DIGNAMENTE
INFIEL
Antonio
Fco. Rodríguez Alvarado
Imagen de Internet
Salí a caminar esa
mañana disfrutando del fresco matutino, un par de horas antes de que fuera
abrasado por el inclemente sol. Cada día me percataba de algo diferente en el
pequeño espacio de mi recorrido y eso era lo novedoso para mí. Estaba a punto
de regresar a casa para desayunar, bañarme e ir por el taxi para ponerme a
trabajar cuando se me acercó don Juan, un señor cincuentón, padre de unos
amigos míos, diciéndome: - Oye Agustín, veo que eres un muchacho serio por lo
cual quiero pedirte un favor. Pero quiero total discreción de tu parte.
¿Podrás llevarme al mediodía con una amiga
al motel y, luego pasar a recogernos en unas dos horas?
Claro que sí, cuente con ello.
Al mediodía subí a don Juan y pareja, la
señora se tapaba la cara con una mantilla, la reconocí, era también casada, y
madre de unos amigos míos.
En el trayecto al motel me di cuenta que
detrás venía otro cincuentenario, don Jaime, manejando su auto viejo y
acompañado de una de sus “queridas”.
¡Y qué chico es el mundo! Casi al llegar
al motel vimos salir de él a la esposa de don Jaime, acompañada de un amante.
Ella se dio cuenta del carro del marido y se agachó lo más que pudo para
esconderse.
Un par de horas después al regresar por
mis pasajeros, vi que había regresado la esposa de don Jaime, esta vez con sus
hijos, vestida como cuando va a misa, con mantilla y falda larga. Se acompañaba
de un licenciado, el mismo que se había acostado con ella esa mañana, el cual
traía preparada una cámara fotográfica. La señora insultaba a gritos a don Jaime
exigiéndole que saliera.
Pasé al apartado por don Juan y su pareja.
La señora no quería salir, tuvimos que sacarla oculta dentro de la cajuela, en
la cual había un sombrero olvidado, mismo que se puso don Juan para cubrirse el
rostro.
Ya de regreso veníamos comentando el
escándalo ofrecido por la esposa de don Jaime, y la suerte que le esperaba a
éste. Cuando comenta don Juan: - ¡Pero qué señora, no se vale que ahora salga
con aires de santurrona, si la vimos que salió del motel cuando llegamos! Y remató
diciendo: ¡No se vale, hasta en la infidelidad debemos de ser dignos!
Todas estas experiencias las fui
aprendiendo, más que nada, en pellejo ajeno. Es la escuela de la vida.
Addendum. Finalmente, después de todas estas adversas circunstancias, don Jaime se casó con la que era su querida, formando una nueva familia.
Addendum. Finalmente, después de todas estas adversas circunstancias, don Jaime se casó con la que era su querida, formando una nueva familia.
Infidelidad siendo fiel a si mismo podría traer consigo cierta dignidad quizás, me agradó el relato, saludos.
ResponderEliminarGracias, en efecto, es una doble moral, CrAzY, saludos cordiales
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