“EL CERRITO” Y LA CUEVA DEL TESORO
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
"El Cerrito" Foto de Samanta Torres
La viuda de la víctima comenta que él se despertaba varias veces en la noche delirando sobre la áurea lancha, y corría al lago, seguido y detenido por sus hijos para que éste no se ahogara.
La noche del siniestro, se confiaron en
que le habían dado medicamentos para dormir por varias horas. Tan obnubilado
despertó que sin hacer ruido y con un caminar cansino se dirigió al lago.
Tiempo después, algunas personas, que
creyeron en la obsesión del ahogado, hicieron un “barrido” sobre el lecho
lacustre sin hallar la referida lancha o algún otro tesoro.
Se buscó el apoyo de especialistas en
rabdomancia quienes explorando con varas y péndulos tampoco tuvieron suerte.
Una noche, un policía al hacer su ronda
nocturna alrededor del “Cerrito” observó que una gran culebra despareció a
través de un agujero en el suelo. Espantado no se acercó al orificio, pero
aventando unas piedras lo dejó marcado. Y espero que amaneciera para dar su
parte al comandante de la policía.
Cuando llegaron al sitio marcado por las
piedras, no encontraron agujero alguno, por lo que pensaron que el guardia lo
había imaginado y se dio el caso como cerrado a la investigación.
El guardia convenció a uno de sus yernos
para que lo acompañara con pico, pala, una soga, machete y un par de linternas.
Y cuatro noches después estaban en este
lugar. Al ubicar el sitio del probable agujero empezaron a golpear con el pico
y para su asombro, el suelo se desmoronaba fácilmente dejando ver unos
escalones de cantera. Alumbrándose con sus linternas descendieron por ellos hasta
llegar a un rellano en donde encontraron restos de un par de esqueletos humanos.
El escalonado continuaba bajando. Un ruido semejante a una fuente de agua los hizo seguir su camino. Metros adelante encontraron un manantial de donde fluían cristalinas aguas minerales, cuyos gases, enturbiaban la luz de las lámparas y les dificultaba la respiración, y los atolondraba. Se sintieron tan mal que decidieron regresarse, pero unos reflejos metálicos y dorados, los reanimó a continuar adelante.
El piso de cantera se había convertido en el lecho resbaladizo y mohoso de una creciente cascada. Ataron la cuerda a una saliente en la pared y agarrados a ella siguieron bajando, con mayor dificultad. El agua empezaba a llegarles arriba de la cintura. Un fuerte gruñido que se magnificó con el eco que rebotada de todas las paredes y el techo, los espantó de tal manera que se soltaron de la cuerda que les aseguraba el regreso. Cayeron en un recinto completamente iluminado por arcoíris formados por miles de destellos que se desprendían de un sinfín de joyas de oro, plata, corales y piedras preciosas. Intentaron alcanzar algunas joyas pero fueron expelidos por una fuerte corriente, y detrás de ésta apareció una descomunal boa con las fauces tan abiertas que amenazaba con tragarlos enteros.
Ellos aprovechando la fuerza de la corriente nadaron a favor de ella tratando de librarse de la serpiente. La boa cerró sus arcadas tragándose por completo al yerno y dejó huir al suegro, éste nadó con todas sus fuerzas buscando la salida, sin percatarse en su desesperación de que nadó por encima de la lancha de oro.
Salió a la superficie del lago, tomó todo el aire que pudo, y con un esfuerzo sobrehumano alcanzó a llegar a la orilla, perdiendo el conocimiento y estando en peligro de morir por las fuertes olas que golpeaban y rebotaban de su cuerpo. Unos pescadores lo vieron y sacándole una gran cantidad de agua ingerida, lo reanimaron.
Imagen de Internet
El escalonado continuaba bajando. Un ruido semejante a una fuente de agua los hizo seguir su camino. Metros adelante encontraron un manantial de donde fluían cristalinas aguas minerales, cuyos gases, enturbiaban la luz de las lámparas y les dificultaba la respiración, y los atolondraba. Se sintieron tan mal que decidieron regresarse, pero unos reflejos metálicos y dorados, los reanimó a continuar adelante.
Imagen de Internet
El piso de cantera se había convertido en el lecho resbaladizo y mohoso de una creciente cascada. Ataron la cuerda a una saliente en la pared y agarrados a ella siguieron bajando, con mayor dificultad. El agua empezaba a llegarles arriba de la cintura. Un fuerte gruñido que se magnificó con el eco que rebotada de todas las paredes y el techo, los espantó de tal manera que se soltaron de la cuerda que les aseguraba el regreso. Cayeron en un recinto completamente iluminado por arcoíris formados por miles de destellos que se desprendían de un sinfín de joyas de oro, plata, corales y piedras preciosas. Intentaron alcanzar algunas joyas pero fueron expelidos por una fuerte corriente, y detrás de ésta apareció una descomunal boa con las fauces tan abiertas que amenazaba con tragarlos enteros.
Imagen de Internet
Ellos aprovechando la fuerza de la corriente nadaron a favor de ella tratando de librarse de la serpiente. La boa cerró sus arcadas tragándose por completo al yerno y dejó huir al suegro, éste nadó con todas sus fuerzas buscando la salida, sin percatarse en su desesperación de que nadó por encima de la lancha de oro.
Imagen de Internet
Salió a la superficie del lago, tomó todo el aire que pudo, y con un esfuerzo sobrehumano alcanzó a llegar a la orilla, perdiendo el conocimiento y estando en peligro de morir por las fuertes olas que golpeaban y rebotaban de su cuerpo. Unos pescadores lo vieron y sacándole una gran cantidad de agua ingerida, lo reanimaron.
Todos reconocieron al policía del pueblo,
pero éste no reconoció a nadie.
Había perdido por completo la memoria…
Xalapa, Ver. 17.12.16
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