“CALACO GALLARETO”
UN PERSONAJE MUY
SINGULAR
Jorge
Caretta Salas
Nací en
el seno de una familia tradicional, más bien, lo que los sociólogos llaman:
familia nuclear: Al principio sólo éramos dos hijos, posteriormente, tras
varios años de intentos por parte de mis padres en conseguir “la mujercita”,
fuimos siete hermanos en total.
Todos éramos varones con características
propias y en lo único que nos parecíamos era en el apellido, deformado en
ocasiones por la eterna costumbre de los amigos-enemigos en querer ridiculizar
a los demás, a costa de, en contraposición, poder recibir “una madriza” pues en vez de mi verdadero apellido, lo
cambiaban por el de “máscara” y decían, justificándose, que era lo mismo pero
que a nosotros no nos gustaba que nos dijeran así porque lo considerábamos un
insulto.
Mi hermano menor nació cuando mi familia
vivía en Irapuato, por lo tanto, en vez de ser un Jarocho, era un “Fresero. Yo
ya me había casado, ejercía mi profesión y debo recordar que aún no tenía mis
hijos, excepto el mayor que ya estaba en gestación avanzada.
Cómo un dato chusco, mis papas decidieron,
en un viaje de vacaciones; que nos veríamos en México para que Yo no me fuera
manejando mi automóvil hasta el Bajío. Mi esposa estaba embarazada del mayor de
mis hijos y a la vez, mi mama estaba también gestando a mi hermano. Lo chusco
es que las dos (mi mamá y mi esposa) se encontraron y se abrazaron, lo que no
tiene nada de particular ni de raro: (las personas que se quieren, se abrazan)
pero nos dio risa a los que presenciamos el abrazo porque a “las panzonas” no les alcanzaban los brazos para el abrazo
por lo voluminoso de sus vientres.
Ambas,
que se llevaban muy bien, estaban felices, aunque mi mamá se le veía cómo que
le daba vergüenza que la viera embarazada, a tan grande edad. Mi hermano nació
3 meses después de que nació mi hijo mayor, por lo que el sobrino era de más
edad que el tío. Eso no fue obstáculo para que las relaciones personales tío y
sobrino fueran muy buenas Los dos se llevaban
muy bien, salvo que la precoz inteligencia del tío ponía en apuros a
todos. Andrés, que así se llamaba mi hermano, era muy inteligente para la escuela y ducho en
deportes, sobre todos en ajedrez y juegos de salón.
Su cuerpo esmirriado, flaco, huesudo, al
parecer lo hacía vulnerable a los demás niños de su edad cronológica pero su
edad-inteligencia era de sobra mayor, lo que lo ponía en aprietos con sus
compañeros de salón, pues cómo todos sabemos; en la vida estudiantil, la
constante es que, los más inteligentes sean los más odiados y aquí debo admitir que la cacareada palabra de Bullyng en la
actualidad, no es una actividad negativa de ahora sino que es una perniciosa
costumbre que posiblemente tenga siglos de ser practicada.
En lo personal a mí me tocó sufrirla
cuando era niño y conste, que no había televisión que aportara la noticia de la
existencia de ésa malandrez.
La convivencia de mi hermano con mis hijos
fue magnífica. Se llevaban muy bien a
pesar de que por el parentesco consanguíneo podría suponerse lo contrario. Se
citaban, generalmente los fines de semanas en la casa de mis padres y para
ellos era el inicio de una imaginada aventura pues siempre, por la fantasía de
Andrés, inventaba viajes a la estratósfera, luchas con animales prehistóricos y
navegación cibernética que siendo niños, hacían que siempre, los héroes de ésas
aventuras fueran ellos.
Pasaban juntos el fin de semana, dormían
viernes y sábados en un cuarto incómodo pero a ellos poco les importaba la
dureza del piso en que dormían, el ataque inmisericorde de los moscos, el calor
y los injustificados regaños de mi hermano, sobre todo cuando llegaba a casa
después de haberse tomado algunas cervezas de más.
