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jueves, 14 de enero de 2016

CALACO GALLARETO Jorge Caretta Salas

“CALACO GALLARETO”
UN   PERSONAJE   MUY  SINGULAR
Jorge Caretta Salas  

Nací en el seno de una familia tradicional, más bien, lo que los sociólogos llaman: familia nuclear: Al principio sólo éramos dos hijos, posteriormente, tras varios años de intentos por parte de mis padres en conseguir “la mujercita”, fuimos siete hermanos en total.

     Todos éramos varones con características propias y en lo único que nos parecíamos era en el apellido, deformado en ocasiones por la eterna costumbre de los amigos-enemigos en querer ridiculizar a los demás, a costa de, en contraposición, poder recibir “una madriza”  pues en vez de mi verdadero apellido, lo cambiaban por el de  “máscara” y  decían, justificándose, que era lo mismo pero que a nosotros no nos gustaba que nos dijeran así porque lo considerábamos un insulto.

     Mi hermano menor nació cuando mi familia vivía en Irapuato, por lo tanto, en vez de ser un Jarocho, era un “Fresero. Yo ya me había casado, ejercía mi profesión y debo recordar que aún no tenía mis hijos, excepto el mayor que ya estaba en gestación avanzada. 

     Cómo un dato chusco, mis papas decidieron, en un viaje de vacaciones; que nos veríamos en México para que Yo no me fuera manejando mi automóvil hasta el Bajío. Mi esposa estaba embarazada del mayor de mis hijos y a la vez, mi mama estaba también gestando a mi hermano. Lo chusco es que las dos (mi mamá y mi esposa) se encontraron y se abrazaron, lo que no tiene nada de particular ni de raro: (las personas que se quieren, se abrazan) pero nos dio risa a los que presenciamos el abrazo  porque a “las panzonas”  no les alcanzaban los brazos para el abrazo por lo voluminoso de sus vientres.

      Ambas, que se llevaban muy bien, estaban felices, aunque mi mamá se le veía cómo que le daba vergüenza que la viera embarazada, a tan grande edad. Mi hermano nació 3 meses después de que nació mi hijo mayor, por lo que el sobrino era de más edad que el tío. Eso no fue obstáculo para que las relaciones personales tío y sobrino fueran muy buenas Los dos se llevaban  muy bien, salvo que la precoz inteligencia del tío ponía en apuros a todos. Andrés, que así se llamaba mi hermano, era muy  inteligente para la escuela y ducho en deportes, sobre todos en ajedrez y juegos de salón.

     Su cuerpo esmirriado, flaco, huesudo, al parecer lo hacía vulnerable a los demás niños de su edad cronológica pero su edad-inteligencia era de sobra mayor, lo que lo ponía en aprietos con sus compañeros de salón, pues cómo todos sabemos; en la vida estudiantil, la constante es que, los más inteligentes sean los más odiados  y aquí debo admitir  que la cacareada palabra de Bullyng en la actualidad, no es una actividad negativa de ahora sino que es una perniciosa costumbre que posiblemente tenga siglos de ser practicada.

     En lo personal a mí me tocó sufrirla cuando era niño y conste, que no había televisión que aportara la noticia de la existencia de ésa malandrez.

     La convivencia de mi hermano con mis hijos fue magnífica.  Se llevaban muy bien a pesar de que por el parentesco consanguíneo podría suponerse lo contrario. Se citaban, generalmente los fines de semanas en la casa de mis padres y para ellos era el inicio de una imaginada aventura pues siempre, por la fantasía de Andrés, inventaba viajes a la estratósfera, luchas con animales prehistóricos y navegación cibernética que siendo niños, hacían que siempre, los héroes de ésas aventuras fueran ellos.

     Pasaban juntos el fin de semana, dormían viernes y sábados en un cuarto incómodo pero a ellos poco les importaba la dureza del piso en que dormían, el ataque inmisericorde de los moscos, el calor y los injustificados regaños de mi hermano, sobre todo cuando llegaba a casa después de haberse tomado algunas cervezas de más.

