¡DÍA
PELIGROSO!
ANTONIO
FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO
Ese mediodía de 1976,
caminando en pleno centro de Xalapa nos encontramos Eloy Pérez Arriaga y yo, me
comentó que venía de jugar basquetbol en la cancha del Gimnasio Omega, como se sentía frío
en la calle, nos metimos al Café Parroquia a tomarnos un café caliente, en lo
que platicábamos nos llegó un sabroso olor a comida el cual nos inquietó a los
dos. ¿Traes dinero para comer? Me preguntó
Eloy, ¡No, sólo para el café y el pasaje
a Veracruz! le respondí. ¡Igual yo! ¿Pues
qué te parece, si comemos y nos regresamos de aventón? Le dije que sí, mi
cerebro y mi estómago después de aspirar ese aroma empezaron a rebelarse de
hambre. Después de comer vorazmente una milanesa con papas fritas, ya satisfechos nos
fuimos a buscar un urbano que nos dejó a la salida de Xalapa, apenas había unas
cuantas casas del nuevo fraccionamiento de Ánimas. Empezamos a pedir aventón,
el quinto o sexto automovilista paró y nos pidió subir al carro, ya dentro nos
preguntó con voz aguardentosa qué a dónde íbamos, le dijimos que a Veracruz. Se
nos quedó viendo con cara de borracho y comenzó iterativamente a decirnos: ¡Si me van a madrear…madréenme! Le
contestamos que no, que no teníamos motivos para hacerlo, que estábamos agradecidos
por darnos el aventón. Todavía, le dijo Eloy: ¡Mire, si gusta, yo puedo manejar el carro para que usted descanse! Entonces el señor exclamó: ¡Van
a ver cómo le doy en su madre a este pinche carro! Aceleró a fondo y torció
todo el volante, el carro dio una vuelta en U y milagrosamente frenó justo
enfrente de una tremenda roca que se encontraba a un costado de la carretera.
Eloy y yo salimos corriendo del todo espantados, y el borracho nos gritaba: ¡Regresen cabrones, todavía no llegamos!
Coapexpan, imagen de Internet
Optamos por regresar a Xalapa a buscar
alguna amistad que nos prestara dinero para los pasajes. No encontramos a nadie.
Sentados en el Parque Juárez me acordé de Scott Owen amigo de Pepe Morales Moreno, y nos dirigimos a
buscarlo caminando hasta Coapexpan, un lugar completamente boscoso, exuberante de
vegetación y bellísimos paisajes, la calle se convirtió en un camino rural,
cercado de lado a lado por alambradas de púas, finalmente un gran claro con
cerca de 5 grandes mansiones y una cancha de squash. Llegamos a la mansión de los
Owen, no se encontraban sus papás, ni Scott, ni su hermano Tommy, solo su
hermanita Lisa quien nos recibió, y yo haciendo a un lado la pena le expuse el
motivo de nuestra visita, me dijo que no contaba con efectivo, pero se dirigió
a una alcancía y sacó dinero justo para nuestros pasajes. Una linda niña, un
angelito, que nos sorprendió por tal admirable actitud. Muy emocionados y
contentos Eloy y yo le dimos las gracias.Coapexpan. Imágenes de Internet
Regresamos nuevamente caminando hasta el centro de Xalapa y compramos nuestros boletos del AU, al llegar a Veracruz él me dijo que como no tenía dinero para el urbano se iba a quedar en el departamento de un amigo en la calle Mina, como yo vivía por el mismo rumbo, en la calle Serdán, nos pusimos a caminar, y un par de cuadras adelante pasamos junto a un taquero que tenía su carrito sobre la banqueta, la vista de los tacos y su peculiar aroma nos volvieron a atormentar. Volteó a verme Eloy y me dijo: ¿Nos las jugamos? No pude decirle que no. Nos acercamos al taquero, le pedimos 5 o 6 tacos y una Coca-Cola fría cada quien, y al final un par de palillos y en lo que se agachó el taquero a buscarlos, Eloy y yo salimos disparados corriendo, y tras nosotros el taquero cuchillo en mano mentándonos la madre. Nuestra constitución atlética y nuestro instinto de conservación se unieron para hacernos casi volar.
Esa noche, no pude dormir, fui presa de
retortijones de panza y quizá hasta de la conciencia.
Así como hay años bisiestos, creo que ese
día también fue bisiesto, fue interminable: sufrí de espantos, de hambre, y acabé sufriendo de cólicos. Toda una pesadilla.
Aprendizaje: no volver a hacerle caso a
Eloy.