¡NUESTRO
DIARIO!
REFLEXIÓN
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Creo que llega un
momento en la vida del hombre, en que necesitamos recobrar parte de la misma,
por lo cual escarbamos en nuestra propia historia, preguntando a los
"viejos" ¿cómo éramos?, la mayoría lo hacemos viendo fotos de eventos
pasados que nos han resultado inolvidables, incluso fotos antiguas y viejas en
que nos observamos con dulzura, con ternura, con risas y hasta con llanto
viéndonos niños o jóvenes, acariciándonos a nosotros mismos a través del tiempo
y la distancia. Muy pocos tenían su proyector de filminas o de películas
familiares, demasiado pocos. Y no sólo nos añoramos a nosotros mismos, también
añoramos aquellos recuerdos memorables en compañía de nuestros padres, amigos y
hermanos que se han ido, que cumplieron su ciclo y su misión pero dejaron su
huella imborrable en todo nuestro ser.
Era maravilloso oír a nuestros padres,
tíos o abuelos relatar historias familiares, o de otra índole muchas de ellas
inventadas o formateadas con realidad y fantasía, pero ahí nos tenían absortos,
con los “pelos en punta” esperando saltar de miedo o reír de acuerdo al
desenlace de las mismas.
Algunos otros
escribimos desde pequeños un "diario". Era muy emotivo para algunos
padres regalar un "diario" a sus hijos. Este diario era nuestro mejor
amigo, nuestro confidente, el testigo de nuestros descubrimientos, de nuestras
pillerías, de nuestras alegrías y de nuestras tristezas, corríamos a él para
plasmar nuestros "estados". El candadito o cerradura que traían
algunos no era del todo suficiente, era celosamente guardado debajo del
colchón, dentro de una almohada, etc., era incompartible y, protegido con todas
nuestras armas infanto-juveniles.
¿Pero qué pasa cuando
hemos perdido todo ese valioso y querido bagaje? Que hemos perdido inclusive
hasta a las personas que podían ayudarnos a recobrar toda esa memoria. ¿Llegamos
a sentirnos como una página en blanco? o forzamos dándole crank a nuestros
herrumbrados y vetustos recuerdos, algunos incluso por vez primera.
Ahora, debemos escribir una historia,
nuestro “diario” de los recuerdos que nos permita explorar y sacar nuestro
cerebro. Muchos de ellos serán
incompletos, fragmentados igual que toda nuestra vida, la cual pedazo a pedazo
hemos ido construyendo.
Tal vez me equivoque pero pocos tienen un diario personal escrito. Tienen uno que se deteriorando son el paso de tiempo, o sea nuestra memoria. La mayoría de los que esc4ribimos son instantes cronológicas de nuestra vida, recuerdos que, en circunstancias parecidas, vuelven a emerger de nuestro pasado al nuestra consciente activo, Bueno, ojala nuestro diario no escrito que es intangible, no se pierda con el paso de nuestra existencia.
ResponderEliminarJorge, querido hermano y colega, perfectamente de acuerdo con tus palabras, es por eso que a ti y a mí nos gusta escribir instantes de nuestras vidas, es la única forma de sentirlas un poco más tangibles, y a la vez recuperables cuando el destino nos alcance. Un gran abrazo. No dejes de escribir... por prescripción médica.
ResponderEliminarTodo un placer haberles conocido y poder ahora leer sus artículos. Felicidades y un placer haberlos tenido en el museo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias estimada amiga Gloria, realmente quedamos complacidos por tu gran amabilidad y admirados por tus grandes conocimientos y por tu pasión a nuestras raíces históricas. Te enviamos un afectuoso y gran abrazo y, te deseamos muchísimas felicidades en estos días tan especiales de amor en la humanidad. Estamos en contacto.
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