ALEJANDRO ESTRADA/ROSAMOND
COATES-ESTRADA
Cada
amanecer en la selva de Los Tuxtlas al sur de Veracruz es el inicio de una
sinfonía de la vida, como ha sucedido cada día durante millones de años. Parvadas
de pericos y tucanes vuelan sobre las copas de los árboles. Grupos de monos
aulladores en las copas emiten sus sonoros bramidos, que pueden ser escuchados
hasta a 2 km
de distancia, avisándole a otros grupos vecinos de su localización en la selva.
Colibríes visitan las flores de numerosas plantas en el piso de la selva. Las abejas
euglosas se preparan para volar grandes distancias en búsqueda de néctar y polen. Al anochecer, la vida
nocturna es una sinfonía aún más compleja, con la actividad de numerosos
insectos, reptiles y anfibios. La noche es el mundo de los murciélagos en busca
de frutos, néctar y pequeñas presas y el universo de otros mamíferos como las
martuchas, los cacomixtles y el puerco espín arborícola. Es el mundo también de
los aromas producidos por las flores de muchas plantas y que pueden olerse a
docenas de metros de distancia, señalando a insectos y a otros polinizadores la
presencia de alimento. A medida que el amanecer se vuelve día o el anochecer se
vuelve noche, la vida en la selva asume el rico ritmo de una antigua danza de
nacimientos, hambre, crecimiento, muerte y descomposición.
Las selvas húmedas, como las de Los
Tuxtlas, son universos verdes especialmente complejos. Las partes más altas del
dosel, que llegan a alcanzar hasta 40 o
más metros de altura, están ocupadas por las copas de los árboles emergentes
que, en conjunto con las numerosas plantas trepadoras, bromelias y orquídeas,
permiten que sólo lleguen unos cuantos rayos de Sol al suelo. Gigantescas torres
formadas por los troncos de los árboles en conjunto con las lianas y otras
plantas trepadoras sostienen el techo de la selva. En el suelo predomina la
penumbra. Esta penumbra inhibe el crecimiento de las plantas, por lo que el
piso de la selva está sorprendentemente libre de vegetación. Una delgada alfombra de
materia orgánica formada por las hojas, ramas y otras partes de las plantas, y
que llamamos hojarasca, yace en el piso.
A medida que caminamos por la selva, el
aire se siente húmedo y cálido. La lluvia matutina aún escurre rítmicamente de
las hojas de las plantas. Esta humedad atrapada en el interior de la selva
sostiene una exuberancia de plantas y animales. El dosel retiene la humedad,
modera los cambios diarios de temperatura y detiene la fuerza de la lluvia y
los vientos. Parados en el piso de la selva notamos pocos cambios en la
temperatura y humedad, pero un mono aullador o un mono araña posado en la parte
más alta de las copas debe enfrentarse a temperaturas mucho más elevadas, a
fuertes vientos y a un ambiente más seco.
Desde el techo de esta catedral natural
hasta la corteza del árbol que tocamos con nuestras manos, la selva aloja
numerosos inquilinos. Los árboles proveen pequeños hábitat para diferentes
tipos de plantas, capaces de sobrevivir bajo condiciones muy especiales. Los musgos
y líquenes cubren las superficies de las ramas. Las bromelias, que obtienen sus
nutrientes de la materia orgánica y de la lluvia atrapada por las copas,
proliferan sobre los troncos y ramas. Cada estrato vertical de la selva es un hábitat
único ocupado por insectos, aves, mamíferos, reptiles y anfibios. Así, en el
piso de la selva podremos encontrar, entre una gran variedad de insectos, a las
hormigas arrieras acarreando miles de fragmentos de hojas de los árboles hacia
sus nidos. Más arriba podemos ver lagartijas anolis y colibríes junto con otras
llamativas aves. Aún más arriba encontramos ardillas, mariposas y aves de
bellos colores, como las tangaras. En las partes más altas del dosel están,
entre muchos otros habitantes, los monos aulladores, los tucanes y el gavilán
blanco.
TANGARAS
FRAGMENTO.
Introducción al libro Las selvas tropicales húmedas de México. 3ª reimpresión
2000. Fondo de Cultura Económica. México, D. F.
Gracias, gracias, gracias, soy de San Andres Tuxtla, Ver. y mi corazón se lleno de alegría y mi mente de recuerdos, me gusta lo mismo que a ti un buen libro, una taza de buen café, una buena conversación, y sobre todo la naturaleza como Dios la creo, saludos del D. F. añorando todo eso.
ResponderEliminarMe encantó tu comentario, gracias.Un gran y cordial saludo amiga Lucy GV.
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