CAMILITA
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Imagen de Internet
Ese día, Camilita, al
estar felizmente jugando en la sala de su casa, por primera vez ponía atención
a una plática de su padre con amigos de éste. Ellos no se dieron cuenta que la
niña los estaba oyendo. En un momento de la conversación, uno de los adultos
dijo: - Por ejemplo, vean a esta chilpayata, ella está feliz de la vida, sin
necesidades que no se les puedan cubrir, ni preocupaciones que la enfermen.
¡Ah! Pero ya llegará a ser toda una mujer y entonces sabrá que el mundo no es
tan noble y sencillo, aquí se viene a vivir, pero también a sufrir. Otro de los
adultos intervino diciendo: -¡Pobre escuincla, quién como ella! ¡Cada cosa a su
tiempo...que disfrute su niñez!
Un rato después, al quedarse sola,
Camilita trató de comprender lo escuchado, sin mucho éxito. Sacó uno de sus
muñecos, y tratando de remedar la reciente plática de los adultos se puso muy
seriamente a dialogar con él, El muñeco, a través de sus grandes ojos cafés, la
observaba, la escuchaba, parecía estar sintiendo en carne propia la inquietud
de la niña, y se angustiaba de no poder responderle.
Camilita, luego que externó su impresión a
su muñeco preferido, al que consideraba su confidente y amigo mayor, no pudo
evitar que algunas de sus lagrimitas cayeran sobre el muñeco el cual empezó a
vibrar en sus manos.
Esa vibración viajó por todas las venas de
su cuerpo dándole las respuestas que ella requería saber. Así Camilita, para
poder soportar las amarguras y las pesadumbres en su futura adultez, optó por
resguardar muy bien todos sus juguetes, incluido su gran amigo, en una vieja
maleta de la cual nunca se separó, y que de ahí en adelante, sería su mayor
tesoro, y su gran amuleto en la vida.
Xalapa, Ver. 03/09/16
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