LAS
BRUJAS NO SABEN NADAR
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Grabado Paula Rego
Esa noche la bruja era presa de un gran insomnio, se paró de su catre, tomó su escoba por el mango y conjuró una terrible tormenta con granizada. De pronto, se oyó el estruendo del fuerte viento y el golpeteo del granizo sobre las palmas del techo. El aire fresco entró por las rendijas de la pared hecha de troncos. Se volvió a acostar, esta vez acompañada del arrullador ruido en el techo. E inmediatamente… se quedó dormida.
Horas después… fue despertada por un
oleaje de agua fría que le mojó todo el cuerpo. Instantáneamente buscó su capa
y su escoba sin encontrarlas, el agua, que subía rápidamente de nivel, las
había sacado. Las brujas no saben nadar. En su desesperación tropezó con el
caldero, limpió su interior y se metió en él -las mismas fuerzas oscuras acudían
en su apoyo-. Sin capa y sin escoba no podía conjurar que se deshiciera la
tormenta. Tuvo que salir del jacal para no morir ahogada, el agua seguía
subiendo de nivel.
Afuera, la playa había desaparecido. El agua
que bajaba de la sierra se hacía una sola con las aguas del mar. En medio de
las penumbras distinguió a su alrededor borregos, perros y un jaguar negro, que
luchaban por sobrevivir. Algunos animales
trataron de aferrarse a ella provocando constantes golpeteos al caldero y el
peligro de voltearlo, lo que representaba la inminente muerte de la bruja. Ésta
avizoro a cierta distancia una barca de pescadores y tomando un madero que
flotaba cerca de ella empezó a golpear a los animales y remó hacia la barca, la
cual estaba atada por una soga a una piedra en el fondo del agua.
Cuatro días tardó el diluvio. Y fue despertada dentro de la barca por unos pescadores que iban en rescate de su embarcación sin saber que la bruja se encontraba dentro de ella.
Cuatro días tardó el diluvio. Y fue despertada dentro de la barca por unos pescadores que iban en rescate de su embarcación sin saber que la bruja se encontraba dentro de ella.
Varios días después… ya con caldero, capa
y escoba nueva, lo primero que hizo fue conjurar que su escoba y su capa no se
separaran de ella… nunca más.
Moraleja: No hay que separarse de lo que nos dé vida ni un sólo instante...Buen cuento Antonio Fco, Rdz. Alvarado...
ResponderEliminarGracias amiga Framira Tamayo Lara, saludos...bonito día.
Eliminar