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miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA MUERTE DEL HOMBRE INVISIBLE. Antonio Fco. Rguez. A.




LA MUERTE DEL HOMBRE INVISIBLE
ANTONIO FCO. RODRÍGUEZ ALVARADO


Periódico New York Time: Muere el Hombre Invisible: el día de ayer dentro de un departamento propiedad de Marvilla, la Mujer Maravilla, situado en céntrico edificio del Central Park, murió el Hombre Invisible, según los peritos en criminalística, debido a las circunstancias y el lugar en que fue encontrado, se presume que fue asesinado por uno de los superhéroes.

     El mismo día del supuesto asesinato los agentes del FBI acudieron de inmediato a investigar a la Liga de la Justicia, llegados ahí procedieron a  entrevistar por separado a sus miembros, y a otros héroes que se encontraban de invitados en esa ocasión, y cuyas declaraciones fueron las siguientes:

     Mister Aquaman - ¿Conoció usted a la víctima? Juro por todos los peces del océano que no. No, nunca la vi.

     Mister Batman - ¿Conoció usted a la víctima? Juro por todos los entes de la noche que no. No, nunca la vi.

     Mister Flash - ¿Conoció usted a la víctima? Juro por todos los relámpagos, rayos y centellas que no. No, nunca la vi.

     Mister Capitán América -¿Conoció usted a la víctima? Juro por Norte, Centro y Sudamérica que no. No, nunca la vi.

     Mister Thor - ¿Conoció usted a la víctima? Juro por mi padre Odín y por todo el reino de Asgard que no. No, nunca la vi.

     Mister Spiderman - ¿Conoció usted a la víctima? Juro por todos los arácnidos radiactivos del mundo que no. No, nunca la vi.

     Pasaban las horas y los agentes del FBI, al no encontrar elementos incriminatorios entre los interrogados empezaron a desesperarse y a pensar que las sospechas de los criminalistas hacia los súper héroes eran erróneas.

     Siguieron los agentes del FBI entrevistando a una decena más de los miembros de la Súper Liga de la Justicia cuando hace su presentación la hasta entonces desaparecida Marvilla. Llegó ella, toda vestida de negro, con caminar cansado, triste, demacrada, llorosa, con hondas ojeras. Todos los que la vieron, no daban crédito a semejante visión, su estado era lamentable, lastimoso, de pena y de dolor.

     Uno de los agentes tosió para tragar saliva y le espetó la conocida pregunta: Miss Marvilla - ¿Conoció usted a la víctima? Marvilla, no pudo contestarle, con el rostro transido de dolor y con ojos llorosos volteó a ver a su interlocutor, quiso articular palabras y no, no pudo, de repente se había quedado muda, solamente exclamaciones y ayes de dolor se escapaban por su boca, tal cuadro acabó por enmudecer también al agente del FBI el cual tardó un par de minutos para salir de  su mutismo, y reiterarle la misma pregunta. No había aún terminado de formularla cuando se escuchó una potente voz diciendo: - ¡Déjenla en paz!, - ¡Yo les diré todo lo que quieran saber sobre la muerte del Hombre Invisible! - ¡Pero déjenla en paz! La voz era del hombre de Kripton, Superman. Todos se quedaron estupefactos, era imponente ver la figura colosal del inmortal e indestructible, hombre invencible. La primera en reaccionar fue Marvilla quien corrió y se abrazó de él pidiéndole entre súplicas: - ¡No, no, por favor, no digas nada!  - ¡Vuela, huye de aquí, no te comprometas, no digas nada, no fue tu culpa! - ¡Huye… o quédate callado! Superman, caballerosamente levantó a su amiga que estaba abrazada a sus piernas, le dio un beso en la frente y con suavidad la sentó en una silla. De ahí se dirigió juntando las muñecas con los brazos al frente hacia los agentes, diciéndoles: - ¡Yo lo maté, yo maté al Hombre Invisible! Los agentes del FBI aún sin salir del todo de su estupor, de su sorpresa, de manera mecanizada esposaron al caballeroso héroe invencible y se lo llevaron detenido.



     Llegado el día de su comparecencia ante el juez, éste le preguntó:

-        Mister Superman, ¿Por qué no trajo  abogado defensor?

