LAS
CHANECAS DEL AMOR
Y
DE LA MUERTE
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Imagen Internet
El alma de los animales
y de la espesura es el alma del chaneque. El chaneque, ser o ente sobrenatural,
es el único dueño del entorno, todo es de él. Se manifiestan como niños seniles, jugando en los bejucos o
arriba de una ceiba, un apompo o un amate; otras veces como sombras oscuras o
blancas, como sea, pero una sombra, ustedes la ven como cristiano, pero es una
sombra; también se manifiesta como mal viento o mal aire. Aquí en el lago
cuando a los pescadores se les aparece la chaneca “Achane” (dueña de la casa del agua), dueña de los animales acuáticos, le avientan un pedazo de copal y ella se lo
come, poniéndose tan contenta que hasta cumple en la medida de lo posible y
con moderación las cosas que éstos le
piden. Se dice que “Achane” ayuda a tener buena pesca sólo a las personas que
no transgreden las normas morales y
tiene además la misión de castigar a los hombres malos y culpables que
en la tierra hubieran cometidos faltas que han quedado impunes y que pretenden lavar
su cuerpo en las
aguas de los remansos. Existen también chanecas de tierra, algunas son
güeras, güeras, de pelo blanco, blanco, que les llega hasta las piernas, y
otras tienen largas y gruesas trenzas endrinas (negras azuladas), algunas son muy bellas, andan desnudas, viven
en los árboles y hacen perder su camino a los hombres. Las chanecas, dueñas de
grandes tesoros que están en las cuevas o en el centro de la tierra sólo
quieren a los hombres para lograr hijos. Invitan a las personas mole de
chipilín, que al comerlo empiezan a trastornarse y caen en trance. La gente
pierde el alma en el monte. Tiempo después se les puede encontrar y depende de
las artes de un buen brujo para que las chanecas devuelvan el alma de las
personas. Para prevenir esto se llevan ofrendas de copal, refrescos, licor,
tortillas, café y galletas.
Otro dulce peligro de la espesura son las chanecas
llamadas mujeres macti o makti, cuya
presencia se puede detectar por las excrecencias blancas que a veces cuelgan de
ramas y troncos (un hongo llamado “baba de chaneca”). Son mujeres rubias, de
gran belleza, cuyo peligro mayor es que son seductoramente macabras, que se
bañan desnudas en los ríos, mientras
corren y parlotean en lengua indígena atrayendo a los adúlteros con fines de
castigo. Naturalmente, los cazadores solitarios o que se han separado de un
grupo, suelen ser cautivados por ellas. Algunos sobrevivientes de un encuentro
con estas doncellas del bosque narran que se suben a vivir una intensa vida
sexual en la copa de algún árbol, en donde ellas suelen tejer una especie de
nido. Las macti tienen la magia amorosa que el hombre no encuentra en casa. Lamen
todo el cuerpo del seducido con el propósito de quitarle toda la sal. En esta
forma, además de extenuado, la víctima
queda toda soporosa, confundida y con sacudidas musculares las cuales pueden
llegar a las convulsiones. A sus
encantos sexuales se suman habilidades gastronómicas notables, pues preparan el
más sabroso guisado de yerba chipile, lo cual hace aún más placentera la
estancia y la “luna de miel” entre el cautivo y la doncella makti. Sin embargo,
el cautivo tiene que sobreponerse y escapar, pues las makti, después de
disfrutar de él, a la postre terminarán devorándolo.
- Hace muchos años, yo fui uno de esos
jóvenes sobrevivientes, y con riesgo a que me cueste la vida, he regresado en varias ocasiones queriendo
repetir esa emoción, pero parece ser una maldición que quien logre escapar no
pueda repetir esa experiencia.
Así, las mujeres macti al igual que las mantis
religiosas o que las arañas capulinas o “viudas negras” devoran al amante al
hacer el amor.
El término makti
proviene del verbo nahua maktia, “hacer dar”, y maki del verbo maka, “dar”. En
el popoluca de la sierra la palabra makti la traducen como “duende”.
Xalapa, Ver. México.
19.12.17