: -¡No doctor,  vengo a verlo a usted para que  me indiqué que es lo más correcto hacer! Y me contestó: ¡Doctor le agradezco mucho su confianza, deme un par de días para ver cuál es la mejor conducta a seguir!

     Tres días después el doctor Nieves Navarro me mandó a buscar con su secretaria, me hizo pasar amablemente a su oficina, me ofreció una taza de café, y me preguntó cómo me sentía. Le respondí: ¡Doctor desde que dejé el asunto en sus manos me siento bastante  tranquilo! Se me quedó viendo, con una mirada como de complicidad y me dijo: ¡En Junta Médica Administrativa acordamos por unanimidad en INVALIDAR SU AÑO DE SERVICIO SOCIAL al doctor X!


     ¡Nunca más volví a ver al doctor defeño, ni en la calle, ni mucho menos en el Hospital!