EL FALSO Y PÍCARO CURA
DIOS APRIETA… PERO NO AHORCA
DIOS APRIETA… PERO NO AHORCA
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Hace muchos años, sería un día como este,
con lluvia torrencial debido a la tormenta, en que don Juvenal Sosa, vio casi destruido
por completo su pequeño rancho en Juanita, Veracruz. El agua arrancó de raíz
todo su maizal, le mató varias gallinas y la más pródiga de sus vacas lecheras.
Esperó que acampara el mal tiempo para checar bien todos los daños. Con gran
tristeza, no le quedó más remedio que subir sus cuatro vacas en la camioneta
para venderlas entre sus conocidos en Acayucan. No le fue cómo esperaba, tuvo
que venderlas muy por debajo del costo. Era temprano aún, así que aprovechó
para ir a la iglesia y visitar a su gran amigo y pariente el padre Domínguez.
El padre estaba terminando de dar la misa,
diciéndoles a sus feligreses que el diablo había enviado tan atroz tormenta para
recordarles a todos de su existencia. –Yo, personalmente, al darme cuenta de
ello, empecé a rezar, a pedirle a nuestro Padre Eterno que nos librara de tal
maleficio, él me escuchó y me dijo que todo esto sucedió porqué aún quedaban muchos
ateos y paganos en todos estos pueblos y, además me dijo: recuerda a tus
feligreses que deben de dar el diezmo
para que yo pueda seguir protegiéndolos.
El padre, levantó la mano para darles su
bendición al tiempo que les decía: “Amados hijos míos, podéis ir en paz, la
misa ha terminado”.
Al verse los dos parientes, se dieron un
fuerte y jubiloso abrazo. Y como era su costumbre, se fueron al curato en donde
fueron recibidos por el rico aroma de la jaiba en chilpachole que “Chonita”
había preparado. Sonriendo pícaramente le dijo el padre al primo: -“Ves cómo
sufro”, y riendo le contesta don Juvenal: “Primo, cual sufrir… si no hay dolor”.
Platicando con gran camarería, les llegó esta vez el estimulante aroma de un
café de olla, que “Chonita” gustosamente
les ofreció.
El padre le pidió al primo que fuera a la
mañana siguiente a una ranchería a avisar que por esta vez no podría ir a
oficiarles misa. Así que, al día siguiente don Juvenal se presentó muy temprano
con la gente de la ranchería y al empezar a decir de que iba de parte del padre,
la gente creyó que él daría la misa, era tanta la alegría de la gente que don “Juve”
no pudo desengañarlos, y se ofreció a presidir la misa. No sería nada difícil
para él, tan acostumbrado a escuchar tantas veces al primo.
Ya en plena misa, don “Juve” se comportó
como todo un profesional, la capilla estaba más llena que nunca puesto que,
varios fueron a conocer al “nuevo padre”. Mucho antes de terminar la misa se
acordó de la última letanía de su primo y cerró con ella. La gente estaba
fascinada con el nuevo padre, el cual tuvo que tardar un par de horas más por
tantas confesiones, las cuales él gozó escuchándolas.
Cuál no sería la sorpresa de don “Juve”
cuando miró tanta limosna en los tenates. Y mayor aún, cuando salió y vio que
su camioneta la habían cargado con gallinas, cochinos, una vaca flaca, y
costales de semillas.
Lleno
de satisfacción, se comprometió a volver a tan agradecida ranchería.
Ah, pero el agradecido botín, no sería
sólo para él, dos días después llegó el
primo a reclamar su DIEZMO.
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