Yo dejaba que mis hijos fueran con Andrés
porque el trato era respetuoso, casi de hermanos más que de tío con los
sobrinos. Además de que estaban bajo la vigilancia de mi mamá quién
normalmente era la encargada de llenar
las hambrientas barrigas con lo mejor de su arte culinario y por otra parte,
-mi papá- que por ser una persona muy culta y respetuosa, los “embobaba” con su
charlas amenas y pintorescas aunque sospecho que algunas eran tan fantasiosas
cómo las que Andrés inventaba.
Andrés, mientras era un niño, por ser el
“benjamín” en la familia, creció con el apoyo de mis padres, sobre todo, por
ser como todo mundo decía “la última carcajada de la cumbancha” y hasta cierto
punto, era un niño “chiqueado” pues la disciplina casi castrense que mi papá
nos impuso a los hijos mayores, con él nunca surtió efecto.
Creo que, “se le echó a perder” en lo
relativo a sus caprichos (No quería comer más que lo que le apetecía, a ciencia
y paciencia de mis papás). Las reglas de
urbanidad para él siempre fueron letra muerta pues cuando se le instaba a
cumplir cuando menos con el saludo a las visitas, respondía: -¡Para qué!- Esta negativa propensión a querer hacer lo
que creía era lo mejor, (para su criterio) incrementaba sus razonamientos
ilógicos y que en ocasiones rayaban en locuras o fantasías, contraviniendo el
status en que los demás hermanos habíamos soportado al crecer.
Para su fortuna, no fue un problema en la
primaria pero, ya en la
Secundaria y en la Preparatoria , “Ya fue otro cantar”, de lo cual se
iba a arrepentir después, -¡Eso estoy seguro! -Sinsabores todo el tiempo
para él y vergüenza y preocupación para mis padres porque era un rufiancete que
se hacía acompañar con un compañero de andanzas y fechorías, su antítesis de
cuerpo, otro rufián de muy mal comportamiento en los estudios y en las
costumbres, pero éste, cuando
menos, tenía un corpachón que no
sólo daba miedo sino que impresionaba por su ferocidad cuando peleaba y así,
juntos, les decían: “el dúo dinámico” como si fueran luchadores aunque
legalmente luchaban para ser luchadores contra el bien y las buenas costumbres.
Expulsados tanto de Preparatorias
oficiales y particulares por su pésimo comportamiento en las mismas, no los
admitían en las aulas por “nada del mundo” y la fama del famosísimo “Dúo
dinámico” se hizo creciente, al grado que juntos eran capaces de organizar
paros estudiantiles en las Preparatorias o en las Academias, para vergüenza de
mi papá que era el prototipo de gente seria y responsable y un profesor de
varias generaciones, entre ellas, de los
maestros en el tiempo en que mi hermano era estudiante.
A grandes rasgos pinto la evolución de éste
personaje tan singular que era mi hermano._ Podría abundar pero, -¿Para qué?-.
No me creerían que hasta sus propios
maestros que eran mis compañeros de café me decían: -¿De verdad el tal flaco
Andresito es su hermano? -¡No lo creo!- ¡Es diametralmente opuesto a usted, doctor!
Así caminó por la escuela secundaria (en
varias porque era corrido siempre por su indisciplina). Su aprovechamiento educacional cuando era
puesto a prueba, era muy bueno. Tenía la ventaja de tener lo que llaman un I.Q
muy alto, sobrepasaba a sus demás compañeros, con rasgos inconstantes de
genialidad pero, lamentablemente, sus erráticas actitudes en disciplina
ahogaban todo el buen currículum que tenía “en activo”.
Terminó sin premios ni honores la Secundaria , con gran
beneplácito de sus maestros, no por el aprovechamiento escolar si no porque
así, -¡Al fin!-, se deshacían de su
perniciosa presencia. Creo que hasta una fiesta hubieran organizado al saber
que terminaba sus materias y mucho me temo que se han de haber reunido para
ponerse de acuerdo en aprobarlo, aunque fuera con 6 de calificación; con tal de
que desapareciera de sus presencias.
