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lunes, 6 de febrero de 2012

CIGARRO del maya arcaico xígar

CIGARRO
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado


Del verbo maya arcaico xígar, que quiere decir chupar que era la forma de indicar fumar hojas de tabaco enrolladas. Cuenta Bartolomé de Las Casas que los europeos, estando en Cuba,  encontraban en los caminos a muchos hombres y mujeres sahumando con estos tizones. Así fue descubierto el tabaco por los europeos y adoptaron la costumbre indígena de fumar. Para los indígenas prehispánicos, fumar era un acto ritual pluviógeno, pues la producción de humo se asociaba con la formación de las  nubes y, en consecuencia con las lluvias. Los mayas tienen la creencia de que los dioses de la lluvia, por formar grandes y numerosas nubes, son grandes fumadores de cigarros, por ello, hacen ofrendas de cigarros al dios de la Tierra y de la Lluvia, réplica de Ahpú, el primer fumador mítico. Todavía hoy, en San Juan Chamula, los tzotziles fuman cigarrillos, con propósitos de magia imitativa, en el interior del templo católico. Los aztecas fumaban de forma ceremonial  después de un banquete pipas en que se colocaban, además del tabaco, ciertas sustancias aromáticas, o bien puros en pitilleras de plata o de concha de carey. Inhalaban el humo y a veces lo tragaban, pero se apretaban la nariz para no olerlo. Los tarascos ofrendaban humo a su dios del fuego Curicaueri, convencidos de que el humo al subir al cielo era el único contacto entre el hombre y los dioses del cielo. Todavía más, es el alimento de los dioses. Es por ello que solamente los sacerdotes y los representantes de Curicaueri podían fumar, y lo hacían en grandes y largas pipas de barro, porque tenían que alimentarse con humo, como los dioses del cielo. La gente común, en cambio, acostumbraba masticar hojas frescas de tabaco con polvo de cal, para tener fortaleza. El ofrendar al Dios del Fuego pelotillas de tabaco que arrojaban en la lumbre, era con el objeto de que el humo tuviera olores gratos para la divinidad. Álvarez (1978). || Entre los tzotziles, el tabaco es fumado sólo por los viejos, como defensa frente a los seres maléficos. 

Tomado de mi libro Dicc. de Dioses, Demonios y Enfermedades del México Prehispánico. Inédito.


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