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miércoles, 9 de marzo de 2016

LA SIRENA HECHICERA Antonio Fco. Rguez. A.

LA SIRENA HECHICERA (Bruja del mar) 
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado



     Esa mañana visité el mar, me puse a caminar descalzo sobre la playa, iba todo arrobado viendo tanta belleza en el paisaje y sintiendo la calidez del sol y la suave brisa que refrescaba todo mi cuerpo, encontré en la arena las huellas de unos pasos de mujer, llevaba los pies desnudos igual que yo, miré en dirección y no alcancé a verla, apresuré mi marcha intentando saber quién era la dueña de esos pasos. Más adelante, la vi, estaba ella en cuclillas con una vara en la mano dibujando sobre la arena, desaceleré mi marcha, sin dejar de verla, sin perder detalle de todo lo que ella hacía. 

     Tendría unos 30 años, alta, guapa,  de muy buen cuerpo, largos cabellos rojinegros que le caían como cascada hasta la cintura, me llamó la atención el color de su piel dorada, se puede decir que los rayos del sol rebotaban en su cuerpo, como si éste fuera otro sol.


     Ella se percató de mi presencia, apenas giro imperceptiblemente el rostro para verme, y regresó a lo que la tenía casi absorta. 

     Ese pedazo de playa se estrechaba un poco lo que me permitió pasar más cerca de ella y ver lo que dibujaba, al parecer eran extraños símbolos esotéricos. Pasé de largo, sin saludarla -no la quise interrumpir-. Empero, apenas me alejaba unos pasos más de ella tuve que detenerme al escuchar su voz que me llamaba: - Señor, señor… quiero pedirle un favor-, me acerqué a ella, se me quedó viendo fijamente a los ojos y me volvió a decir: -¡quiero que me dé un beso, desnudos los dos! Al comienzo pensé que era una broma, pero no era así, ella empezó a desnudarse por completo, yo no reaccionaba aún, así que se acercó a quitarme la ropa, la ayudé a hacerlo... Una vez desnudos los dos, me besó mordiendo y sangrándome los labios, me abrazó con fuerza enterrando las uñas de sus dedos en mi espalda, sorbió con frenesí la sangre de mis labios y escupió parte de ella sobre sus símbolos, asperjando sobre los mismos la sangre que portaba en sus dedos. Los símbolos se movieron girando velozmente sobre la arena, y se incendiaron por entero, al tiempo que ella corría al mar e iba perdiendo el contorno de sus piernas, se lanzó contra las olas y, dejando una estela dorada, desapareció tras ellas.


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