EL
TESORO ESCONDIDO DEL PIRATA
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
A mis ocho años de
edad, encontré en la sala de mi casa un cuento de piratas y me emocioné leyéndolo.
Había en el patio de la casa una alberquita de cemento para que anduvieran los
patos. Tomé un barquito de madera y lo navegué en sus aguas pensando en que
fuera un barco pirata.
Con esa idea, regresé a la casa y del ropero de mí mamá saqué un viejo baulito de madera que ella había usado como alhajero, estaba vacío. De ahí, me metí a la farmacia de mi padre y sin que nadie se diera cuenta saqué unas monedas del cajón del dinero. Regresé nuevamente al patio, hice un agujero y en él enterré el baúl lleno de monedas. Antes de partir, dibujé el “mapa del tesoro”. Momentos después mis padres se dieron cuenta de que faltaba dinero en la caja y me preguntaron si yo sabía de ello, y lo negué.
Con esa idea, regresé a la casa y del ropero de mí mamá saqué un viejo baulito de madera que ella había usado como alhajero, estaba vacío. De ahí, me metí a la farmacia de mi padre y sin que nadie se diera cuenta saqué unas monedas del cajón del dinero. Regresé nuevamente al patio, hice un agujero y en él enterré el baúl lleno de monedas. Antes de partir, dibujé el “mapa del tesoro”. Momentos después mis padres se dieron cuenta de que faltaba dinero en la caja y me preguntaron si yo sabía de ello, y lo negué.
Dos días más tarde, al irme a acostar, me di
cuenta que el dibujo del mapa del tesoro había desaparecido debajo del colchón de mí cama. A la mañana siguiente, esperando que no hubiera nadie en casa, bajé al patio y
desenterré mi tesoro, noté que el cofre pesaba menos que antes y no había ruido de
monedas, intrigado lo abrí y me encontré un papel arrugado y amarillento como
si fuera un pergamino. Lo desenrollé y leí: “Ladrón que roba a ladrón, tiene
cien años de perdón”. Sudé frío...era la letra de mi padre.
Xalapa, Ver. 15-05-17
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