AGUA
DE ORO
Historia
de un nombre
Imagen de Internet
A pocos kilómetros de
la ciudad de Córdoba, Argentina hay un lugar que se llama Agua de Oro. Esta es
la historia del porqué de ese nombre.
Cuando llegaron los conquistadores, allí
vivían los indios comechingones, que se integraron con los españoles, actuando
de guías por el territorio.
Durante uno de esos reconocimientos del
territorio, junto con el cacique Unquillo, llegaron a un paraje donde, entre
una tupida vegetación corría un arroyo entre las piedras formando pequeñas
cascadas que salpicaban el amancay (Alstroemeria aurea) que florecía a la vera
del camino. Con la arena y el brillo del sol, las aguas emitían dorados
reflejos, como si de pronto el metal se hubiera tornado líquido.
-¡Brota oro de las
piedras! – Exclamó asombrado un conquistador.
Al instante, todos lo
rodearon y admiraron el mágico fluir de lo que creían oro. En tanto los nativos
los miraba sin inmutarse, porque para ellos toda la belleza valía más que el
oro.
Cuando ávidos, los hombres quisieron
aprisionar el oro líquido en sus vasijas, se desvaneció el color... y vieron
que era simplemente agua. Simple y maravillosamente ¡AGUA!
INDIOS COMECHINGONES
Los hênia-kamiare o
"comechingones" vivían en las sierras de Córdoba, en la región
central de la Argentina; ocupando lo que hoy es la zona de Calamuchita, San
Javier y Los Molinos.
El término comechingón procede de
"comi" serranía o sierra, "chin" pueblo y el sufijo
"gon" plural de la palabra pueblo, "pueblos de las
serranías".
Con la fundación de Córdoba en 1573,
comenzó el lento pero inexorable proceso de extinción ya fuere por encomienda,
mestización, enfermedades traídas por los blancos- europeos, combates contra
los españoles, todo lo cual fue menguando su número e influencia en la región.
Las viviendas de piedra eran más bien
bajas, porque la mitad estaba por debajo del nivel del terreno. Por su forma,
estas casas-pozo mantenían el calor durante el invierno y eran frescas en
verano. Para entrar, había que bajar por una rampa.
En el centro de la habitación reinaba el
fogón para cocinar y calefaccionar.
También se establecieron en las
concavidades montañosas como refugio natural.
Los hombres eran morenos, altos, un diez
por ciento aproximadamente eran de ojos verdosos, se dejaban crecer la barba y
como las mujeres, usaban flequillos. Se trenzaban el pelo y lo adornaban con
vinchas o cubre nuca de lana que caía hasta los hombros.
Vestían ropa de lana, sus prendas más
comunes, el delantal atado a la cintura con una faja y una túnica (como un
poncho con los lados cocidos).
Esta ropa solía estar adornada con
chaquiras (disquitos de conchilla) y tientos (tiritas de cuero). Además algunos usaban mantos sujetos con
prendedores de cobre y otros materiales. En los pies llevaban ojotas de fibra
vegetal trenzada. Los caciques, guerreros y curanderos lucían trajes de cuero
muy elaborados y recubiertos con vistosas plumas.
En ocasiones especiales llevaban en la
cabeza mandíbulas de animales salvajes.
Bibliografía.
Libro de cuentos, canciones y leyendas “La Casa del Agua”. Lecturas Argentina.
Wikipedia.
Antiguos Asentamientos. Página web de Argentina.
Libro de cuentos, canciones y leyendas “La Casa del Agua”. Lecturas Argentina.
Wikipedia.
Antiguos Asentamientos. Página web de Argentina.
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