SE ME SUBIÓ EL MUERTO
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Me quedé dormido leyendo
el Malleus malificarun de Sprenger y
Kramer y, horas después, al empezar a despertarme, intenté pararme de la cama
sin poder hacerlo. Por más esfuerzo que ponía no lograba mover ni siquiera un
dedo. Estaba completamente paralizado. Sentí, además, como si a mi cuerpo lo
aplastara un gran peso.
Quise mover mis ojos para escudriñar qué pasaba a mí alrededor. No había absolutamente nada encima de mí. Intenté hablar y no pude articular palabra alguna, me preocupó presentar este horrible trismus.
Quise mover mis ojos para escudriñar qué pasaba a mí alrededor. No había absolutamente nada encima de mí. Intenté hablar y no pude articular palabra alguna, me preocupó presentar este horrible trismus.
El sonido
del segundero del reloj de pared me hizo girar los ojos hacia la frente para
verlo. Mis órbitas se distendieron con dolor para hacerlo. Entendí que no podía
luchar, no podía hacer más nada para librarme de esta terrible pesadilla al
despertar.
Dejé que la inercia del momento siguiera imperando sobre mi cuerpo. Momentos
después, como si saliera de un trance anestésico, empecé a mover las piernas,
los brazos, el tronco y la cabeza. Me paré y di gracias de no haberme quedado
atrapado en “Los brazos del muerto”.
Veracruz, Ver. 24.01.17
Asfixiante sensación.
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