A
CIEGAS
Antonio
Francisco Rodríguez Alvarado
Tengo que despedir el día, ya no hay
sombras, todo es oscuridad, la imperceptible visión irrita mi mirada, que te
busca en el negro manto de la noche. Y tú, te mantienes inmóvil y en silencio
en tu afán de seguir oculta para mí. Más no puedes callar a tu corazón, ni
prohibir que el mío le responda. La pasión siempre vencerá sobre los
subterfugios para vivir. Te quiero aún sin verte y abro mí corazón… para
ofrendarlo al tuyo.
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