     Yo dejaba que mis hijos fueran con Andrés porque el trato era respetuoso, casi de hermanos más que de tío con los sobrinos. Además de que estaban bajo la vigilancia de mi mamá quién normalmente  era la encargada de llenar las hambrientas barrigas con lo mejor de su arte culinario y por otra parte, -mi papá- que por ser una persona muy culta y respetuosa, los “embobaba” con su charlas amenas y pintorescas aunque sospecho que algunas eran tan fantasiosas cómo las que Andrés inventaba.

     Andrés, mientras era un niño, por ser el “benjamín” en la familia, creció con el apoyo de mis padres, sobre todo, por ser como todo mundo decía “la última carcajada de la cumbancha” y hasta cierto punto, era un niño “chiqueado” pues la disciplina casi castrense que mi papá nos impuso a los hijos mayores, con él nunca surtió efecto.

     Creo que, “se le echó a perder” en lo relativo a sus caprichos (No quería comer más que lo que le apetecía, a ciencia y paciencia de mis papás).  Las reglas de urbanidad para él siempre fueron letra muerta pues cuando se le instaba a cumplir cuando menos con el saludo a las visitas, respondía: -¡Para qué!-  Esta negativa propensión a querer hacer lo que creía era lo mejor, (para su criterio) incrementaba sus razonamientos ilógicos y que en ocasiones rayaban en locuras o fantasías, contraviniendo el status en que los demás hermanos habíamos soportado al crecer.

     Para su fortuna, no fue un problema en la primaria pero, ya en la Secundaria y en la Preparatoria, “Ya fue otro cantar”, de lo cual se iba a arrepentir después,   -¡Eso estoy seguro! -Sinsabores todo el tiempo para él y vergüenza y preocupación para mis padres porque era un rufiancete que se hacía acompañar con un compañero de andanzas y fechorías, su antítesis de cuerpo, otro rufián de muy mal comportamiento en los estudios y en las costumbres, pero éste, cuando  menos,  tenía un corpachón que no sólo daba miedo sino que impresionaba por su ferocidad cuando peleaba y así, juntos, les decían: “el dúo dinámico” como si fueran luchadores aunque legalmente luchaban para ser luchadores contra el bien y las buenas costumbres.

     Expulsados tanto de Preparatorias oficiales y particulares por su pésimo comportamiento en las mismas, no los admitían en las aulas por “nada del mundo” y la fama del famosísimo “Dúo dinámico” se hizo creciente, al grado que juntos eran capaces de organizar paros estudiantiles en las Preparatorias o en las Academias, para vergüenza de mi papá que era el prototipo de gente seria y responsable y un profesor de varias generaciones, entre ellas, de  los maestros en el tiempo en que mi hermano era estudiante.

     A grandes rasgos pinto la evolución de éste personaje tan singular que era mi hermano._ Podría abundar pero,   -¿Para qué?-.

     No me creerían que hasta sus propios maestros que eran mis compañeros de café me decían: -¿De verdad el tal flaco Andresito es su hermano? -¡No lo creo!-            ¡Es diametralmente opuesto a usted, doctor!

     Así caminó por la escuela secundaria (en varias porque era corrido siempre por su indisciplina).  Su aprovechamiento educacional cuando era puesto a prueba, era muy bueno. Tenía la ventaja de tener lo que llaman un I.Q muy alto, sobrepasaba a sus demás compañeros, con rasgos inconstantes de genialidad pero, lamentablemente, sus erráticas actitudes en disciplina ahogaban todo el buen currículum que tenía “en activo”. 

     Terminó sin premios ni honores la Secundaria, con gran beneplácito de sus maestros, no por el aprovechamiento escolar si no porque así,  -¡Al fin!-, se deshacían de su perniciosa presencia. Creo que hasta una fiesta hubieran organizado al saber que terminaba sus materias y mucho me temo que se han de haber reunido para ponerse de acuerdo en aprobarlo, aunque fuera con 6 de calificación; con tal de que desapareciera de sus presencias.

