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sábado, 6 de agosto de 2016

EL FALSO Y PÍCARO CURA. Antonio Fco. Rguez. A.

EL FALSO Y PÍCARO CURA
DIOS APRIETA… PERO NO AHORCA

Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

Imagen de Internet


     Hace muchos años, sería un día como este, con lluvia torrencial debido a la tormenta, en que don Juvenal Sosa, vio casi destruido por completo su pequeño rancho en Juanita, Veracruz. El agua arrancó de raíz todo su maizal, le mató varias gallinas y la más pródiga de sus vacas lecheras. Esperó que acampara el mal tiempo para checar bien todos los daños. Con gran tristeza, no le quedó más remedio que subir sus cuatro vacas en la camioneta para venderlas entre sus conocidos en Acayucan. No le fue cómo esperaba, tuvo que venderlas muy por debajo del costo. Era temprano aún, así que aprovechó para ir a la iglesia y visitar a su gran amigo y pariente el padre Domínguez.

     El padre estaba terminando de dar la misa, diciéndoles a sus feligreses que el diablo había enviado tan atroz tormenta para recordarles a todos de su existencia. –Yo, personalmente, al darme cuenta de ello, empecé a rezar, a pedirle a nuestro Padre Eterno que nos librara de tal maleficio, él me escuchó y me dijo que todo esto sucedió porqué aún quedaban muchos ateos y paganos en todos estos pueblos y, además me dijo: recuerda a tus feligreses que  deben de dar el diezmo para que yo pueda seguir protegiéndolos.

     El padre, levantó la mano para darles su bendición al tiempo que les decía: “Amados hijos míos, podéis ir en paz, la misa ha terminado”.

     Al verse los dos parientes, se dieron un fuerte y jubiloso abrazo. Y como era su costumbre, se fueron al curato en donde fueron recibidos por el rico aroma de la jaiba en chilpachole que “Chonita” había preparado. Sonriendo pícaramente le dijo el padre al primo: -“Ves cómo sufro”, y riendo le contesta don Juvenal: “Primo, cual sufrir… si no hay dolor”. Platicando con gran camarería, les llegó esta vez el estimulante aroma de un café de olla, que “Chonita”  gustosamente les ofreció.

     El padre le pidió al primo que fuera a la mañana siguiente a una ranchería a avisar que por esta vez no podría ir a oficiarles misa. Así que, al día siguiente don Juvenal se presentó muy temprano con la gente de la ranchería y al empezar a decir de que iba de parte del padre, la gente creyó que él daría la misa, era tanta la alegría de la gente que don “Juve” no pudo desengañarlos, y se ofreció a presidir la misa. No sería nada difícil para él, tan acostumbrado a escuchar tantas veces al primo.

     Ya en plena misa, don “Juve” se comportó como todo un profesional, la capilla estaba más llena que nunca puesto que, varios fueron a conocer al “nuevo padre”. Mucho antes de terminar la misa se acordó de la última letanía de su primo y cerró con ella. La gente estaba fascinada con el nuevo padre, el cual tuvo que tardar un par de horas más por tantas confesiones, las cuales él gozó escuchándolas.

     Cuál no sería la sorpresa de don “Juve” cuando miró tanta limosna en los tenates. Y mayor aún, cuando salió y vio que su camioneta la habían cargado con gallinas, cochinos, una vaca flaca, y costales de semillas.

     Lleno de satisfacción, se comprometió a volver a tan agradecida ranchería.


     Ah, pero el agradecido botín, no sería sólo para él, dos días después llegó  el primo a reclamar su DIEZMO.


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