HOY
Y LA ALEGRÍA
Mario
Benedetti
Uruguayo universal 1920-2009
Uruguayo universal 1920-2009
Y es cierto: usted no
existe. Ahora puedo decirlo, pensarlo, escribirlo ¡usted no existe!
Ahora que estoy nuevamente en mi
habitación y mi mujer lee el diario de la noche… En realidad usted fue siempre
una imagen, la imagen que yo creé a partir de un conjunto de anhelos, de deseos
incumplidos, de pequeños fracasos…Usted fue la imagen de la mujer segura, la
mujer con enorme capacidad de sacrificio, la infatigable presencia humana que
yo hubiera aprendido a amar.
Usted fue la criatura mía, solamente mía,
la que yo inventé a fin de que mi ideal no permaneciera eternamente abstracto a
fin de que tuviera rostro, decisiones, palabras, tal como las otras criaturas
-las creadas por Dios y no por mí-… Yo la inventé a usted con su piel de pecas,
con su mirada reticente, con sus manos afiladas y tibias, con sus silencios
flexibles, con su recurrente ternura. Yo la creé idealmente imperfecta, con
esas pequeñas y poderosas fealdades que inexplicablemente singularizan su
rostro y le comunican su derecho al recuerdo, con esas comisuras de simpatía
que desmantelan la serenidad y esclavizan el sueño. Así ingreso usted a mis
insomnios, así participó de esa complejidad pueril que yo formé para ser sola
imagen…
Hoy me decidí. Usted no puede saber por
qué. Me decidí sencillamente para terminar con usted de una vez por todas. En
mis manos tenía dos rumbos: postergar definitivamente el encuentro y continuar
viviendo una alegría a experimentar, o resolverme a imaginar ese encuentro y
alejarla a usted definitivamente de mi juego. Lo primero era una tortura viva,
lo segundo, otra más llevadera: meramente resignarme a su desaparición.
Pero, ¿Cómo podría usted desaparecer? ¿No
se renovaría el recuerdo agregado nuevas imágenes a su primitivo pasado
accesorio?…De manera que la única solución era crear el encuentro, literalmente
verla imaginada, pero a la vez imaginarla traicionándome y traicionándose, es
decir, eludiendo nuestro cerrado mundo en común. Desde el momento en que usted
fuera infiel a nuestro sacrificio, o sea, desde el momento en que eludiera al
beneficio apócrifo, a él, es decir, a Diego, para permanecer estúpidamente a un
no-Diego, entonces yo podría escapar derrotado, asqueado quizá por su cambio,
por su deserción…de la terrible desaparición de usted. Era el tiempo en su exacto
valor el hallazgo y la pérdida, el consuelo y la desesperanza…
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