EL
URUBÚ
Y
EL PAYÉ
Leyenda
guaraní
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EL PAYÉ primitivo amuleto de la buena
suerte, fabricado con elementos indígenas, se empleaba particularmente para
quebrar el NO de la mujer amada y desdeñosa. Para confeccionarlo se necesitaban
materiales difíciles de conseguir y circunstancias muy especiales.
Quien deseaba construirse un payé, debía ante todo recluirse en la
soledad, lejos de todo ser humano. Después permanecer dos o tres días en ayuno
absoluto, comenzando la abstinencia a medianoche y en noche de luna.
Por último, a la luz de ella, comenzar la
búsqueda de dos elementos que habrían de constituir el payé: cera de curundú y
cuero de mbói-loro.
El panal de curundú es difícil de hallar; el cuero de mbói-loro ha de ser de víbora virgen.
PAYÉ ERA el hijo mayor del rubichá de una de las más poderosas
tribus de aquella región. Ya anciano el cacique, Payé era el indicado para
sustituirlo, no sólo por ser el primogénito, sino también por su valor y
fuerza; además, se le consideraba en la tribu el más esforzado guerrero. Lo
habían visto participar en innumerables combates y salir ileso, a pesar de
haber estado varias veces a punto de morir. Esto, desde luego, asombraba a
todos, pues jamás la más leve rasgadura rosó el bronce de sus músculos; esta circunstancia, unida a su
valor y fuerza, hacía que todos lo considerasen un ser sobrenatural o, al
menos, protegido por alguna divinidad. Así, pues, todos lo obedecían.
En efecto, Payé era el protegido de una
divinidad: Yací, la luna. Ésta se le
había aparecido en una noche de tormenta, cuando el joven cazaba por las
selvas. Ella le había enseñado e modo de fabricarse un payé.
Dotado de vigor y arrojo singulares, Payé
era prácticamente invulnerable. No obstante, en cierta ocasión tuvo que probar
su natural temple físico y moral. Aunque su modestia le había ganado la
admiración y el respeto de todos en la tribu, su madrasta lo odiaba. Madre codiciosa,
quería para su hijo lo que su hijastro poseía. Ella, iniciada en el culto del
mal, decidió valerse de sus artimañas para destruir al valiente guerrero.
Añá
la enteró del secreto de Payé y la incitó a que cambiara el amuleto del
hijastro por uno falso que tuviera la misma apariencia externa del verdadero. De
esa manera no sólo adquiriría su hijo la invulnerabilidad de Payé, sino que
éste, creyéndose poseedor del talismán, combatiría con la misma temeridad de
siempre y, confiándose, moriría.
A la envidiosa madrasta le pareció bueno
el plan de Añá y decidió ponerlo en
práctica. Fabricó un payé falso,
desde luego, porque ella no sabía hacer el verdadero y tales cosas tampoco las
sabe Añá.
Para efectuar el cambio, la madrasta dio a
Payé un cocimiento de hierbas soporíferas, y cuando estuvo profundamente
dormido, le sustituyó el amuleto por el falso. Pronto llegó el momento
esperado: la tribu tuvo que combatir, y Payé que, según su acostumbrada osadía
fue el primero en lanzarse al combate, también fue el primero en caer gravemente
herido.
El hijo de aquella mujer, en cambio, a
pesar de su juventud, se estrenó con hazañas inauditas. Se expuso al peligro
como nadie, y salió ileso.
La multitud mudó de ídolo, y después del
combate mostró sus simpatías por el nuevo y excelente guerrero; mientras el
otro yacía olvidado, moribundo…
Pero Tupá
no permite que el mal triunfe y por mucho tiempo. Payé no murió, y durante su convalecencia
no hacía más que pensar en que su amuleto había perdido ya su virtud.
Más hasta él llegó un guaá –el pájaro que habla-, enviado por Yací, y le dijo todo lo que había sucedido. También le explicó lo
que debía hacer para recuperar el payé
verdadero:
-Debes matar un tinguazú o güira payé y
luego llevarlo a un sitio apartado. Allí debes cavar un pozo para enterrarlo,
aunque tienes antes que agujerearle la cabeza y ponerle tres semillas en los
sesos. La planta que de allí brote, tendrá la virtud de hacerte invisible si la
colocas en tu boca.
Cuando Payé obtuvo la planta, fue al lugar
en qué dormía su hermanastro y, poniéndole el amuleto falso, se llevó el
verdadero. Como él se hizo invisible, la madrasta no reparó en él.
En la batalla siguiente, Payé volvió a
realizar grandes proezas; mientras tanto, su hermanastro había caído muerto. La
madrasta enloqueció de pena y, ululando de dolor, comenzó a correr por los
campos y bosques hasta desaparecer para siempre. Su cuerpo humano se transformó
en el de un ave de rapiña: el urubú,
cuyo alimento es el excremento humano.
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GLOSARIO:
Añá. Diablo.
Curundú. Especie de
avispa salvaje.
Guaá. El pájaro que
habla
mbói-loro. Víbora.
Rubichá. Jefe de una
tribu, cacique.
Tinguazú. Ave de mal
agüero.
Tupá. Dios bueno y
creador.
Urubú o iribú. Especie
de cuervo. También zopilote.
Yací. La luna.
Payé. Es un talismán o
amuleto de poderes sobrenaturales que concede a quien lo lleva éxito en sus
distintas actividades. Hay PAYÉ para todos los acontecimientos de la vida, los
materiales que entran en su confección son de lo más heterogéneos: trozos de
madera de una cruz que haya estado en una sepultura; plumas de varios pájaros;
trozos de asta, piedra imán; plomo de una bala; imágenes de santos, medallas,
etc.
Las plumas del Caburé son muy apreciadas
por atribuírsele fuertes poderes mágicos, no solamente da suerte en el juego
sino que da suerte en la seducción de muchachas a los Don Juanes. Las imágenes
de los santos gozan de gran favor especialmente si son hechas con una bala que
haya dado muerte a alguien.
El payé se lleva generalmente colgado del
cuello con una cadenita en una bolsita, contra el cuerpo. Para que el Payé no
se enoje de vez en cuando "Hay que alimentarlo" es decir agregarle
más de los elementos con los que ha sido confeccionado.
Se trata de un hechizo destinado a lograr
un determinado objetivo y que es confeccionado por un curandero según el fin
buscado. Este puede ir desde conquistar el corazón de alguien, evitar peligros,
que las balas reboten en el cuerpo del que lo posea, hasta felicidad en la
vida, suerte en el juego, evitar enfermedades, etc. También existen otros
empleados para provocar enfermedades penosas e incurables en los enemigos. Al
chaman de la tribu de los guaraníes, también se los llama payé, es el brujo, el médico, el médium.
Comúnmente se los hace con las prendas de
la "víctima", si son íntimas mejor, y si las usó recientemente y no
están lavadas el "payé" es más efectivo. También se utilizan saquitos
donde se colocan medallas de santos, y si estas medallas están bendecidas por
un sacerdote tienen más fuerza; se les agregan piedras, huesos, estampas, etc.
La pluma del cabureí, un ave de rapiña de pequeña talla, similar a la lechuza
pero más pequeña, es considerada un elemento muy poderoso para realizar el
"payé" y en especial cuando se la utiliza como talismán.
Tomado de:
Leyendas Guaraníes, de
Ernesto Morales. Editorial Gente Nueva, 1979.
Ciudad de la Habana.
Wikipedia.
Diccionarios de
Guaraní-español, Internet.
Diccionario de Mitos y
Leyendas - Equipo NAyA
http://www.cuco.com.ar/
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