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domingo, 15 de noviembre de 2015

SUEÑOS INFANTILES Antonio Fco. Rguez. A.

SUEÑOS INFANTILES
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado


De niño me sentía atrapado por las historias extraordinarias que escuchaba, debo aclarar que nunca me sentí motivado a ser el héroe que salvaba a la princesa, pero me llamaba la atención lo maravilloso  de las varitas mágicas, casi todo podían hacer. Cuando descubrí a Aladino, quise tener una lámpara como esa.  Más adelante me enteré de los experimentos en laboratorios, de unir tales y tales sustancias para crear fórmulas para trasmutar objetos sin valor en oro, o que, te volvieran fuerte, invencible y con el poder de volar. O también, que te convirtieran en el animal que tú quisieras ser, sobre todo un águila para descubrir el mundo desde el aire. Claro que también me atraía la idea de conocer a una bruja o hechicera que me preparara recetas mágicas para poder hacer todo lo que yo quisiera, como aprender sin ir a la escuela. Igual pasó por mi mente el encontrar  conjuros, escondidos en algún viejo libro.









                                                            Ya un poco más grande lo que soñaba era convertirme en un Hércules o un Sansón, tener un anillo con una piedra de aerolito para volverme invisible, o ser igual que los grandes vaqueros como el Charrito de Oro, el Látigo Negro o el Llanero Solitario, o como los superhéroes de los comics, entre éstos Supermán, Thor o Flash.




     Lo que nunca deseé hacer para lograr todos estos propósitos es lo que se consideraba más fácil y rápido, vender el alma al Diablo.



     Como nunca pude hacer nada de esto, no me quedó más remedio que seguir estudiando, y empezar a trabajar para volverme el héroe de mi propia historia.

     Afortunadamente, un día,  encontré la magia que me daría todos los poderes del mundo, se encontraba encerrada dentro de algunos libros y sólo tuve que abrirlos y leerlos para liberarla y ser dueño de ella. Merlín y todos los brujos y magos medievales se retiraron para que yo pudiera darle la bienvenida a Julio Verne, A Emilio Salgari, Honorato de Balzac, H.G. Wells, Ray Bradbury, H. P. Lovecraft, Isaac Asimov, etc.

     Fue realmente admirable que al descubrir la magia de los libros me haya cambiado desde entonces la vida.

     Ahora, es triplemente fantástico, al poseer la magia que yo mismo fabriqué, la magia de mis recuerdos infantiles y la magia que sigo sustrayendo de mis libros de los grandes escritores.

         Así como podemos cambiar nuestra vida, también podemos cambiar nuestro mundo. Rodéate siempre de los grandes maestros, ábrelos, léelos. Y sé feliz.


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