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sábado, 10 de marzo de 2012

LA MALINCHE O MALITZIN

LA MALINCHE O MALITZIN
Malinalli Tenépatl
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado
    
     Malina Tenépatl, “Malitzin”. (¿1501-1551?). Del náhuatl Malin, Malinalli o Malina: “Torcer algo sobre el muslo” o “torcer”. Tenépatl, del náhuatl ten(tli), labio, borde, extremo + epatl, zorrillo: “Labio de zorrillo”. Los indígenas por considerarla un alto personaje o diosa le agregaron el reverencial tzin, Malitzin, y por distorsión se le llama también “Malinche”. La deformación obedece a que con el nombre de “Malinche” fue llamado Hernán Cortés por los indígenas: Malintzin-é (dueño de Malintzin), Hernán Cortés se refiere a ella como “La lengua”. Nació en Copainalá, Chiapas, sus padres fueron caciques, y al morir su padre, la madre se volvió a casar y  procreó un hijo varón y para que Marina no estorbara al darle el cacicazgo al hijo, pensaron en deshacerse de ella, y al ser arrojados los nahuas de Copainalá por los soques - ella tendría 6 años de edad- huyeron hacia Oluta, Veracruz,  en donde fue   vendida como esclava a los xicalangos y posteriormente como botín de guerra en 1511 o 1512, a sus 10 u 11 años de edad, pasa a manos de los chocotitanes o potonchanecas (tabasqueños), y nuevamente también como botín de guerra de la batalla de Centla en 1519, a sus 18 años de edad, entregada con 19 indias más a los españoles. Malitzin hablaba tanto el mexica lengua natal, como la lengua maya que aprendió con los tabasqueños, y aprendió rápidamente el castellano; tuvo un papel preponderante en la conquista de México como traductora. Cortés la casó primeramente con su primo Alonso Hernández de Portocarrero, pero al regresar éste a España la convirtió en su manceba. En la conspiración de Cholula salvó de la muerte a los conquistadores y en la batalla de la llamada noche triste logró salir con vida junto con Luisa Xicoténcatl. Algunos historiadores opinan que no fue sino hasta el año de 1520 cuando Cortés inició relaciones amorosas con Malitzin-bautizada con el nombre de Marina-y procreó  en 1522 un hijo que se llamó Martín Cortés, llamado por los historiadores el bastardo; mismo que a poco de nacido, 6 o 7 meses, fue desligado de su madre, y entregado a un primo de Cortés, el licenciado Juan de Altamirano; jamás volvería Martín al seno materno.

     Díaz del Castillo comenta que en 1523, estando en Coatzacoalcos con Cortés éste mando a llamar a todos los caciques de aquella provincia para parlamentar sobre el cristianismo, y entre éstos, Marina  encontró a su madre y a su medio hermano, los cuales ya estaban vueltos cristianos llamándose la vieja Marta y el hijo Lázaro, Marina los perdonó dándoles muchas joyas de oro y ropas y pidiéndoles que se volviesen a su pueblo.

     Al terminar la conquista, Cortés mandó a traer, en 1524, a su esposa Catalina Xuárez de Marcaida, que se encontraba en la Habana y casó a Malitzin con Juan de Jaramillo, con quien viajaría a España en donde fue tratada con consideraciones en la corte. A su regreso a la Cd. de México, recibió las encomiendas de Jilotepec, Oluta y Tetequipac, y dos solares en San Ángel y en Chapultepec. Con Jaramillo procreó a María Jaramillo, la cual se casaría con Luis de Quezada. Se ignora la fecha de su muerte, la cual pudo acontecer de 1533 a 1551, esta última se asienta en la Historia de la Conquista de México de Williams H. Prescott.

     En el manuscrito de Dorantes se dice que Malinche tuvo una hija con Jerónimo de Aguilar con quien de continuo andaba, debido a que los dos fueron los intérpretes que facilitaron a Cortés la Conquista, algunos niegan tal paternidad porque Aguilar era diácono. Ella preguntaba a los nativos en nahua, le hablaba en maya a Aguilar y éste informaba a Cortés. || Diácono, ministro eclesiástico y de grado segundo en dignidad, inmediato al sacerdocio.

     Si de algo podemos estar ciertamente seguros, es de la fidelidad que Malintzin, profesó en su momento a sus tres amos, a sus tres banderas, primero la náhuatl de los xicalangos, después la maya de los chocotitanes y finalmente la castiza de los españoles. Ella, toda su vida había sido de  esclavitud, sólo estaba condicionada a obedecer a su amo en turno. Cortés, en pago a sus invaluables servicios, le ofreció la libertad y el trato de gran Señora.

     Algunos escritores, no historiadores, la hacen Madre del Mestizaje en México, craso error. El soldado español Gonzalo Guerrero en 1511, ocho años antes de que llegara Cortés a México, naufragó en las costas de Cozumel, durante una expedición de Valdivia que se dirigía del Darién (Pánama) a Santo Domingo, sobrevivió como esclavo de los mayas  y se casó con la princesa maya Xsaasil (Claridad), con la cual procreo 3 hijos. 


Chavero, citado y rectificado por Robelo (1974: 131), refiere: “Los tlaxcaltecas daban toda clase de muestras de amistad al Conquistador (Hernán Cortés). No le podían llamar por su nombre, y le decían Malintziné por verle siempre en compañía de ésta, y en su honor, desde entonces, la soberbia montaña Matlalcueye (“La que tiene la falda azul”) apellidase La Malinche”.

     A ejemplo de los tlaxcaltecas, muchos pueblos dieron el nombre de Malintzin, hoy Malinche, a varios cerros y montes. 





     La Malinche. Es una mujer semimitológica que se aparece con frecuencia en la cumbre y en las barrancas del volcán “La Malinche”  a los elegidos. Históricamente es el equivalente, o más bien, la continuación de Xochiquetzali, diosa de las flores y de las artes y dueña original de la montaña. La Malinche ayuda a los individuos merecedores, dándoles dinero cuando están en apuros, encaminándolos por el buen camino cuando se han descarriado, o ayudándolos a obtener justicia cuando se les agravia. Algunas comunidades le rezan y les llevan ofrendas de comida y  de ropa para que les envíe la lluvia. Cuando los hombres que la ven, cautivados por su belleza le dirigen la palabra, ella desaparece. Es muy hermosa, alta y blanca, con larga cabellera negra. Lleva un titixtle blanco y un huipil azul, y generalmente la acompañan seis perros blancos. A veces se presenta vestida toda de azul, o toda de blanco y adornada con plumas rojas, o en forma de serpiente. Vive en el interior de la montaña, en un lujoso palacio, la entrada se efectúa por dos túneles. Se dice que un tiempo la Malinche sostuvo relaciones con el toro de Tlactlapanco, pero luego se separaron. Existe también la creencia de que El Pinal y El Tenco, dos cerros cercanos, enamoraban a la Malinche. El Pinal la conquistó y tuvieron relaciones, y El Tenco, despechado, lo golpeó con una roca, partiéndole la espalda. Así se formó la barranca que separa a la Malinche de El Pinal. Nutini e Isaac (1989: 46, 58, 66, 85, 92, 116).


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