-        Señor juez, ¡Porque no vine a defenderme!, ¡vine a entregarme!

-        Mister Superman, ¿Está usted conciente de lo que está diciendo?

-        Señor juez, toda mi vida he representado y defendido lo que es  justo para el hombre, no tengo ahora por qué renegar o claudicar a estos principios de justicia, no me corresponde, no soy capaz  de  hacerlo. Reitero, va en contra de mis principios.

-        Mister Superman, pero… es que usted, no es cualquier hombre. La humanidad mucho le debe.

-        Señor juez, es más lo que la humanidad me ha otorgado: Un hogar, una familia, amigos y amor.

-        Señor juez, aplique su justicia… me considero tan hombre como cualquier mortal  de este planeta.

-        Mister Superman, ¡Ah, nunca, nunca en mi larga trayectoria jurídica, había pensado, ni en sueños,  en ajusticiar a un hombre tan justo como lo es usted.

-        Muy bien, pasemos a los hechos: - Mister Superman, de favor ponga su mano sobre esta Biblia y jure que va a contestar solamente con la verdad a mis preguntas.

-        Señor juez. ¡Lo juro por Dios!

-        Mister Superman, puede usted empezar a relatar su historia, en esta sala todos lo escuchamos.

-        Señor juez, señores y señoras, he jurado ante el libro de la palabra divina de Dios y ante todos ustedes como testigos  decir solamente la verdad.

     Pues bien, como no debo ocultar nada empezaré diciendo que en la vida ciudadana me llamo Clark Kent, de profesión comunicólogo, siempre entregado a la verdad y rechazando obviamente todo lo que apeste a manipulación y a mentira.  Hace una semana ocupado en una investigación sobre Lex Luthor, salí  de mi oficina del Periódico “El Planeta” más tarde de lo acostumbrado y como es usual, casi un rito, me quité mi traje de ciudadano y al grito de “To fly for the sky” me convertí en Superman. Volaba por Manhattan Center vigilando sus edificios, sus parques y sus avenidas, cuando de pronto, a través de mi supervista, enfoqué dentro de un departamento a una mujer que se hallaba desnuda, acostada boca arriba sobre la cama, moviéndose en forma lúbrica, espasmódica, creo que al punto del clímax,  a mis superoídos llegaban sus gemidos de placer, y aumentó  mi sorpresa al descubrir que se trataba de mi amiga Marvilla, sentí correr por todo mi cuerpo una corriente desconocida que me enervaba, por más que pensé en Louise Lane, el amor de mi vida, no podía apartar de mi cerebro la imagen de mi hermosa amiga,  de su cuerpo sensual, sudoroso, que pedía entre gemidos y sollozos la presencia de un amante. Recordé en segundos, tal como si fuera a morir,  todas las etapas de mi vida. Debo reconocer que vivir en este planeta ha humanizado mis sentimientos y mis emociones. Me atacó una crisis de pasión, de lujuria y de locura y sin pensarlo dos veces volé hacia ella, y previo al momento de tomarla, sentí que chocaba contra una barrera de la cual salió un quejido de agonía, un grito de muerte, era el Hombre Invisible, él era su amante, y yo acababa de matarlo.

     Momentos antes de que Superman terminara de relatar su trágica historia, se escuchó en la sala un clamor general el cual se tornó posteriormente en un silencio sepulcral como significativo de que no había poder o razón  humana ni divina para condenar al acusado.

     Al día siguiente en los diarios de todo el mundo: El Planeta, El País, The Times, Le Monde, La Nación, Aftonbladet, New York Time, Washington Post, etc. apareció a primera plana: ¡CONDONADO! La sociedad mundial celebra con júbilo el veredicto final de la Corte Americana.

  Terminaba la nota periodística explicando: - Nada de fusilarlo en el paredón, con balas de kriptonita como piden los rusos.


Veracruz, Ver. 4 de septiembre de 2012.





1 comentario:

  1. Excelente narrativa, te atrapa desde el principio hasta el fin.
    No se porque tengo la sensacion de que en tu infancia y juventud te la pasabas leyendo comics.

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