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lunes, 5 de octubre de 2015

FERNANDO BUSTAMANTE RÁBAGO "Impronta en el Tiempo"

DON FERNANDO BUSTAMANTE RÁBAGO
“IMPRONTA EN EL TIEMPO”

  

     
     Buscando temas de antropología sobre la región de Los Tuxtlas, encontré en la Revista NESCAYOTL  un artículo “EL AXMOLE: un rescate etnográfico de los tuztecos veracruzanos” que se me hizo sumamente bello e interesante, el estudio era de una pequeña comunidad llamada “El Nopal”, Municipio de San Andrés Tuxtla, el autor Fernando Bustamante Rábago. El artículo me pareció formidable, muy conciso, muy descriptivo y enriquecedor, y amenamente narrado.

     Cerca de un año después que acudí al IVEC (Instituto Veracruzano de Educación y Cultura) a un evento sobre “La Negritud” o “Tercera Raíz”, vi salir a los organizadores y alcancé a escuchar que nombraban a uno de ellos: -¡Señor Bustamante! Localicé al personaje nombrado, me acerqué a él y le pregunté: ¿Es usted, Don Fernando Bustamante?, él me vio con extrañeza y me contestó: ¡Sí, así es! ¿Con quién tengo el gusto?  Y le dije: ¡Soy un lector suyo, y quiero felicitarlo por su bello cuento del Axmole! Inmediatamente y con mucha seriedad me respondió: ¡No es un cuento, es un estudio etnográfico!  -¡Perdón, perdón no quise ofenderlo, simplemente me pareció tan bello que lo disfrute como si hubiera leído un cuento!

     Sonrío y agradeció mi comentario. Me identifiqué como paisano de Los Tuxtlas, y al decirle mis apellidos, me dijo; ¿Es usted pariente de Don Claudio Alvarado Michaud? Fue mi abuelo materno le contesté. Don Fernando todo emocionado exclamó: ¡Yo lo conocí en mi infancia… era un sabio! En ese momento sentí que el margen que nos separaba momentos antes, se había roto, ya estábamos platicando como si fuéramos viejos amigos.

     Me invitó a pasar a saludarlo a su casa en Santiago Tuxtla, y nos despedimos con un afectuoso abrazo.

     Días después acudí con mi esposa a saludarlo, nos presentó a su esposa “La Chatita” y a sus hijas. Él me invitó a pasar a su estudio, y nuestras esposas se quedaron platicando aparte.

     Tenía él, sobre su escritorio varios libros, enviados por amigos escritores, para hacerles algunas anotaciones. Me llamó la atención uno sobre Don Antonio López de Santa Anna, nos pusimos a hablar anécdotas chuscas sobre este controvertido personaje, sobre lo que la Historia Oficial oculta y comenta sobre él. Parecíamos dos chiquillos riendo sobre algunas ocurrencias de “Su Alteza Serenísima”. Don Fernando muy contento se dirigió a su mujer: -¡Chatita, por favor, tráenos un vinito y queso,  Francisco y yo hablamos el mismo idioma!  



     La Chatita, Doña Berthita Vázquez, era una señora muy linda y amable, tenía una bella sonrisa y era de finas ocurrencias. En una ocasión llegué a visitarlos y al abrir ella la puerta y ver que iba yo solo me preguntó por mi esposa, le dije que se había quedado en Veracruz. Y me regañó por haberla dejado, luego me sonrió y me dijo: -¡Si la vuelves a dejar, no te dejo entrar a la casa! Nos dimos un cariñoso abrazo.

     Don Fernando y yo nos hicimos amigos entrañables, cada encuentro era un presente de libros, que mutuamente nos regalábamos. Él me invitaba a eventos culturales y me presentaba con sus amistades. -¡Es necesario que estés bien relacionado! me decía. Nos recomendábamos libros. Y en una ocasión me habló por teléfono para decirme que tenía un libro que me iba a ayudar mucho en mis investigaciones, emocionado le pregunté el nombre del libro y me dice: ¡Se llama Plantas de los Dioses de Evans Schultes y Hofmann! Solté la carcajada y le dije: -¡Pero si ese libro yo te lo regalé! Y me responde: ¡Perdona Francisco, no me acordaba!

     Era un gran hombre, ayudaba a todo aquel que se le acercaba, no hacía distingos clasistas, era amigo de ricos y pobres.  Proyectó este pensamiento social en su libro: “Los borró el tiempo”:

     Los fandangos logran lo que no pudieron Marx, ni Lenin, ni sus seguidores: La igualdad de clases.
     Si un campesino descalzo, viejo o borracho saca con comedimiento a cualesquiera de las damas presentes, esta baila con él (Bustamante, 1991: 73).

     Su bella crónica es clásica entre los viejos y nuevos soneros de la región.

El fandanguito, uno de los sones jarochos del rumbo, tiene especial sabor:
lo bailan dos parejas de hombre y mujer, y un cantador o cualquiera de los asistentes, quitándose respetuosamente el sombrero y colocándolo entre la cara de la muchacha bailadora y el versador, este dice un verso,
una flor casi siempre improvisada para la joven, y el último verso lo canta para que los tocadores lo coreen e inicien un son:

Desde que te vi venir
le dije a mi corazón:
¡qué bonita piedrecita
para darme un tropezón!
(Bustamante, 1991: 58)


     Don Fernando Bustamante Rábago, médico-antropólogo (Brujo Blanco como le decía Don Roberto Williams García), filántropo, mecenas, político de los de antaño, Presidente Municipal y principal promotor de la cultura de su terruño, hombre de Ciencia y Magia, amigo idóneo. Descansa en Paz.



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