HUYÓN
EL
FETO ESCAPISTA
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Imagen de Internet
Se dice entre los tzotziles, en Chiapas,
del feto que después de dos meses de permanecer en el útero de su madre tiene
la capacidad de huir y regresar varias veces al vientre materno por propia
voluntad, o bien alojarse en otro vientre. Para escapar puede aprovecharse de
la oscuridad, cuando su madre sale a orinar sin tener la precaución de llevar
consigo una astilla o tea de pino encendida. La madre ayuna y ruega porque “se
pegué”. El ansía de escapar se debe al hecho de que el alma del infante puede
haber vivido en la tierra con anterioridad, en lugares alejados. En otros
casos, el feto puede ser apartado temporal o permanentemente, a medianoche, del
útero de la madre por el mono (tot max) o la mona (me´max). A esta remoción la
consideran un “robo”. Si la criatura a sido sustraída por la mona, su verdadera
madre tiene su regla y puede procurar un embarazo futuro, si es el simio quien
se la lleva, menstruará un mes más tarde y nunca quedará encinta, por haber
recibido el “escalofrío” del chango. Con el objeto de evitar el hurto de los
changos, ciertas mujeres, sabedoras del secreto, cuando se acuestan o se
retiran a descansar se ponen en el vientre los calzones de sus maridos, ya que
tales prendas tienen el poder de asustar al mono macho, alejándolo. Algunas
mujeres piensan que ante la falta de deseo del feto o inconformidad del alma
del mismo de permanecer en sus úteros condiciona a los simios a buscarles otra
matriz, aunque en algunos casos, el feto puede desear el retorno al vientre que
antes abandonó. Estos hechos indican que la criatura es lista e inquieta (“el
hijo del mono macho”), y auguran que será rezador, ´ilol (curandero), o
Totilme´il (Padre-Madre, alguien principal). Tomado mayoritariamente de Guiteras
Holmes (1965: 98).
Extraído del
Diccionario de Dioses, Demonios y Enfermedades del México Prehispánico, de mi autoría. Inédito.
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