COPAL
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO
COPAL. Del náhuatl
copal(li), resina. El árbol se
designa copalcuahuite de copal(li),
resina + cuauitl, árbol. Árbol de
hojas oblongo-ovales, burserácea (Protium copal e Icica copal). Del tronco mana
una resina transparente, ligeramente amarilla, la cual se solidifica, y puesta a las brasas, arde fácilmente
produciendo una llama azul que desprende volutas de humo blanco de olor
agradable, consideradas divinas y llamadas iztac
teteo, es decir “dioses blancos”, las cuales servían como medio de
comunicación entre el hombre y los dioses. Como ofrenda para los dioses además
de quemado, podía ser depositado en el fondo de lagos y manantiales o enterrado
en los edificios religiosos. Una de las principales características del copal
es la viscosidad, es decir, se trata de un material pegajoso y maleable. La resina
se usa para prevención y curación de mal aire, espantos y como incienso durante
todas las ceremonias religiosas, ya sea en la iglesia, la casa, altares
caseros, las procesiones en la calle, o en cualquier otro lugar. Actualmente se
usa además para en la preparación de barnices, lacres, y ungüentos medicinales
para combatir algunas enfermedades bronquiales. Rodríguez (2007).
Kearney (1971:78-9) preguntando entre los zapotecos de Ixtepeji ¿Por qué se quema copal alrededor de cadáveres? Le respondieron: Porque el Diablo quiere estar con el cuerpo, pero el copal lo espanta. También evita que entre en la casa. Si alguien le tiene miedo, quema copal. Las grandes oleadas de humo que el copal produce también espantan a los espíritus perdidos, a las almas perdidas y a los “aigres”. El humo quita las enfermedades que uno pudiera tener, tal como lo hace un cigarro encendido que se lleva cuando se sale de noche y protege contra los “aigres” perdidos que andan por las calles. Si no hay cigarros a mano, una chispa o incensario protegerán al que tenga que ir a un mandado y no pueda esperar la luz del día.
Kearney (1971:78-9) preguntando entre los zapotecos de Ixtepeji ¿Por qué se quema copal alrededor de cadáveres? Le respondieron: Porque el Diablo quiere estar con el cuerpo, pero el copal lo espanta. También evita que entre en la casa. Si alguien le tiene miedo, quema copal. Las grandes oleadas de humo que el copal produce también espantan a los espíritus perdidos, a las almas perdidas y a los “aigres”. El humo quita las enfermedades que uno pudiera tener, tal como lo hace un cigarro encendido que se lleva cuando se sale de noche y protege contra los “aigres” perdidos que andan por las calles. Si no hay cigarros a mano, una chispa o incensario protegerán al que tenga que ir a un mandado y no pueda esperar la luz del día.
Schendel (1980:58-59,67) refiere que los
aztecas estaban convencidos de que cualquier padecimiento no adjudicable al
disgusto de un dios – en cuyo caso, por supuesto, el único remedio era aplacar
esa ira-, se transmitía misteriosa e invariablemente por contacto humano, por
el aire o por el viento.
Siempre que honraban a sus dioses, los
sacerdotes quemaban resina de copal, los aromáticos aceites de cedro y pino y
del ahuehuete; en sus casas, el pueblo quemaba resina de pino, de gratísimo
aroma. Incluso el emperador Moctezuma ll fumaba un tabaco mezclado con resina
de pino.
Al llegar Cortés y sus soldados se les dio
bienvenida de recepción agitando incensarios que desprendían nubes de humo
fuertemente oloroso. De esa manera, no sólo los honraban, sino que trataban
también mediante las cortinas de humo de protegerse de cualquier enfermedad que
pudieran traer los extranjeros, amén también de protegerse de la fetidez que se desprendía de los sucios, arropados y armados soldados
españoles.
El uso de éstos aromáticos poseía ciertas cualidades como preventivos de las enfermedades, ya que alejaba de las casas y otros sitios a mosquitos, moscas y otros insectos, principales transmisores de numerosas e importantes enfermedades.
El uso de éstos aromáticos poseía ciertas cualidades como preventivos de las enfermedades, ya que alejaba de las casas y otros sitios a mosquitos, moscas y otros insectos, principales transmisores de numerosas e importantes enfermedades.
Tomado de mis libros: Los Tuxtlas, nombres geográficos pipil, náhuatl, taíno y popoluca.
Y del Diccionario de Dioses, Demonios
y Enfermedades del México Prehispánico. Inédito
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