CONFESIÓN
DE AMOR
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Imagen de Internet
-¿Te has dado cuenta qué frecuentemente me levanto de mi banca y te preguntó por tal o cuál solución?
-¿Crees, qué lo hago por qué no lo
entienda?
-¿O por qué crees que lo hago?
Me encontraba sentado sobre un arriate del
patio de la escuela, en lo que Consuelo se acercó y se sentó junto a mí, y
aprovechó para preguntarme todo esto. Hasta entonces, siempre la había visto
como una gran amiga del colegio. Ella
era muy inteligente y guapa, alta y de un cuerpo escultural. Blanca, apiñonada,
de brillantes ojos negros, una linda
sonrisa y unos labios de color rosado, gruesos y carnosos.
Realmente me tomó por sorpresa, no sabía
que contestarle. Titubeé al decirle: - ¡No, nunca he pensado que sea por qué no
entiendas! (El que no entendía nada ahora era yo).
¡Lo hago porqué me gustas! ¡Porqué quiero
estar cerca de ti! Con estas palabras quedé aún más sorprendido, nunca pensé
que me pasara esto a mí. Claro que, me sentí muy afortunado. Nos tomamos de la
mano y, cuando sentimos que nadie nos miraba, nos dimos un beso.
Tácitamente, ya éramos novios.
Pero… no todo era miel sobre hojuelas para
mí. Tenía mi novia de un grado escolar
inferior, en la misma escuela.
Consuelo, era toda una mujer. La relación
con mi novia era hasta cierto punto platónica. Sentía quererla de manera
paternal. En cambio, Consuelo, me deslumbró.
Empecé a frecuentar a Consuelo, con la
aprobación de su mamá, pues llevándose al hijo menor, nos decía: -Voy al súper,
tardaré unas dos horas. Y nos dejaba
solos en casa, estudiando…
Una de esas tardes tenía cita con mi novia
en el parque, y en lo que la esperaba llegó Jacqueline, una de sus mejores amigas, y me
dijo: -Dice mi amiga que si quieres verla, la vayas a buscar a este domicilio.
Era el domicilio de Consuelo…
Fue lo mejor que me pudo haber pasado, ya
no tendría remordimientos de conciencia por estarla engañando. Y se daba por terminada nuestra relación.
Xalapa, Ver. 21-05-16
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