CRISIS NOCTURNA
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado
Imagen de Internet
Ayer, ya muy tarde, vi con tristeza que las luces y los colores eran
consumidos por la noche. Se formó una oscuridad tan densa, negra e
impenetrable, como una muralla, que no dejaba pasar la brisa, ni el ulular del
viento. Sentí una gran opresión. Creí estar en el infierno, de las más oscuras
conciencias. De repente, un fugaz resplandor, me volvió a encender la vida.
Otro y otro resplandor. Y después como profundos suspiros, luego tímidos
ronquidos del cielo, los rayos y los truenos rasgaron y perforaron el vientre
de las preñadas nubes, cuyas crías se precipitaron desde las alturas en
torrentes de agua que lavaron, aclararon, la mácula nocturna. Y destruyendo la
impenetrable muralla, fuertes vientos se llevaron el infierno y lo fueron a
tirar en alguna boca de volcán.
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Me acosté a dormir con toda la placidez y la
frescura del instante, dejando arrullar mi sueño como si fuera un niño. Y hoy,
desperté momentos antes que la madrugada. No quise pararme sin ella. La esperé,
nos dimos un amoroso abrazo, y salimos a festejar la nueva vida que el cielo
nos regalaba.
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