LA
TÍA FRINÉ
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Me
encontraba sentado en una banca de la escuela ESBIO fumándome un cigarro cuando se me
acerca una linda muchachita de unos 12 a 13 años y, me pregunta: ¡Hola me puedo sentar contigo!, ¡claro que
sí!, asentí. ¡Gracias!
Contestó. Me le quedé viendo un momento, se sentó muy correctamente, volteó a verme y de manera un poco titubeante me dijo: ¡Cómo me gustaría que conocieras a mí mamá!
Su pregunta me tomó por sorpresa, pero viendo esa linda carita, nerviosa, como si se hubiera arrepentido de lo
dicho, inmediatamente le respondí: ¡Igual a mí, sobre todo si es tan bonita como
tú!, se ruborizó y dijo: ¡Gracias, la
bonita es ella, mi mamá! Sentí que se le iluminó la cara, estaba contenta,
se levantó de la banca, me extendió la mano para despedirse diciéndome: Me
llamo Amira, mi mamá Friné, ¿Te gustaría
ir mañana conmigo a verla?, le sonreí y le dije: ¡Será un placer Amirita!, ¡bien bye!, ¡bye! Ya se había adelantado
unos pasos cuando le dije: ¡Oye me llamo
Toño!, ya lo sé, me respondió.
Al día siguiente, Amirita se asomó a la
puerta de mi salón de 2º. año de preparatoria. Al verla me acerqué a ella, y me
dijo: ¿A qué hora sales hoy para
esperarte?
Esa misma tarde, caminamos unas 10 o 12
cuadras a su casa, sin esperármelo me tomó de la mano todo el trayecto. Sentí una
emoción como de familia.
Al llegar a su casa, me pidió que la
esperara un momento en la entrada. Instantes después salió a buscarme y
tomándome nuevamente de la mano, me introdujo a la sala en donde fui recibido por la bellísima sonrisa de una señora,
de unos 35 años de edad, alta delgada, de tez blanca y linda mirada de unos
ojos verde claros.
Amira, me ha hablado mucho de ti, dice que
aparte de guapo, eres muy educado e inteligente y sabes mucho –ella te ha
escuchado hablando con tus amigos-, y quiere que seas amigo de nosotras, yo le
dije que estaba de acuerdo, siempre y cuando tú también accedieras a ello. Me
le quedé viendo con una sonrisa y le dije: ¡Aunque
no todo lo que ella dijo es cierto, claro que me encantaría ser amigo de
ustedes!
Me invitó a pasar a su mesa a comer y no
pude negarme -ya había olido el rico aroma que llegaba desde la cocina. Como
siempre es en la mesa en donde se conocen más las personas; me enteré que ella
tenía 4 años de haber enviudado de un rico ganadero tabasqueño, y que el rancho
lo administraba un hermano de ella. Y que prefirió venirse a vivir a San Andrés
Tuxtla por tener aquí sus raíces familiares.
Me sorprendió además de que era poseedora
de una gran cultura y de que se quejaba de no tener alguna persona con la cual hablar
sobre ella. Me le quedé viendo como “embobado” y ella casi muerta de la risa,
tronó sus dedos y me dijo: ¡Despierta, en
que piensas! ¡En que ninguna de mis tías sabe tanto como usted! Soltó tremenda
carcajada y dijo: ¡OK, no se diga más, a
partir de hoy soy tu tía Friné! Los tres volteamos a vernos, sonreímos y
soltamos la carcajada.
Varios días viernes, Amirita me esperaba a
la salida de clases para llegar juntos a su casa a comer y platicar con mí
nueva, culta y guapísima tía Friné.
Algunas veces, la tía Friné, nos decía,
jóvenes vamos a la sala que hay sorpresas para ustedes. Sacaba oculto debajo de
un cojín un libro y se lo entregaba a Amirita diciéndole: ¡Para mí linda y querida princesita!, dejaba pasar un rato de
tiempo con la plática, y sacaba otro libro escondido y decía: ¡Para el joven más apuesto y culto!
Pocas veces me sentí tan querido y aceptado, como con estas dos lindas mujeres.
Lamentablemente, tuve que despedirme de
ellas al terminar mi bachillerato. Y por diversas circunstancias les perdí la
pista, nunca más volví a saber de ellas.
Hasta este viernes 25 de diciembre en que
a las 10 de la noche recibí una llamada
telefónica: ¡Toño, soy Amirita, mi mamá
está muy mal y quiere verte! Viajé temprano a la ciudad de Minatitlán, el
taxista me llevó a la dirección que le di. Me recibió Amirita, muy preocupada y
con cara de angustia; nos dimos un abrazo al vernos y me puso al tanto diciéndome
que se fueron a vivir a Xalapa en lo que ella estudiaba arquitectura, ahí
conoció a su futuro esposo y finalmente se vinieron a vivir a la tierra de él. Que su mamá siempre fue muy independiente y
sana, pero desde un medio año a la fecha, primero dejó de leer, de platicar sus reflexiones, y después, le atacó una severa depresión, la
cual le ha minado la salud, pues la hiporexia le provocó astenia y
adelgazamiento. Parece ser un caso de anhedonia le dije. Sí eso me comentó su psicólogo; en eso llegaron su esposo y sus hijos y cambiamos la plática.
Imagen de Internet
Nuevamente, como hace casi 40 años, me
hizo esperar, para ser recibido por su mamá. Regresó por mí, y tomándome de la
mano como siempre lo había hecho, me llevó ante ella, ante mi tía Friné que se
encontraba en su recámara sentada sobre un sillón, muy fina y delicada, con su
linda mirada de ojos verdes claros que al verme alzó los brazos, me sonrío y
dijo: ¡Ven, necesitaba verte! Con los
ojos llenos de lágrimas, me acerqué a ella, me incliné para darle un beso y un amoroso
y prolongado abrazo.
Y ella alzando la mano intentó tronar los dedos, diciéndome: ¿Y ahora por qué lloras? ¡Por que la quiero
tía!
Se me quedo viendo fijamente y me dijo: ¡Créeme que desde el fondo de mi corazón
estoy muy arrepentida de no haberte tomado como un hijo, así nunca nos hubiéramos
separado!
Mi emoción fue mucho
mayor, la abracé con todo mi cariño y le dije: ¡Te quiero como a mí madre, y aún me tienes contigo!
Después de unas largas pausas seguimos
platicando…
¿Hijo,
recuerdas que te dije que García Márquez iba a ganar un premio Nobel? Y que
Octavio Paz, pondría trabas para que Juan Rulfo no ganara el premio Príncipe de
Asturias…
No hay comentarios:
Publicar un comentario