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sábado, 9 de abril de 2016

SOLO TÚ Y YO Antonio Fco. Rguez. A.

¡SOLO TÚ... Y YO!
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado

Imagen de Internet

Córdoba, Veracruz, 1974.
     El Edificio Camacho, donde viví, mi año del propedéutico, está situado enfrente del Río San Antonio, es un edificio de 3 pisos, con 7 departamentos en cada uno. Y tiene la peculiaridad de que la calle detrás de él, se encuentra un poco más elevada que su azotea. Inclusive se puede acceder desde el portón de un pasillo de esa calle posterior hasta él. En la azotea, además de tanques de agua, hay lavaderos para cada departamento. Y alrededor de dos días de la semana, a determinadas horas de la tarde, era común ver a las señoras lavando y tendiendo la ropa de su familia, mientras charlaban unas con otras.

     Casi todos los vecinos entrabamos por el pasillo de la calle posterior, y llegando a la azotea bajábamos por los escalones a nuestros respectivos departamentos.

     Usualmente regresaba ya noche de la ESBAO (Escuela Secundaria y de Bachilleres de Artes y Oficios) acompañado de 2 o 3 de mis amigos: Toño Moreno Tolín de Covarrubias, y Joel Sosa y José Jiménez de San Andrés Tuxtla. Y éramos los únicos estudiantes del propedéutico, en el edificio.

     Siempre respetuosos y educados, nos granjeamos la amistad de algunas vecinas casadas y/o divorciadas, e inclusive de las célibes hijas del dueño del edificio. Por lo que éramos invitados a sus fiestas, y en otras ocasiones nos obsequiaban algún platillo culinario, que nos sabía a gloria, y que muchas veces era nuestra mejor comida del día.

     Una de esas tardes, a mi regreso, me llevé tremenda impresión pues encontré lavando ropa a una rubia jovencita, un par de años menor que yo, ella se encontraba de espaldas a mí, verla me dejó impactado, vestía de calcetas hasta las rodillas, y una falda corta y con los movimientos corporales dejaba ver los muslos. Aminoré mi paso, hasta deseé pararme a contemplarla, era lo más cándidamente excitante que había visto en mi vida. Sentí que estaba soñando. Nervioso, lívido y disneico pasé junto a ella, la saludé con un: ¡Hola!, me contestó el saludo.

     El resto de la tarde y noche, sentía “mariposas en el estómago”, o más bien “escuchaba pasos en la azotea”. Estaba loco, le escribí un poema. Había conocido una bella representación de “Lolita” de Nabokov. Le comenté a mis amigos, los cuales se rieron de mí, empero, me supieron decir que estaba de vacaciones con una tía que vivía en el primer piso.

     Dos días después, al subir los escalones de caracol choqué con ella que venía bajando aprisa, se le cayó al suelo la bolsa del pan, me incliné a recogerla, se la entregué. Estaba ruborizada, me pidió disculpas por haber chocado contra mí. Al verla tan cerca me pareció más linda. Y aproveché el momento para presentarme. Me pidió que la acompañara esa tarde a entregar unos libros, yo estaba feliz.

     Después de entregar los libros, nos pusimos a platicar en la azotea, no dejaba de admirar su ingenuidad y su belleza, el verde brillo de sus ojos y su acariciante voz. La noche nos sorprendió, y al despedirnos, la tomé de las manos, nos vimos a los ojos, y en un rápido movimiento me regaló un beso y corrió.

     Al día siguiente, ella tocó a mi puerta, tomados de la mano nos pusimos a caminar un rato alrededor del río. A partir de ese momento nos las ingeniamos para estar juntos. Ella bajaba el switch de mi “depa” y me daba cuenta al apagarse la radiograbadora que siempre tenía encendida. En cambio yo, ponía a tocar la canción de moda del grupo Chicago “Just You And Me” (Solo Tú y Yo), cuya traducción viene siendo:

Eres el amor de mi vida/tu eres mi inspiración/Solo tú y yo/Inocentes y libres/Nena tu eres todo lo que había soñado/Dame tu sonrisa única y especial/Prométeme que nunca me dejaras/Solo tú y yo/Inocentes y libres/La vida es tan fácil/Cuando estas a mi lado/Mantenme cerca/Nunca me sueltes/O nena no me sueltes.
Abre tus brazos, amor déjame entrar/Déjame entrar, déjame entrar, déjame entrar/Ámame esta noche, ámame para siempre/Y siempre/Tú sabes que no puedo olvidarte.
Solo tú y yo para cuidarnos/Inocente y libre mi amada/Para ser uno solo como recompensa del amor/Amarte nena, demonios es tan fácil/Tú eres el amor de mi vida/Tú eres mi inspiración/Solos tu y yo/Inocentes y libres/Nena tu eres todo lo que había soñado.

     Las dos semanas que duró nuestro noviazgo fueron inolvidables, los dos alimentamos una ilusión, un deseo, un gusto que supimos disfrutar mutuamente dentro de un marco de amor y respeto. Creamos el mundo de "Solo Tú y Yo" y, éramos sus dos únicos habitantes.

     Duelen las despedidas, más aún cuando sabes que son para siempre…

     Esa canción la convertimos en nuestro himno de amor. La sigo recordando cada vez que la escucho.



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