LA
FOTO
Recuerdo como si
hubiera sido ayer. Esa noche mis padres y yo cenábamos en casa de un rico amigo
de ellos, cuando de pronto un empleado de la casa entró gritando: -Patrón,
patrón, se quemó su barco. ¿Cómo...? exclamó el dueño de la casa. Si patrón,
aquí afuera esta Secundino quién vio todo. Todos corrimos ante Secundino, el
cual explicó que él por más que quiso no logró apagar el incendio quemándose
toda la cara ante el intento. Nos fuimos todos juntos al muelle, en el trayecto
se soltó un fuerte aguacero, que gracias a él las llamas se extinguieron y no
lograron quemar al barco por completo. El dueño se quedó impávido viendo la
desgracia que lo aquejaba, en sus mejillas corrían gruesas lágrimas que eran
limpiadas por las grandes gotas de lluvia que nos azotaban. Un rato más tarde
regresamos todos a casa, ya ahí, el dueño reparó en la cara quemada de
Secundino, y con un gesto de humanidad y agradecimiento le dijo: - Busca una
foto tuya te llevaré con mi hijo el cirujano plástico para que te arregle la
cara.
Dos días después
regreso Secundino a la casa del patrón y con gran nerviosismo le entregó su
foto. ¡Cómo, pero si este no eres tú! ¡Lo sé patroncito, pero mi vieja me dijo
que trajera esta!
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