      Lógicamente que el problema fue encontrarle acomodo en la Preparatoria: En la Oficial ni soñarlo, no hubo más que una determinación: -¡Jamás lo incluirían en la lista!-  En las privadas, ni aunque pagara triple inscripción y triple pago de mensualidad lo quisieron. Lo tenían catalogado y creo a mi entender,  tenían razón, que era como un agente subversivo, golpeador de estudiantes, organizador de huelgas y el prototipo ideal como Líder estudiante del partido oficial, los de la izquierda y la derecha juntos. - En fin, un verdadero peligro. 

     Mi papá, con buenas relaciones sociales, sindicales y prestigio de ser un hombre honrado, respetuoso y honesto, Gran Maestro de la Logia masónica, tuvo que poner “su cara de baqueta” y pedir “frías” hasta con sus enemigos políticos, casi humillarse, para conseguir una plaza en la Preparatoria pero, solo con la mención de su nombre  y apodo, le cerraban las puertas porque con solo oír "Calaco Gallaretto" se daban cuenta la clase de ” fichita” que iban a lidiar y todos le  temían el  “echarse ese alacrán al cuello”.


     Pero llegó  a la edad en que tiene que ser llamado por el ejército para su adiestramiento militar y cuál no sería la sorpresa de todos, incluidos familiares y amigos, que el joven Calaco Gallaretto optó por la opción más pesada, la de incorporarse al servicio activo como soldado de Infantería con contrato de 2 años pues, al preguntarle la razón de su decisión, respondió muy campechanamente:

     -¿Qué puedo aprender de artes marciales, de manejo de armas, de técnica de guerrillas en unas horas del sábado cuando los “conscriptos” van a entrenarse?  -¡Nada!-  Es más, como está la corrupción a todos los niveles, incluso en la milicia, puedo faltar los sábados que se me antoje, eso sí, pagando al subteniente que dirige al batallón los cien pesos que exige o bien, para tener la cartilla militar bien requisitada, pagando en una sola exhibición seiscientos pesos, sin haber nunca cargado en mi vida, “un mosquetón”.

      -Además-, al tener contrato con la milicia, me van a acuartelar cómo “Sorche”, con salario, seguro de vida, ropa, alojamiento, comida y diversiones a costa del erario público._ Lo único malo es que tengo que llevar vida de soldado, vivir y actuar como soldado y soportar a éstos mariguanos, sobre todo, a los jefes que se creen que los parió la virgen. –Además-, conoceré otras tierras. Otros horizontes tendré que explorar y dado que no soy “de lento aprendizaje”, pronto aprenderé los vericuetos de las  artes marciales, “muy a la mexicana” y no les extrañe que el famoso Calaco Gallaretto sea miembro selecto del Estado Mayor e menos de lo que canta un gallo.
     De nada sirvieron las lágrimas de mi mamá ni las súplicas de mi papá de que reconsiderara su decisión. 

     Le dijo a mi papá: -­­¡Jefe!- Ni aunque arrodille usted ni aunque mi mamá inunde todo Tuxpan con sus lágrimas, me harán retroceder en mi decisión. Además, ya firmé el contrato y con el Ejército no se juega. Si ustedes me quieren ver, tendrán que ir hasta el destacamento de la zona militar en Jalapa que es donde  me van a acuartelar.

     Mis pobres padres sufrieron mucho con su partida. Era el benjamín de la familia.


     Nunca lo pudieron visitar porque, dado su inteligencia, lo consideraron un diamante en bruto y lo ascendieron en menos de un mes a cabo y obtuvo una beca para ser entrenado en Guatemala en un campamento de élite, con los famosos Kaibiles.

     Digo que mis padres nunca lo visitaron porque no regresó del campamento. Desapareció en la selva de Chiapas.  Nunca encontraron su cuerpo.


Doctor. Jorge Caretta Salas  

Agosto  del Dos Mil trece


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