EL
ESCARABAJO NEGRO
ANTONIO
FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO
Imagen de Internet, Escarabajo rinoceronte.
Ya avanzada la tarde me
encontraba cómoda y plácidamente leyendo en el estudio de mí casa una antología
sobre cuentos de terror. Me resultaba realmente fascinante el gran suspenso que
emanaba de cada uno de los cuentos. Por ratos suspendía la lectura, y entrecerrando
los ojos me ponía a visualizar esos impactantes relatos que me tenían envuelto en
una atmósfera de escalofríos y con la piel erizada, sufriendo, o disfrutando
masoquistamente, la trama cargada de terribles maleficios y horrores que perseguían
al personaje. Me serví otra taza de café, y cuando iba a continuar la lectura
algo en el suelo me llamó la atención, me acerqué y vi un lindo y pequeño escarabajo
negro arrastrando tras de sí con una fina telaraña una bolita que semejaba una
minúscula perla. Instintivamente levanté el pie y lo aplasté. En décimas de
segundo me arrepentí de haberlo matado. Bien pude llevarlo al jardín. No había
forma de reparar el daño. Quedé con remordimientos. No pude continuar leyendo,
lo único que hice fue sentarme en el sofá junto a la ventana.
Momentáneamente entró por ella una corriente
de aire húmedo y frío presagiando la lluvia. Comprendí que el pequeño
escarabajo había sido el primero en anunciar este barrunto, o cambio de tiempo.
Retomé la lectura, la cual empezó a describir un ambiente nocturno y nubloso en
medio de una gran tormenta. Me di cuenta de la sincronicidad ocurrida en el
medio, en la lectura y en mis remordimientos. Escuché un tronido a lo lejos y
el aire se tornó más fuerte cómo si le fuera abriendo camino a la lluvia, la
cual irrumpió como si fuera una cascada que abatía todo lo que tocaba. En ese
momento, mí única compañía en casa eran los protagonistas y los demonios de mi
novela. Los tronidos se hicieron más sonoros y frecuentes, y los relampagazos, cual
millones de luciérnagas eléctricas, rasgaban como espadas de luz la densa
epidermis de la oscuridad exterior. Debo confesar que para mí era un momento
mágico y misterioso que no lo había sentido ni leyendo tantas historias de
terror. Quise degustar más esa pequeña impronta de tiempo, y cerrando los ojos
me dejé llevar a otros mundos, guiado por mi imaginación, de esta manera
recorrí lugares inhóspitos, selvas, profundidades del mar, cielos e infiernos de dioses desconocidos, y a
punto de llegar al Hades, un soberbio estallido, que hizo retumbar la tierra, me
despertó sacándome del largo camino, y al abrir los ojos sólo pude ver
tinieblas, se había cortado la energía eléctrica de la casa. Preocupado me
asomé al patio y a través del resplandor de un relámpago vi un gran orificio en
el suelo, al parecer ahí había caído el rayo. Aún no salía de mi sorpresa,
cuando distinguí, saliendo de ese agujero infernal, la sombra de una enorme
figura, atemorizado, corrí a la sala, en donde fui alcanzado en medio de
grandes gruñidos por esta espantosa
sombra. Los relampagazos me hicieron identificarla como un enorme escarabajo
negro, mucho más alto que yo, caminando erguido en dos patas. Su mirada era de
odio, sus ojos rojos centellaban como dos tizones de fuego. Intuí el motivo de
su presencia, los remordimientos me hicieron aflorar varias lágrimas que caían
profusamente de mis ojos. Me incliné, recogí del piso el pequeño escarabajo negro
y se lo ofrecí. La criatura se mantenía impávida observándome. No sé qué tiempo transcurrió,
a mí se me hizo eterno, en que pude ver que disminuía el rojo resplandor de sus
ojos. Y alargando una pata tomó de mí mano el pequeño escarabajo, y con la otra
pata quitó varias lágrimas que escurrían por mi rostro, las cuales untó en el
cuerpo del pequeño escarabajo. Pasado un tiempo pude ver que éste se movió, volvió a la vida. Y al mismo tiempo yo también sentí renacer. El gigantesco escarabajo me vio en forma extraña, rugió con gran fuerza,
y con un ademán agresivo me empujó con sus patas como vengando la afrenta que
yo le había hecho al pequeño y negro escarabajo. Quedé atontado por el golpe y
cuando me repuse me encontraba nuevamente sólo. La luz había regresado y la gran criatura y el
infernal hoyo habían desaparecido.
Al regresar al sofá me sorprendí pues por poco piso al lindo y pequeño escarabajo negro que seguía arrastrando la bolita que semejaba una minúscula perla.
Al regresar al sofá me sorprendí pues por poco piso al lindo y pequeño escarabajo negro que seguía arrastrando la bolita que semejaba una minúscula perla.
Xalapa, Ver. 13/09/16
No hay comentarios:
Publicar un comentario