SUEÑOS
INFANTILES
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
De niño me sentía
atrapado por las historias extraordinarias que escuchaba, debo aclarar que
nunca me sentí motivado a ser el héroe que salvaba a la princesa, pero me
llamaba la atención lo maravilloso de
las varitas mágicas, casi todo podían hacer. Cuando descubrí a Aladino, quise
tener una lámpara como esa. Más adelante
me enteré de los experimentos en laboratorios, de unir tales y tales sustancias
para crear fórmulas para trasmutar objetos sin valor en oro, o que, te volvieran
fuerte, invencible y con el poder de volar. O también, que te convirtieran en el animal
que tú quisieras ser, sobre todo un águila para descubrir el mundo desde el
aire. Claro que también me atraía la idea de conocer a una bruja o hechicera
que me preparara recetas mágicas para poder hacer todo lo que yo quisiera, como
aprender sin ir a la escuela. Igual pasó por mi mente el encontrar conjuros, escondidos en algún viejo libro.
Ya un poco más grande lo que soñaba era convertirme en un Hércules o un Sansón, tener un anillo con una piedra de aerolito para volverme invisible, o ser igual que los grandes vaqueros como el Charrito de Oro, el Látigo Negro o el Llanero Solitario, o como los superhéroes de los comics, entre éstos Supermán, Thor o Flash.
Lo que nunca deseé hacer para lograr todos
estos propósitos es lo que se consideraba más fácil y rápido, vender el alma al
Diablo.
Como nunca pude hacer nada de esto, no me
quedó más remedio que seguir estudiando, y empezar a trabajar para volverme el
héroe de mi propia historia.
Afortunadamente, un día, encontré la magia que me daría todos los
poderes del mundo, se encontraba encerrada dentro de algunos libros y sólo tuve
que abrirlos y leerlos para liberarla y ser dueño de ella. Merlín y todos los brujos
y magos medievales se retiraron para que yo pudiera darle la bienvenida a Julio
Verne, A Emilio Salgari, Honorato de Balzac, H.G. Wells, Ray Bradbury, H. P.
Lovecraft, Isaac Asimov, etc.
Fue realmente admirable que al descubrir
la magia de los libros me haya cambiado desde entonces la vida.
Ahora, es triplemente fantástico, al
poseer la magia que yo mismo fabriqué, la magia de mis recuerdos infantiles y
la magia que sigo sustrayendo de mis libros de los grandes escritores.
Así como podemos cambiar nuestra vida,
también podemos cambiar nuestro mundo. Rodéate siempre de los grandes maestros,
ábrelos, léelos. Y sé feliz.
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