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miércoles, 28 de septiembre de 2016

EL CHALECO DEL BRUJO Leyenda araucana

LA CAMISETA DEL BRUJO
Leyenda araucana

Machi imagen de Wikipedia

Doña Rosalía ya se lo había advertido en un par de oportunidades, que si no sanaba pronto a su marido tenía que vérselas con sus hijos.


_ "A vuelta del Navarino van a regresar de la Argentina, Pelapecho maldecío", le gritaba a pleno camino público.


Don Carmelo Barría había sido un hombre robusto y bueno para el trabajo, pero por cuestión de deslindes se enemistó con Juan Estanislao, brujo rematado según el vecindario. Ahora no era ni la sombra de lo que fue hace un año.


Primero lo sajaban a pleno día. Después lo extraviaron en su propio monte, a cuenta una manchita de matorrales, que cuando uno estaba entrando por un lado ya estaba saliendo por el otro. Pero ahí estuvo dando vueltas medio día -enlesado- hasta que su vieja lo salió a buscar y lo encontró difareando, sentado en un palo podrido.


Después de este percance ya no fue el mismo. Empezó a ponerse maganto y falto de apetito.
Lo llevaron al médico, a Castro, pero sus vecinos les aconsejaron que estaban perdiendo plata porque ese era trabajo de una machi. Pero ésta se declaró incompetente porque el raiguae era muy poderoso y no podía contrarrestarlo. Sin embargo, le dio algunos consejos. Pero necesitaba a sus hijos para eso.



Después cayó en cama y entonces -cuentan los vecinos- era una función cada noche con tanto lucerío que transitaba la casa. Doña Rosalía se confundía, atendiendo siembras, sus animalitos, a su marido y a los brujos por la noche. Pájaro que se aposentara salía persiguiéndolo con tizones del fogón.


_"¡A cuentas un puñado de huesos está mi viejo! -le gritaba la mujer-. ¡Espérate que vengan los chicos -lo amenazaba- ahí te quiero ver, brujo sarniento!".


Y así fue como una tarde de otoño, en la lancha de recorrido se bajaron dos mocetones gruesos, forzudos, cargando pesados cacharperos y un par de valijas de madera terciada.


Después de los llantos de rigor, la madre les contó, con más detalles que en las cartas, lo que estaba sucediendo en su hogar. Los muchachos escucharon en silencio y con sigilo salieron de la casa antes que amaneciera.


Lo pillaron todavía en su cama. Y con ese vozarrón autoritario que identifica a los viajeros a la Patagonia, uno de ellos le gritó de afuerita del cercado.


_"¡ Sale de tu cama, brujo flojonazo, que aquí te precisamos !".


A penas se acercó lo tomaron de un ala y se lo llevaron. No hubo palabras durante el trayecto.


Al llegar, lo introdujeron en el dormitorio y fue atrincado por la familia. El viejito, acurrucado en su poncho café, negaba todo con monosílabos. Doña Rosalía ordenó:


_"Ahora, sáquenle esa manta. Ahí dentro debe traer su macuñ".

Apareció una camiseta ennegrecida por el hollín y grasienta, que le quitaron en el acto.


Quedó en puros cueros, encogido y protegiéndose el pecho.


_"¡Máchavete ahora! -hijo de satanás-" le replicó la mujer.


El anciano recogió su poncho y en dos zancadas alcanzó la puerta.


Ahora chicos -ordenó la madre más calmada- va-yan a buscar unas varitas bien sobaditas y fuertes porque a esta camiseta la vamos a moler a palos. Este es el chaleco con que ese brujo miserable vuela cada noche. Májenlo bien esto, una hora cada día, hasta que tengamos resultados. Al día siguiente -contaban los vecinos- el viejo Juan Estanislao cayó en cama.


_"¿Y cómo va el enfermo aquí?", preguntaban curiosos.


_"Saben, -contestaba doña Rosalía- arregentando está. Hoy, hasta unas papitas al rescoldo comió".


