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domingo, 19 de febrero de 2017

HISTORIAS DE LA CALLE Pedro Cruz

HISTORIAS DE LA CALLE
Por Pedro Cruz



Camino por la avenida Independencia. A lo lejos diviso, casi de perfil, la fachada de la catedral de Nuestra Señora de la Asunción. Una ráfaga de viento del norte, proveniente del mar, entra por una calle paralela al Malecón y me golpea al rostro, inunda mis pulmones y oxigena mi ánimo. Alzo la vista: veo las nubes inmensas golpeadas por el color oro de los rayos del sol. El tráfico es intenso.


Una mujer de enormes caderas, con un vestido entallado, hace volar mi imaginación. Me siento relajado. No tengo hambre, no tengo sueño, no tengo calor; me doy el lujo de sentirme bien, de sentirme vivo. Entonces algo llama mi atención. En el quicio del aparador de una zapatería una figura cruel, protohumana, emite una especie de chillido; no debe medir más de 40 centímetros.



Todas sus partes son desproporcionadas. El tronco grande, la cabeza enorme, las manos cortas, las piernas torcidas, la lengua bípeda, los ojos saltones. Es un ser no desarrollado, grotesco. Me acerco. Me pongo en cuclillas a su altura. Puede hablar. Con una voz infantil me dice: “dame algo de comer”. Me conmueve que el destino haya sido tan inhumano y desalmado con este ser. Cosa rara en mí, le doy un billete de 50 pesos. Lo toma, lo enrolla y se lo come.



Veracruz, Ver. 27.01.2017


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