LAS
BRUJAS DE CATEMACO
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Imagen de Internet
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La realidad supera muchas ocasiones a la
fantasía. Déjenme platicarles mi
experiencia de cuando conocí la ciudad de Catemaco. Llegué invitado por unas amigas de la Facultad
de Biología que tenían familiares en este lugar. La idea era conocer la gran
biodiversidad de la Región de Los Tuxtlas. Nos hospedamos en un céntrico hotel,
y a la mañana siguiente comimos unos sabrosos platillos regionales en la
Reserva de Nanciyaga.
Nanciyaga, imagen de Internet
El viaje de estudio, también resulto de
relajante placer. Existe una magia intrínseca en toda esa paradisiaca región.
Las personas que se enteraban de nuestro objetivo se prestaron a colaborar
mostrándonos sus “secretos” sobre herbolaria, ante nuestros ojos aparecían
decenas de plantas medicinales, aguas terapéuticas; incluso amuletos que los
protegían de todo tipo de peligros por enfermedades, accidentes y ataques de
animales peligrosos.
Llegamos con el ocaso, a una de las
últimas playas del hermoso lago de Catemaco, el lugar se llama “La Margarita”. En
una de las casas de madera, cerca de la playa, ya nos estaban esperando dos amables
ancianas, una de las cuales era bisabuela de una de mis amigas. Antes de entrar
a la casa quedamos asombrados por su jardín repleto de hermosas plantas, muchas
de ellas exóticas, desconocidas para nosotros. Las ancianas nos trataron de
maravilla, nos invitaron una rica cena a base de huevos fritos con cebolla,
frijoles con choscholos, chile piquín y
tortillas hechas a mano.
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De ahí nos fuimos a las cabañas de renta, apartadas
para nuestra estancia. Antes de irnos a acostar, nos fuimos a caminar a la
orilla del lago, viendo cómo las olas reventaban plácidamente en la arena
provocando una relajante sinfonía. La
luna nos regalaba su cálido fulgor, y
las copas de los árboles se mecían ante la brisa que venía del lago. Era una
noche mágica. Nos sentamos en unas canoas que estaban aparcadas sobre la playa
y nos pusimos a platicar.
Un sonido nos llamó la atención, era el
ulular de un búho. Seguimos platicando y el ulular se escuchaba cada vez más
cerca de nosotros. En eso, distinguimos una silueta a lo lejos, era la
bisabuela que al vernos platicando en la playa, se le ocurrió traernos una olla
de café caliente con canela. Nos dio gusto su atención, y la invitamos a que
nos platicara sobre este hermoso lugar. Ella comenzó diciendo: Hace muchos años
éste lugar se llamó Mecápan ("Río de los mecates"), estaba completamente selvático, posteriormente
llegaron a poblarlo un grupo de indígenas, los cuales dejaron como constancia
de ellos un asentamiento en lo que ahora son unos potreros, y a la orilla del
lado montañoso del lago grabaron inscripciones sobre unas piedras volcánicas
(petroglifos). Muchísimos años después unos señores blancos hicieron una gran
finca. La que finalmente fue comprada por un comerciante de la región, don
Antonio Turrent Vásquez, en 1899, que
luego le cambio el nombre de Mecápam por el de La Margarita, por llamarse así
una de sus hijas muerta apenas cumplido un año de edad. La Margarita se oculta
a los ojos de Catemaco, tanto por la distancia cuanto por Tepeyaga, que forma
una península.
La bisabuela era una gran narradora, una
mujer sabia. Se hizo costumbre que todas las noches llegará a invitarnos de su
sabroso café orgánico con canela y que nos entretuviera con sus amenos relatos.
La vieja bisabuela, nos contó acerca de
seres sobrenaturales y de las brujas, sobre éstas nos dijo: casi todas las
mujeres que están destinadas para ser brujas, empiezan desde los 14 años, a
prepararse bajo la tutela de una de las más poderosas. Quien les enseña
secretos sobre el comportamiento humano y sus enfermedades, así como de los
animales, las plantas, los minerales y el clima.
Antes de los 20 años, ya se considera casi
terminada su preparación. Y ellas mismas tienen que buscar el material
requerido para confeccionarse su indumentaria. La capa, que está hecha de
fibras vegetales marinadas con sangre de zopilotes, murciélagos, zorros y
culebras. El zurcido se hace con intestinos de animales recién nacidos,
preferentemente gatos.
Una vez terminada la capa, tiene el poder
de que permite volar a su dueña, y si se pone al revés la vuelve invisible. Al
apretarse al cuerpo cura y cicatriza cualquier herida existente. Tiene una capucha que le sirve de radar en la
oscuridad, y de espanta rayos. Y una bolsa o marsupio en donde porta su
material de uso.
Ninguna bruja estaría completa sin su
escoba. En la luna oscura, sosteniendo la escoba en la mano, solían hacer las
ofrendas de búhos y serpientes a los demonios de la noche con el propósito de
pedir más poder para sus conjuros. Las
pajas o ramas de la escoba las sumergían esa noche con agua tibia y extractos
de ciertas plantas mágicas para hacerlas más flexibles y poderosas. Estando listas
para la limpieza ritual de su espacio de trabajo, así como de protección y
fertilidad. Para calmar las fuertes tormentas de viento la escoba se quemaba y
sus cenizas se enterraban. La ceniza es de protección y tiene el control sobre
los cuatro elementos.
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Ah, pero además, nos dio consejos para
protegernos: Para ahuyentar los malos espíritus, y a las visitas molestas hay
que colocar la escoba en el umbral de la casa, de pie y con las ramas o paja
hacia arriba. También sirven dos escobas cruzadas. Tiene que ser una
redondeada; las escobas horizontales no poseen el mismo efecto.
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Después de toda una semana de observación
y estudio sobre la flora, la fauna y todo lo que conforma el acervo natural y
cultural de esta bella región. Empezamos a despedirnos de todos los nuevos
amigos que habíamos hecho.
La más triste despedida, fue la que
tuvimos que pasar con la bisabuela por quien llegamos a tener un cariño
especial. Nos hizo prometerle que regresaríamos
a visitarla. Antes de irnos nos dijo: - les voy a regalar una costalilla de mi
café para que no se olviden de esta vieja. Me ofrecí a subir al tapanco por él
y al estar llenando la costalilla vi que colgado de un clavo en la pared estaba
una capa negra con todo y capucha como la que ella había descrito bastante
bien.
Me llevé el secreto conmigo mismo, no lo
comenté a nadie, incluso ni a la misma bisabuela a quien llegué a querer.
Xalapa, Ver. 07.11.16
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