Y así no más fue. A la semana, la camiseta no era más que un puñado de hilachas y la salud del embrujado ya se había recuperado casi por completo. El día que salió al corredor de su casa, aprovechando el solcito de la mañana, se detuvo un vecino a saludarlo.


_"Miren qué alentadito que están don Carmelo". ¿Capaz que tengan fuerzas para ir al sepulte del finado Juan?


_"¿Qué Juan, hombre?"


_"Juan Estanislao -¿qué otro?-. Parece que murió a la amanecida. A mí fueron a suplicar para que diera razón al fiscal... y repiquen las campanas".


Machitún Imagen de Wikipedia



GLOSARIO:


MACHI. Para los araucanos de Argentina y Chile, médico hechicero. Consiste en una especie de casta. En cada tribu la machi es una especie de consejero del caudillo. Dice Ramón Pardal que funda su poder en sus conocimientos de medicina y en sus relaciones con los espíritus. Reunían en su persona los atributos del médico y sacerdote, sirviendo en tal carácter para las enfermedades del cuerpo y del alma. Era el oráculo, el consejero de la paz o de la guerra, el que impetraba las lluvias en tiempo de sequía y el mediador entre los hombres y los demonios. Usaba vestiduras especiales, hacía vida solitaria, dedicándose a prácticas ascéticas. La profesión de machi solo estaba reservada a un pequeño número de escogidos, señalados por alguna tara física o mental. Era condición muy apreciada que padeciera afecciones nerviosas, que fueran epilépticos o afeminados; muchas veces eran invertidos sexuales, que vestían con ropas femeninas, gustaban usar alhajas mujeriles y desempeñaban tareas propias de las mujeres. Con el transcurso del tiempo el hombre machi fue perdiendo prestigio y desplazado poco a poco por la mujer machi, que ocupó casi por completo su lugar. Siendo el Machitún la ceremonia tradicional en que ejerce como médica o hechicera.


MACUÑ o MACUÑI. Chaleco de los brujos que a manera de corpiño se lo ponen para volar, alumbrarse y detectar la presencia humana. Se le supone hecho de piel humana –pecho de mujer- o cuero de pescado. La sacan de los cadáveres, a la izquierda del cuerpo y en dirección del pecho hacia la barriga. Esa piel la curten con ciertas yerbas y enseguida los brujos se la cuelgan con sus cordones al lado izquierdo y con ella andan de noche produciendo una luz especial que los distingue. Es luminoso, de luz amarillenta, rutilante, que despide gotas en forma de llamas, por el aceite humano.


ARREGENTADO. Crecer en altura. Mejorado en salud o fortuna. Tener éxito.

CACHARPEROS. Del quichua cacharpayani, despachar. Que vende cacharpas (trebejos, trastos de poco valor).
Se dice cacharpari al convite o al baile  que por despedida se ofrece al que va a emprender un viaje. De igual modo se emplea Cacharpearse. Adornarse con las mejores prendas y zarandajas.

DIFAREANDO. Desvariar, decir cosas sin sentido.

ENLESADO. Embrujado, que pierde el juicio y la razón.

MAGANTO. Pálido enfermizo, macilento, preocupado, soso.


PALAPECHO. Nombre despectivos al brujo por usar una prenda confeccionada con piel del pecho de un muerto. Existen personas que hacen cortes en los cadáveres de sus familiares para evitar que sus cuerpos sean profanados. 



BIBLIOGRAFÍA.
El Diccionario de Mitos y Leyendas, que comprende las etnias Abipones, Araucanos, Guaraníes, Mapuches, Mocovíes, Pilagás, Quichuas, Tobas, Tupí y Wichis una producción del Equipo NAyA.

Diccionario mitológico americano. Héctor V. Morel y José Dali Mora. Primera edición 1987. Editorial KIER, Buenos Aires.

Diccionario práctico de americanismos. Edición 1996. Editorial EVEREST, España.

Medicina indígena de América. Luis A. Seggiaro. Primera edición 1969. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Argentina.

WIKIPEDIA.







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