EL
JAROCHO SOTAVENTINO
Una voz que se ha
vuelto símbolo de identidad, pero que en un principio tuvo carácter despectivo
es “jarocho”, que el diccionario de sinónimos establece como palabra afín de
tosco, palurdo, insolente y descortés y que antiguamente se usaba para designar
a los campesinos y vaqueros mulatos de la costa de Sotavento. Sobre el origen y
significado “jarocho” hay diferentes versiones. Una de ellas establece que es
una voz musulmana empleada en España, que viene de jaro, puerco montés y el
despectivo cho, por lo que, para los españoles de la época colonial, era una
manera de decirles puercos o cerdos de monte a los pardos.
Otras versiones agregan que jarocho viene
de jara, vegetal cuyo tallo se ocupaba para dirigir a los puercos y, por
extensión, se empleaba para llamar así a los pastores que cuidaban a estos
animales. Para otros, entre ellos
Leonardo Pasquel, jarocho viene de la voz árabe xara, que significa excremento
y la interjección ¡so! Agrega Pasquel que” la voz jaro era aplicada por los
españoles de Andalucía, a lo largo del virreinato, a los puercos, marranos o
cochinos y jarocho al porquerizo o cuidador de aquellos”.
La versión más probable, la que también
suscribe el antropólogo Fernando Winfield, refiere que jarocho viene de jara,
en el sentido de saeta, flecha o lanza, llamándose antiguamente “jarocha” a la
vara o garrocha con que los arrieros puyaban a los animales, y jarochos a los
que usaban este instrumento. Esta misma designación recibían los milicianos
negros integrados en los cuerpos o compañías de lanceros que custodiaban las
costas. Estos lanceros negros formaron las milicias que defendieron el régimen
español durante la guerra de independencia.
Es muy probable que “jarocho” sirviera
originalmente para designar a los negros que usaban la jarocha o lanza, ya
fueran arrieros o milicianos. También es probable que jarocho sirviera para
designar a los vaqueros de las grandes haciendas de los llanos, como Nopalapan,
Cuatotolapan, Corral Nuevo, Guerrero, Uluapan, San Nicolás y Chiltepec, que
practicaban una ganadería extensiva, donde cazaban a las reses en las matas o
jaros, especie de islas que sobresalen de las zonas inundables. Cada mata o
jaro era conocido con el nombre específico por los negros vaqueros, ya que en
ellas se refugiaba el ganado en tiempo de lluvias. Jaro también se llamaba a
los grupos de casas aisladas, que en la época colonial solo estaban habitadas
por negros, milperos o vaqueros. De ahí que en los llanos un topónimo común sea
el de Mata, como Mata anona, Mata garrapata, Mata gallina, Mata grande, Mata
conejo…
La palabra “jarocho” se aplicó después a
todos los individuos con rasgos físicos negroides y finalmente sirvió para
designar a los habitantes de la costa sotaventina, los que hoy, con orgullo, se
asumen como jarochos.
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