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jueves, 19 de noviembre de 2015

HOY Y LA ALEGRÍA Mario Benedetti

HOY Y LA ALEGRÍA
Mario Benedetti
Uruguayo universal 1920-2009



Y es cierto: usted no existe. Ahora puedo decirlo, pensarlo, escribirlo ¡usted no existe!

     Ahora que estoy nuevamente en mi habitación y mi mujer lee el diario de la noche… En realidad usted fue siempre una imagen, la imagen que yo creé a partir de un conjunto de anhelos, de deseos incumplidos, de pequeños fracasos…Usted fue la imagen de la mujer segura, la mujer con enorme capacidad de sacrificio, la infatigable presencia humana que yo hubiera aprendido a amar.




     Usted fue la criatura mía, solamente mía, la que yo inventé a fin de que mi ideal no permaneciera eternamente abstracto a fin de que tuviera rostro, decisiones, palabras, tal como las otras criaturas -las creadas por Dios y no por mí-… Yo la inventé a usted con su piel de pecas, con su mirada reticente, con sus manos afiladas y tibias, con sus silencios flexibles, con su recurrente ternura. Yo la creé idealmente imperfecta, con esas pequeñas y poderosas fealdades que inexplicablemente singularizan su rostro y le comunican su derecho al recuerdo, con esas comisuras de simpatía que desmantelan la serenidad y esclavizan el sueño. Así ingreso usted a mis insomnios, así participó de esa complejidad pueril que yo formé para ser sola imagen…



     Hoy me decidí. Usted no puede saber por qué. Me decidí sencillamente para terminar con usted de una vez por todas. En mis manos tenía dos rumbos: postergar definitivamente el encuentro y continuar viviendo una alegría a experimentar, o resolverme a imaginar ese encuentro y alejarla a usted definitivamente de mi juego. Lo primero era una tortura viva, lo segundo, otra más llevadera: meramente resignarme a su desaparición.




     Pero, ¿Cómo podría usted desaparecer? ¿No se renovaría el recuerdo agregado nuevas imágenes a su primitivo pasado accesorio?…De manera que la única solución era crear el encuentro, literalmente verla imaginada, pero a la vez imaginarla traicionándome y traicionándose, es decir, eludiendo nuestro cerrado mundo en común. Desde el momento en que usted fuera infiel a nuestro sacrificio, o sea, desde el momento en que eludiera al beneficio apócrifo, a él, es decir, a Diego, para permanecer estúpidamente a un no-Diego, entonces yo podría escapar derrotado, asqueado quizá por su cambio, por su deserción…de la terrible desaparición de usted. Era el tiempo en su exacto valor el hallazgo y la pérdida, el consuelo y la desesperanza…



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