Lógicamente
que el problema fue encontrarle acomodo en la Preparatoria : En la Oficial ni soñarlo, no hubo
más que una determinación: -¡Jamás lo incluirían en la lista!- En las privadas, ni aunque pagara triple
inscripción y triple pago de mensualidad lo quisieron. Lo tenían catalogado y
creo a mi entender, tenían razón, que
era como un agente subversivo, golpeador de estudiantes, organizador de huelgas
y el prototipo ideal como Líder estudiante del partido oficial, los de la izquierda
y la derecha juntos. - En fin, un verdadero peligro.
Mi papá, con buenas relaciones sociales,
sindicales y prestigio de ser un hombre honrado, respetuoso y honesto, Gran
Maestro de la Logia
masónica, tuvo que poner “su cara de baqueta” y pedir “frías” hasta con sus
enemigos políticos, casi humillarse, para conseguir una plaza en la Preparatoria pero,
solo con la mención de su nombre y
apodo, le cerraban las puertas porque con solo oír "Calaco
Gallaretto" se daban cuenta la clase de ” fichita” que iban a lidiar y
todos le temían el “echarse ese alacrán al cuello”.
Pero llegó
a la edad en que tiene que ser llamado por el ejército para su
adiestramiento militar y cuál no sería la sorpresa de todos, incluidos
familiares y amigos, que el joven Calaco Gallaretto optó por la opción más
pesada, la de incorporarse al servicio activo como soldado de Infantería con
contrato de 2 años pues, al preguntarle la razón de su decisión, respondió muy
campechanamente:
-¿Qué puedo aprender de artes marciales,
de manejo de armas, de técnica de guerrillas en unas horas del sábado cuando
los “conscriptos” van a entrenarse?
-¡Nada!- Es más, como está la
corrupción a todos los niveles, incluso en la milicia, puedo faltar los sábados
que se me antoje, eso sí, pagando al subteniente que dirige al batallón los
cien pesos que exige o bien, para tener la cartilla militar bien requisitada,
pagando en una sola exhibición seiscientos pesos, sin haber nunca cargado en mi
vida, “un mosquetón”.
-Además-,
al tener contrato con la milicia, me van a acuartelar cómo “Sorche”, con
salario, seguro de vida, ropa, alojamiento, comida y diversiones a costa del
erario público._ Lo único malo es que tengo que llevar vida de soldado, vivir y
actuar como soldado y soportar a éstos mariguanos, sobre todo, a los jefes que
se creen que los parió la virgen. –Además-, conoceré otras tierras. Otros
horizontes tendré que explorar y dado que no soy “de lento aprendizaje”, pronto
aprenderé los vericuetos de las artes
marciales, “muy a la mexicana” y no les extrañe que el famoso Calaco Gallaretto
sea miembro selecto del Estado Mayor e menos de lo que canta un gallo.
De nada sirvieron las lágrimas de mi mamá
ni las súplicas de mi papá de que reconsiderara su decisión.
Le dijo a mi papá: -¡Jefe!- Ni aunque
arrodille usted ni aunque mi mamá inunde todo Tuxpan con sus lágrimas, me harán
retroceder en mi decisión. Además, ya firmé el contrato y con el Ejército no se
juega. Si ustedes me quieren ver, tendrán que ir hasta el destacamento de la
zona militar en Jalapa que es donde me
van a acuartelar.
Mis pobres padres sufrieron mucho con su
partida. Era el benjamín de la familia.
Nunca lo pudieron visitar porque, dado su
inteligencia, lo consideraron un diamante en bruto y lo ascendieron en menos de
un mes a cabo y obtuvo una beca para ser entrenado en Guatemala en un
campamento de élite, con los famosos Kaibiles.
Digo que mis padres nunca lo visitaron
porque no regresó del campamento. Desapareció en la selva de Chiapas. Nunca encontraron su cuerpo.
Agosto del Dos Mil trece
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